La salubrista integró un comando que asesoró al alcalde de Houston entre abril y junio de 2020 con relación a las medidas sanitarias por la pandemia de la covid-19. Actualmente, reside en Atlanta, Georgia, Estados Unidos, y es parte de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (Agei).
En entrevista con Prensa Libre habla sobre el incremento de casos que podría suceder en las próximas semanas y sobre los efectos de la nueva cepa en Guatemala.
Recién acaba la Semana Santa y muchas personas vacacionaron sin seguir medidas de prevención, ¿Qué tanto podrían incrementar los contagios en las próximas semanas?
Es preocupante, el problema es que Guatemala no tiene inmunidad de rebaño ni una capacidad para vacunar arriba del 70 por ciento de la población, como sí sucede en Israel, por ejemplo. Pero también hay que tomar en cuenta que la vacunación sola no va a anular la pandemia, hay que seguir con medidas no farmacológicas, como lavado de manos, mascarilla y distanciamiento. Lo más seguro es que en próximas dos semanas los casos vayan para arriba.
En los últimos meses el MSPAS redujo camas para pacientes covid-19 en la red pública hospitalaria aduciendo que los contagios habían disminuido respecto a la primera ola, ¿es el momento para habilitarlas de nuevo?
Sí. Hay que tomar en cuenta que hay nuevas cepas del virus que se han diseminado en Latinoamérica y que son más transmisibles y con mayor mortalidad. La de Brasil, la P.1, tiene una mayor mortalidad, que es hasta ocho veces más en pacientes jóvenes y se transmite dos a tres veces más. También está la cepa de Gran Bretaña, que tiene más letalidad en pacientes adultos. Puede ser que no pase nada, pero es mejor prevenir que lamentar. Es el momento de habilitar camas y tener el personal necesario para manejar esos casos.
¿Tiene Guatemala la capacidad de detectar estas nuevas cepas?
Los virus, al igual que las bacterias, mutan. Para detectar las nuevas cepas no basta con una PCR. Se debe contar con una máquina llamada secuenciador. En Guatemala no existe esto, entonces las pruebas se deben mandar fuera. En Latinoamérica los países que tienen esta tecnología molecular son México, Costa Rica y Panamá.
Si a mí preguntan si es posible que las nuevas cepas ya están en Guatemala, lo más seguro es que sí. ¿Por qué? Porque ya la hemos detectado en varios países de Latinoamérica, sabemos que en Estados Unidos la cepa de Brasil entró por Miami y se esparció tan lejos como Nebraska. No es algo que no vaya a suceder en Guatemala. La gente sigue viajando y la puede traer sin saber.
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¿Qué variantes del virus podrían ingresar a Guatemala y cuáles podrían ser los efectos?
Lo más seguro es que sean las dos cepas que circulan en Latinoamérica, que son la de Brasil y la de Gran Bretaña. Son precisamente las dos que nos despiertan más preocupación. Hay una pregunta que me hacen frecuentemente y es si las vacunas serán eficientes contra estas nuevas cepas. Hasta ahorita la eficacia es bastante buena. Es lo que hemos visto en los experimentos de laboratorio. Lo bueno es que los tratamientos que usamos, como los antivirales y antiinflamatorios, pueden ayudar.
¿Cuál debe ser el comportamiento de la población ante la diseminación de nuevas cepas?
No debe existir pánico. Deben seguirse las mismas medidas sanitarias. El problema se da cuando las personas salen, no usan mascarilla y no guardan distanciamiento. Esas personas traen el virus a su burbuja, a su núcleo familiar. Sé que todo el mundo está cansado de esto, pero hay que seguir con uso de mascarillas, distanciamiento social y no ir a aglomeraciones. Las fotos que he visto del puerto son increíbles, pero no es el único país donde sucede esto.
¿El gobierno podría establecer medidas sanitarias más rígidas en las próximas semanas si los contagios nuevamente se descontrolan?
Los famosos lockdowns o cuarentenas probablemente se volverán a implementar en varios países, a pesar de que eso no gustará a la población. En Europa ya estamos viendo la tercera ola. En Estados Unidos, la semana pasada la directora de la CDC dijo que está preocupada por lo que pasará las próximas dos semanas porque ya hay repunte de casos. Estados Unidos es un país que ya avanzó con la vacunación, pero a pesar de eso los contagios van para arriba. Lo mismo sucede en Chile, que tiene un buen porcentaje de población vacunada pero se relajaron las medidas de protección.
A la fecha, Guatemala cuenta con una cantidad de vacunas reducida. Aun así, hay dosis aplicadas a personas que no corresponden de acuerdo con el plan de vacunación, así como robos y pérdidas de vacunas, ¿por qué se da este descontrol?
El miércoles conversamos con el MSPAS a través de la AGEI. Se nos expuso los problemas que tienen. Lamentablemente, no creo que tengamos una solución fácil. Sería más fácil si hubiera más vacunas. El problema en Guatemala es de demanda y oferta. Cuando se tienen pocas dosis, se restringe a quién aplicarlas. Había médicos en primera línea que no habían sido vacunados, pero sí algunos estudiantes de medicina que no ven a pacientes. Esa desigualdad en Guatemala es muy común. El plan de vacunación se debió generar meses atrás. Hacerlo sobre la marcha, genera dificultades.
Guatemala recién inauguró su ciclo escolar. Los docentes del nivel primario, básico y universitario están incluidos hasta la fase tres, que es la penúltima, ¿es correcta esta priorización o deberían ser incluidos en fases previas?
Cuando no hay suficientes vacunas, se establecen fases. Las fases que Guatemala siguen son las mismas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Estados Unidos se pensó que abrir escuelas era prioridad y por eso se les dio prioridad alta a los docentes. Las escuelas pueden ser focos de contagio porque los niños son portadores del virus asintomático y se lo pasan a maestra. En Panamá, los docentes entraron en la fase dos de cuatro. Esta priorización depende de cómo el MSPAS lo evaluó.
Guatemala tiene Q1 mil 500 millones a su disposición para compra de vacunas, pero aún no se concretan negociones, ¿de qué forma se puede acelerar el paso?
El problema es que la producción de vacunas no está al ritmo de las cantidades que se requieren. La de AstraZeneca produce 100 millones de vacunas al mes, después de un año tendrá 1 mil millones y en la tierra somos 7 mil millones de habitantes.
El problema es que hay una demanda por un producto y Guatemala está en una lista de espera porque esperó mucho tiempo para negociar, opuesto a lo que hicieron otros gobiernos que empezaron a negociar hace meses.
Empezaron 47 prototipos de vacunas de cuatro diferentes plataformas. Ya en agosto y septiembre de 2020 se había publicado los estudios fase II de Pfizer, Moderna y AstraZeneca. Esa información fue suficiente para muchos países en adelantarse con las negociaciones. La excusa de que no había suficiente información sobre las vacunas para negociar no es válida, porque tenían un asesor (el director de Coprecovid, Edwin Asturias) que es competente y que tenían la misma información que todos los países. Esa es mi opinión.
¿En qué momento, según el porcentaje de población vacunada, se puede dar por controlada la pandemia?
Esta pandemia durará por lo menos cuatro años. La inmunidad que necesitamos adquirir es del 70 por ciento. Pero hay que tomar en cuenta que la vacuna por sí sola no va a acabar la pandemia, se debe seguir con la mascarilla, distanciamiento y lavado de manos. Incluso con el 70 por ciento de vacunación habrá brotes, aunque más fáciles de controlar.