Una porción del cerro de Santa Catarina Pinula cayó y soterró decenas de viviendas. Luego de ello, unos 700 sobrevivientes aceptaron no regresar al área donde dejaron recuerdos y sus sueños fueron truncados.
A casi un año de ese desastre, ninguna de las 181 familias damnificadas ha recibido la vivienda que prometió el Gobierno.
Samuel Herrera, Flor de María Cuyuch y Fridolino Bonilla son tres sobrevivientes que a diario luchan por sobrellevar la realidad y continuar con sus vidas, pese al vacío.
De acuerdo con la Asociación de Vecinos de El Cambray 2, todos los sobrevivientes aceptaron evacuar el lugar y ahora alquilan espacios en Santa Catarina Pinula, Fraijanes, San José Pinula y la capital, sin perder la esperanza en el inconcluso proyecto Mi querida familia.
Vive gracias al recuerdo de su familia
Samuel Morales Herrera protagonizó una de las escenas más conmovedoras en la tragedia de El Cambray 2. Su esposa, Teresa de Jesús Pérez, de 43 años, y sus hijos Wendy, Jaqueline y Kevin, 22, 11 y 3, murieron soterrados y él excavó durante 11 días para recuperar los cuerpos.
Socorristas y vecinos vieron cómo Morales indicaba con seguridad el lugar donde estaba su casa y en efecto allí encontraron los cuerpos de sus seres queridos.
“Pasé 11 días buscando a mi esposa e hijos. Luego, durante tres meses lloraba todas las mañanas al despertar; tenía que salir a caminar para calmarme. Después de un año sigo extrañando a mi familia pero también decidí continuar mi vida”, relató.
Morales Herrera habla de su familia y la tragedia en El Cambray con tranquilidad, aunque siempre lleva consigo alguna fotografía de su esposa y sus tres hijos.
Entre los recuerdos que conserva de la tragedia está un chaleco que usó durante los días de búsqueda. Algunas veces baja al área del desastre para recordar a su familia y revivir los sueños y momentos que vivió con cada uno de sus hijos y su esposa.
Los hermanos y padres de Morales Herrera lo acompañan para que soporte la pérdida. Él vive en una vivienda que alquila en Santa Catarina Pinula.
“Haber perdido a mi familia casi me mata de la tristeza, pero pude controlarme y pedirle a Dios sabiduría para soportar el dolor. Seguí trabajando, nunca me tiré al abandono”, afirmó.
Morales acude a su trabajo en una farmacia ubicada en la zona 10 y durante ocho horas atiende a los clientes.
Es habitual verlo en el mostrador y asesorar a quienes solicitan medicamentos.
Hace un año, sus jefes le otorgaron un permiso para que se ausentara del trabajo y se dedicara a buscar a su familia. “Gracias a Dios, cuando regresé a la farmacia tenía mi puesto y fue el momento en que decidí continuar. Ayudo a mis padres y hermanos; no hay tiempo para quedarse de brazos cruzados”, comentó el sobreviviente.
Para el próximo año, Morales Herrera tiene planificado ingresar en una universidad y estudiar Derecho. Su objetivo es graduarse de abogado y notario.
Contó que nunca perdió el interés por estudiar, pero siempre priorizó las necesidades de sus hijos. “Las leyes siempre me llamaron mucho la atención. Por eso, el próximo año estudiaré Derecho”, enfatiza.
“Me dolerá toda la vida”
“Perdí a mi hijo, perdí a mi amigo, perdí a mi atleta, pero lo recordamos mucho. Eso es vida y nos consuela para continuar el camino”, expresa Fridolino Bonilla, padre de Qaini Wilfredo Bonilla Sandoval, de 18 años, exseleccionado junior de Squash, quien murió en la tragedia de El Cambray 2.
Bonilla Sandoval conversaba la noche de ese 1 de octubre con un amigo, frente a su casa, cuando ocurrió el desastre. El segundo piso de una casa se derrumbó y lo sepultó; el amigo sobrevivió.
“Otros padres podrían tirarse a la angustia por la pérdida de un hijo. Es cierto que esto me dolerá toda la vida, pero tengo dos hijos más y mi esposa, y tuve que reponerme para continuar trabajando por ellos”, refirió Fridolino.
Después de darle el último adiós al joven atleta, en Catarina, San Marcos, la familia decidió volver a la capital y retomar el trabajo, continuar con su vida.
Fridolino, pese a quedar con una lesión permanente en la rodilla izquierda volvió al Club Delfines, en la zona 14, donde entrena a atletas menores de la Asociación Nacional de Squash.
Sus hijos Bryan y Wynifer, de 24 y 21 años, continúan practicando squash e integran la élite de ese deporte.
“Debo seguir avanzando”
En el desastre de El Cambray 2, Flor de María Cuyuch, de 45 años, perdió a sus hijos Gerson y Julio Valenzuela, de 22 y 24. Ella y su hija Flor de María sobrevivieron porque no se encontraban en la casa la noche del derrumbe.
Gerson y Julio eran universitarios y protegían el hogar, ya que Cuyuch enviudó hace una década. Muchos vecinos lamentaron la muerte de sus dos hijos e incluso auguraron que ella no se repondría. De hecho, ella misma dice que no ha recuperado su misma voz desde aquel día.
Pasaron los meses y Cuyuch decidió seguir con su vida, pese a la pérdida de sus hijos. “Debo seguir avanzando y lo hago junto a mi hija. Estoy alquilando una casa en Pavón —en Fraijanes—, por Q1 mil, cada mes”, narró.
Sigue trabajando en su taxi y se emociona cuando las personas reconocen su valentía. La historia de Flor de María despertó el interés de la investigadora estadounidense Jamey Burho, quien se interesó en su historia, la cual documenta para un libro. Con su testimonio ella motiva a quienes afrontan dificultades.