“Estamos preocupados. La lava viene muy rápido. No podemos dormir porque se siente el temor. Solo podemos organizarnos para sacar nuestras cositas porque va muy rápido”, dice Paula Barrera, vecina de El Rodeo, quien dos veces al día constata cómo el flujo avanza sobre plantaciones y vegetación.
Olmeda Peralta, otra vecina de El Rodeo, asegura que no es posible dormir ante la amenaza del volcán, pero las familias no tienen a dónde ir porque lo único que tienen es su tierra y sus pertenencias. “Sentimos miedo todos los días”, expresa.
Job Samayoa, vecino de El Patrocinio, cuya familia tiene más de cien años de producir la tierra a las faldas del volcán desde su finca Campo Alegre, ha visto cómo el río incandescente ha arrasado entre seis y ocho hectáreas de plantaciones de aguacate, campos de pasto para ganado y un establo.
“Este año es devastador. No vamos a tener cosecha de aguacate. Los animales no comen el pasto por la ceniza. Tenemos que traerle alimento limpio y acarrear agua”, lamenta Job, que estima las pérdidas entre Q400 mil y Q500 mil.
La finca Campo Alegre se ha convertido en un dique natural para el río de lava que emana el volcán de Pacaya.
Impacto en comunidades
La grieta se formó en el flanco norte del volcán y comenzó a fluir material volcánico que avanza despacio, pero a temperaturas entre 500 y 800 grados. Su recorrido es el mismo al de la erupción de 1968.
William Chigna, de la Unidad de Volcanes de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), explicó que la alta actividad del Pacaya no muestra signos de debilitamiento, por lo que puede continuar durante días o semanas. Incluso podría haber una erupción.
Según Walter Monroy, subsecretario de gestión de riesgo de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), el comportamiento del volcán continúa bajo análisis técnicos con información que provee un dron que sobrevuela el área. Técnicos de la Universidad Nacional de México se unieron a los estudios.
Sobre el riesgo de los flujos, el funcionario señaló que la velocidad es de 60 a 80 metros por día, y puede variar por factores como la actividad misma del cono y la topografía hacia donde puede avanzar, pero confía que los estudios permitan tener pronósticos certeros sobre el impacto que puede tener este fenómeno.
Por ahora, el río volcánico está avanzando hacia áreas no pobladas, según Axel González, alcalde de San Vicente Pacaya, como se llegó a temer días atrás, principalmente contra la aldea El Patrocinio.
Turismo sin autorización
Pero mientras hay preocupación de los vecinos y las autoridades evalúan el comportamiento del volcán, curiosos han estado llegando para observar el río de lava, lo cual no recomienda la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).
Según Carlos Barillas, gobernador de Guatemala, este tipo de turismo es riesgoso porque el flujo puede tornarse impredecible, avanzar hacia sitios insospechados y poner en peligro la vida de esas personas.
González dijo que hay esfuerzos para evitar este tipo de visitantes, pero será necesaria la presencia de la Policía Nacional Civil y el Ejército porque las personas están colándose con el propósito de acercarse al flujo volcánico.
El alcalde agregó que se activó la alerta roja y confía que la coordinación con los vecinos permita hacer evacuaciones preventivas en caso de ser necesario. En términos generales, el volcán representa amenaza para siete mil u ocho mil personas de comunidades de San Vicente Pacaya, como El Cedro, San Francisco de Sales, el Bejucal y Calderas.