El 80% del territorio guatemalteco presenta vulnerabilidad en su sistema ambiental. Los departamentos más susceptibles a las amenazas del cambio climático son Totonicapán, Quetzaltenango, San Marcos, Huehuetenango y Quiché.
“Guatemala es uno de los países más vulnerables ante los efectos del cambio climático, resultado de la interacción de un conjunto de factores como la falta de planificación territorial, la debilidad institucional, la intensificación del uso de la tierra, el aprovechamiento descontrolado de los recursos naturales y la presencia de condiciones socioeconómicas desfavorables, entre otros”, expone Cristina Bailey, decana de la Facultad de Ciencias Ambientales y Agrícolas, de la Universidad Rafael Landívar.
En Guatemala, la temperatura media anual ha aumentado al menos un grado Celsius —centígrado—, la precipitación se ha vuelto más intensa y la distribución anual de esta ha cambiado. En general, los eventos climáticos extremos en el país han aumentado y se han intensificado, añade Bailey, los cuales modifican la calidad de vida y la economía de los guatemaltecos, por lo que es importante identificar sus efectos, trabajar contra la vulnerabilidad del país y realizar acciones directas de adaptación y mitigación ante el cambio climático.
Como país miembro y activo dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidades sobre el Cambio Climático desde 1995 y al haber firmado el Acuerdo de París, en el 2017, Guatemala presentó su “contribución nacional determinada”, con la cual se compromete a reducir voluntariamente el 11.2% de sus emisiones de gases de efecto invernadero, proyectadas al 2030.
Gabriela Fuentes, directora del Centro de Estudios Ambientales y Biodiversidad, de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG), y Suceli Girón, directora de Comunicación Social del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, exponen en este espacio los siete principales efectos del cambio climático en el país.
Intensificación de la inseguridad alimentaria e hídrica
La pérdida de cosechas derivada del cambio climático desencadena problemas en la disponibilidad de alimentos, lo cual agrava la inseguridad alimentaria, que afecta especialmente a familias que dependen del autoconsumo. La intensa lluvia y la falta de cobertura forestal provocan la pérdida de productividad de los suelos, cuando estos son arrastrados por las corrientes de agua hacia ríos y el mar.
Por los índices de pobreza, por el bajo nivel educativo y de salud, así como la desnutrición, esta población no tiene la capacidad de resiliencia para lograr superar las consecuencias de inundaciones o sequías extremas. En el caso de un evento climático extremo, los medios de vida se ven deteriorados, por no poder cultivar o no tener acceso a alimentos y agua, por lo que la pobreza aumenta, así como los problemas de salud y nutrición. Al modificarse el ciclo del agua, hay escasez en la disposición de esta y se altera su calidad. El estrés hídrico podría afectar al 64% de la población hacia el 2050.
Aumento de eventos hidrometeorológicos
Los fenómenos extremos relacionados con la precipitación o temperatura causan daños a las cosechas y a la infraestructura, y generan pérdidas de vidas humanas y económicas. Por ejemplo, los huracanes y las depresiones tropicales están vinculados con exceso de agua, que puede, a su vez, causar deslaves e inundaciones. Por otro lado, las sequías y las canículas extendidas, relacionadas con déficit de agua, pueden causar la pérdida de cosechas.
El régimen de lluvia anual también ha mostrado alteraciones significativas, con un incremento de 122 mm. Este aumento no se distribuye de forma simétrica, sino que se concentra en menos días al año, lo cual se considera de alto riesgo para los cultivos, ya que los días muy lluviosos pueden provocar que los suelos presenten condiciones de saturación. A su vez, se han incrementado los períodos prolongados de ausencia de lluvia y de canícula, que afectan a múltiples sectores del país.
En cuanto a extremos de temperatura, se puede hablar de olas de calor, de frío y heladas. Estas últimas se producen, mayormente, en Huehuetenango, Quetzaltenango, Totonicapán, San Marcos y Sololá. La temporada de mayor probabilidad de heladas es de noviembre hasta marzo.
El aumento de las amenazas climáticas, así como la alta exposición y vulnerabilidad vinculada a la situación socioeconómica, ubican a Guatemala como un país con alto riesgo a los efectos del cambio climático. Para el período 2000-2019, ocupó el puesto 16, de 180, según el Índice de Riesgo Climático Global, en cuanto a pérdidas económicas y fallecimientos derivados de eventos climáticos extremos. El 53% de los municipios que están en las zonas marino-costeras del litoral del Pacífico presentarán en el futuro una “alta” a “muy alta” vulnerabilidad ante el cambio climático.
Afecta el desarrollo de poblaciones
La infraestructura —como edificios, carreteras, puentes, sistema de abastecimiento de agua y de drenaje, red de telecomunicaciones e instalaciones de suministro de energía— representa un papel primordial en el desarrollo y bienestar de un país, imprescindibles para el fomento de la economía. Sin embargo, es un sector altamente impactado por las temperaturas extremas, sequías, incremento de precipitaciones y del nivel del mar en las zonas costeras.
Estos fenómenos cada vez más afectarán zonas urbanas, debido a que, usualmente, las intervenciones en estos lugares son poco planificadas. Además, el constante crecimiento de la población incrementa la demanda de servicios y vivienda. Quienes viven en condición de pobreza se ven forzados a establecerse en lugares vulnerables a riesgos significativos de desastres, especialmente, en temporada de lluvia. Los sedimentos de inundaciones afectan las presas, que pierden su capacidad de diseño y no acumulan los caudales necesarios para el abastecimiento de energía.
Propagación de males vectoriales
La salud se ve afectada por alteraciones en la disponibilidad del agua y alimentos, inundaciones, aumento de enfermedades transmitidas por vectores como mosquitos y disminución de fuentes de empleo, vinculada a desastres, entre otros. Según el Diagnóstico Nacional de Salud, del Ministerio de Salud (2016), las enfermedades vectoriales han aumentado en su incidencia, además de la aparición de nuevas afecciones —zika y chikunguña—, reportadas por primera vez en el 2014 y 2015, respectivamente.
Estos aspectos son un ejemplo de cómo el aumento de la temperatura y humedad propicia que los mosquitos puedan distribuirse en zonas en donde no estaban reportados, no causaban daños años atrás o las afecciones estaban erradicadas en el país. Otra problemática es la deserción escolar, impulsada por la destrucción de la infraestructura de carreteras, caminos y edificios escolares, causada directa o indirectamente por el cambio climático.
Propicia extinción de especies
Los efectos del cambio climático agravan las amenazas en contra de la diversidad biológica, como la deforestación, la contaminación de agua y suelo y la sobreexplotación de especies silvestres. Al aumentar la temperatura y disminuir las precipitaciones, las zonas de vida podrían tener una mayor demanda de agua. En este sentido, las zonas de vida que actualmente son excedentarias, y que abarcan casi el 80% del territorio nacional, podrían disminuir hacia el 2050 a un 60% ,y a menos del 30% hacia el 2080.
Por su lado, las zonas de vida deficitarias de agua —secas y muy secas—, que actualmente cubren cerca del 20% del país, podrían expandirse hasta en un 40 % o 70%, en los mencionados años. Estos cambios desencadenan una disminución de la diversidad biológica, pues las especies no podrán adaptarse a estas nuevas condiciones climáticas tan rápidamente, lo cual puede causar su extinción, así como cambios en la distribución y comportamiento de algunas especies terrestres y acuáticas.
Panorama sombrío, si no se toman acciones
El Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología publicó en el 2019 un estudio sobre proyecciones climáticas para Guatemala en el siglo XXI, al basarse en las concentraciones de gases de efecto invernadero probables y previstas. Se vislumbran tres escenarios. En el primero, el más conservador, se espera una reducción en el acumulado de lluvia anual de un poco menos de 500 mm para finales de siglo, y que la temperatura media aumentaría a 1°C; en el segundo, se proyecta una disminución de la precipitación acumulada anual de casi 800 mm y un aumento de la temperatura media de 2°C, y en el tercero, una disminución de la precipitación acumulada anual de mil 100 mm y un aumento de la temperatura media de casi 4°C.
Otro estudio llegó a conclusiones similares a las del Insivumeh, que proyectan que a finales de siglo habrá un aumento en la temperatura media, de entre 1.5°C hasta 4°C. Se resalta el potencial incremento de temperatura que superará los 35°C entre abril a septiembre para las regiones Norte, Caribe y Pacífico del país. Diecisiete de los 22 departamentos presentan 70% o más de sus poblados expuestos a amenazas climáticas.
Los cambios proyectados de las variables del clima provocarán, gradualmente, una reconfiguración de los ecosistemas, transformando las condiciones ecológicas, estructura y funciones del territorio nacional. Los escenarios permiten deducir que los medios de vida rurales se verán muy afectados, considerando los altos niveles de pobreza en el país, el alto porcentaje de población rural y la dependencia de la agricultura no tecnificada. Guatemala se encuentra en la posición 149, de 180 países, en desempeño ambiental, con una puntuación de 31.8, una de las más bajas de Latinoamérica, donde el promedio es de 45.6.
Baja producción agrícola
Los impactos del cambio climático han generado pérdidas de US$2 mil 500 millones, acumuladas en los últimos 10 años, en el país.
Por la falta de ingresos, debido a la pérdida de productividad de los suelos y de fuentes de trabajo, aumentan las migraciones hacia otros lugares, dentro o fuera del país, para satisfacer sus necesidades primordiales. Las personas prefieren trasladarse a áreas en donde puedan vivir de otras actividades que les generen ingresos y que no dependan del clima, como la agricultura. Hay que tomar en cuenta que el sector agrícola es el principal productor de empleo y genera más del 60% de las exportaciones del país.
La mayor parte de las actividades agrícolas se realiza a pequeña escala y con recursos limitados, por lo que no disponen de sistemas de riego y dependen de las lluvias. El 62% de las personas en pobreza económica extrema trabajan en este sector. Los cambios de temperaturas provocan el surgimiento de plagas que anteriormente no afectaban los cultivos, y esto también incide en la baja producción agrícola. Se espera una reducción muy importante de la productividad de maíz, frijol y arroz, cultivos que cubren el 90% de la producción para consumo interno. Las sequías generan el 55% de pérdidas de granos básicos, y el 75%, por lluvias intensas.
La exposición a los efectos del cambio climático de la población, medios de vida y actividades económicas es generalizada en el territorio, razón por la cual el país ocupaba la cuarta posición del índice de exposición de la región latinoamericana en el 2014. Cerca del 74% de los sitios poblados del país se encuentran expuestos a al menos una de las amenazas climáticas —inundaciones, sequías y deslizamientos de tierras—. En estas áreas de alta exposición habita el 75% de la población.