Esto evidencia que la crisis provocada por el covid-19 impactó más allá de la salud física. La cuarentena domiciliar impuesta al principio de la emergencia sanitaria, el distanciamiento entre familia y amigos, el cuidado de las medidas de bioseguridad para evitar el contagio, las dificultades económicas que se han dado en este período y la violencia intrafamiliar, que pudo aumentar en muchos hogares por el encierro, alteraron la cotidianidad y provocaron estrés, miedo e incertidumbre, razones que llevaron a muchos al consultorio.
Mientras que en el 2019 el sistema de salud pública atendió a 44 mil 302 personas por trastornos mentales y de comportamiento, en el 2020 se diagnosticaron 51 mil 594 casos, y al siguiente fueron 58 mil 975. En el primer semestre de este año se registraron 43 mil 967 guatemaltecos atendidos, es decir, diciembre podría terminar con cerca de 90 mil pacientes.
¿Quiénes consultan?
Las mujeres son quienes más buscan atención profesional para atender su salud mental. Seis de cada diez de los diagnósticos del año pasado correspondieron a pacientes femeninas.
No obstante, cada vez más hombres se acercan a un consultorio para tratar estos problemas. Así, hubo un aumento de 12.2 por ciento de varones que buscaron atención en 2021 comparado con el 2020.
Ansiedad, estrés agudo, trastornos de adaptación, estrés post traumático y depresión están entre las principales señales que los guatemaltecos manifiestan y por las cuales se han acercado a los servicios de salud pública. En la aparición de estas confabulan factores biológicos, antecedentes familiares, malas experiencias, traumas y abusos, como el estilo de vida —mala alimentación, sedentarismo y consumo de sustancias—, según informa el Ministerio de Salud.
Los departamentos con más diagnósticos de trastornos mentales durante el 2021 fueron Santa Rosa, Guatemala, Jutiapa, Huehuetenango y Petén, en ese orden. Mientras que Jalapa muestra un aumento considerable en los diagnósticos, ya que en un año se elevaron en un 74 por ciento.
*Las 43 mil 967 personas atendidas en el 2022 corresponden al primer semestre del año.
El efecto pandemia
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud mental como un estado de bienestar mental que permite hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar habilidades, aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a mejorar la comunidad.
La proyección era que para el 2020 la depresión sería la segunda causa de discapacidad en el mundo, y para 2030 se convertiría en la mayor carga de enfermedad. En Guatemala está entre los principales trastornos por los que la gente consulta, y la pandemia habría contribuido a que más personas tengan el padecimiento.
De acuerdo con Dora Alicia Muñoz, psicóloga del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), está condición es una alteración específica en el estado de ánimo, que provoca tristeza, llanto, falta de energía, ideas pesimistas, afecta en la calidad del sueño, de la alimentación y el poder relacionarse con las demás personas.
Fueron alrededor de 3 mil 400 diagnósticos los que se hicieron de este trastorno mental el año pasado.
Otro de los padecimientos más consultados fue la ansiedad. Se reportaron 17 mil 438 consultas. Muñoz explica que quienes la padecen manifiestan preocupación de qué va a pasar. Hay una inestabilidad emocional que se manifiesta por una inquietud, con palpitaciones frecuentes del corazón, por tensión y condiciones de estrés.
Especialistas consideran que las afecciones a la salud mental constituyen una epidemia silenciosa, que ha estado allí mucho antes del covid-19, pero no se ve como un problema de salud pública que puede causar discapacidad en la población.
Atención a tiempo
Hay señales a las que se debe poner atención. Los cambios de conducta en el sueño y apetito, tristeza profunda, desánimo, miedo, agresividad, angustia, aislamiento, abandono en arreglo personal son alertas para buscar apoyo profesional.
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De acuerdo con el Departamento de Comunicación del Ministerio de Salud, la prevención en la salud mental es importante y aumenta el nivel de bienestar de las personas, y entre más temprano se busque ayuda psicológica o psiquiátrica mayor es la posibilidad de prevenir complicaciones futuras.
“Muchas veces la incapacidad para afrontar los problemas o el estrés de la vida diaria restringen las posibilidades de llevar una vida plena en el futuro. Ante situaciones de amenaza extrema, se puede experimentar frustración, conducta suicida (ideación, intento y suicidio), consumo de sustancias psicoactivas (alcohol, tabaco u otras drogas), entre otras”, agrega, por lo que la consulta a tiempo es crucial.
Estándares internacionales, como menciona Muñoz, indican que un psicólogo debería de atender a un máximo 30 pacientes y acompañarlos en su proceso de recuperación. Dependiendo del diagnóstico de la persona el plan de tratamiento podría ir de uno hasta seis meses, y estimarse un mínimo de 10 sesiones.
Dichas intervenciones también involucran a la familia del paciente, con el fin de buscar redes de apoyo para lograr la recuperación.
Lo anterior es el ideal, sin embargo, la cobertura en los servicios de salud pública es limitada. El Ministerio de Salud informó que en el sistema tienen 216 psicólogos. El alcance se hace más complejo cuando los profesionales están concentrados en las áreas urbanas.