Tomando ejemplos cercanos —puesto que en otras latitudes incluso ya comenzaron a aplicar terceras dosis—, países centroamericanos ya van un paso adelante. Costa Rica, por ejemplo, anunció a inicios de agosto negociaciones con la farmacéutica Pfizer para la adquisición de 2.5 millones de dosis.
De estas, un millón se utilizarían para un refuerzo a mayores de 58 años y personal de primera línea en la lucha contra el virus. Las vacunas se aplicarían en el 2022.
En El Salvador, donde la vacunación está habilitada ya para los mayores de 12 años, las autoridades también anunciaron a finales del mes pasado que está listo para administrar una tercera dosis de la vacuna anticovid-19. La mayoría de los lotes de vacunas que han llegado a ese país han sido producto de compras directas con las farmacéuticas, y una pequeña parte han sido donaciones.
En Guatemala la situación es a la inversa. De no ser por las más de cinco millones de vacunas que se han recibido por donación, el país solo contaría con poco más de 2.7 millones compradas. De estas 1.46 millones son de Sputnik V, de las cuales, apenas se cuenta con 160 mil que corresponden a la segunda dosis.
Otros países como Honduras y Panamá ya han anunciado la aplicación de la tercera dosis, mientras que en otros como en Chile, Uruguay y República Dominicana esta medida ya ha recibido luz verde y de hecho ya la implementan.
En Guatemala, las autoridades de Salud dijeron en una conferencia de prensa que están a la espera de algunos análisis para saber a quienes se les podría administrar un refuerzo de la vacuna. El director del Sistema Integral de Atención en Salud, Eliú Mazariegos, dijo que “ya se hizo aproximación de cuántas vacunas más tendríamos que disponer”.
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Según Mazariegos, aún analizan literatura, así como el desarrollo de la pandemia en Guatemala y el mundo para saber si una tercera inyección se aplicaría a mayores de 70 años —aproximadamente 600 mil personas— o incluso a personas menores a esa edad. No obstante, no dijo nada de negociaciones o conversaciones con farmacéuticas.
Por su parte la oficina de Comunicación del Ministerio de Salud confirmó que “se está evaluando” según evidencia científica y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y del Comité Nacional de Coordinación para Vacunación la aplicación de la tercera dosis.
“Nosotros somos técnicos normativos por lo que únicamente sugerimos derivado de la documentación científica la propuesta de vacunas a adquirir”, respondió en una comunicación con Prensa Libre.
Respecto a negociaciones, refirió que “las autoridades han comentado que se encuentran en pláticas”, aunque no detalló si pensando en vacunas para una tercera dosis.
Números empeoran
La situación de la pandemia en Guatemala ha empeorado en los últimos meses, ahora ha pasado a ocupar el puesto 12 de todo el continente de los países con más fallecidos; además, es el primero en Centroamérica con más de 12 mil 200 decesos.
En cuanto a contagios, ocupa el mismo puesto con más de 487 mil casos positivos hasta el pasado 5 de septiembre.
El presidente del Colegio de Médicos Jorge Luis Ranero considera que en seis u ocho meses será “totalmente necesario” un refuerzo de la vacuna para el personal sanitario de primera línea, lo cual es tiempo suficiente para cumplir con la meta de inmunizar a 10 millones con el esquema completo para luego empezar con una tercera dosis.
No obstante, añadió que, para garantizarse que así sea, es necesario que ya se tengan acercamientos con los proveedores, a la vez que recordó “el poder de negociación del Gobierno ha sido ampliamente criticado”.
Ranero expuso que estas negociaciones debieron haberse comenzado desde hace mucho tiempo, por lo menos desde que se supo que Human Vaccine comenzó a tener problemas para abastecer al país de la vacuna Sputnik V, pese a que Guatemala pagó por adelantado más de Q600 millones.
Aunque ve inminente la necesidad de una tercera dosis de la vacuna anticovid-19 que proteja al personal médico y sanitario, el presidente del Colegio de Médicos subraya que el Ministerio de Salud debe enfocar sus esfuerzos en cumplir con la meta que se trazó en el Plan Nacional de Vacunación ya que Guatemala atraviesa “serios problemas” para cumplir con la primera y segunda dosis.
Recomendación
La presidenta de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (Agei), Nancy Sandoval, expuso que la evidencia científica aporta insumos para recomendar que las personas con sistemas inmunitarios debilitados de moderada a grave reciban una tercera dosis de vacuna de ARNm, Pfizer o Moderna, como lo han señalado los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Estas personas, según los CDC, son aquellas que se han sometido a trasplantes de órganos sólidos, que tienen VIH, o bien sea toman medicamentos biológicos inmunosupresores. También los pacientes con cánceres de sangre o que tienen otras afecciones que deterioren su sistema inmunológico.
Sandoval dijo que actualmente el país se encuentra en un “momento crítico” en el que las vacunas han llegado sobre todo por donaciones y por el mecanismo Covax y en donde solo el ocho por ciento de la población cuenta con el esquema completo.
Además, donde tienen solo una dosis, el 52% de los mayores de 70 años, 45% de 60 a 69 años, y el 50 % de 50 a 59, que representan el grupo epidemiológico más vulnerable.
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“Se debe analizar las coberturas de la población que padece enfermedades con afectación de la capacidad de su sistema inmunológico para combatir suficientemente el virus y agilizar el completar su esquema y evaluar la necesidad de colocar esta tercera dosis”, subrayó Sandoval.
La presidenta de la Agei explicó la diferencia entre dosis adicional y refuerzo. La primera, dijo, es para las personas que no han tenido una respuesta inmunitaria suficientemente fuerte con las dos primeras dosis, mientras que la segunda es para aquellos cuya respuesta inmunitaria puede haberse debilitado con el tiempo.
En cuanto al tiempo de protección que proporcionan las vacunas, Sandoval refirió que “seguimos de cerca los estudios sobre la inmunidad natural del virus”.
“Sabemos que tras seis u ocho meses de haberse colocado el esquema completo de vacuna hay una caída de los títulos de anticuerpos neutralizantes, pero no debemos olvidar el papel de las células B de memoria, de las células inmunitarias, que existen durante toda la vida y que producen anticuerpos cuando vuelven a ser expuestas a un patógeno al que han sido programadas para atacar y juegan un papel importante en la respuesta duradera ante covid-19”, explicó.