“Esta ruta no se va a poder utilizar, siempre van a haber inconvenientes. Para mí, esta no es una carretera para transitar, imagínese cuando llueva posiblemente los carros aquí se van a quedar”, consideró Pérez.
Tanto lugareños como trabajadores de la Unidad Ejecutora de Conservación Vial (Covial) que trabajan en limpiar la ruta coinciden en que lo que antes eran riachuelos por donde eventualmente descendía material volcánico, ahora se han convertido en grandes barrancas donde hay depositado enormes cantidades de sedimento que, en cualquier momento, temen, podría ser arrastrado por las lluvias hacia la carretera.
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El temor de los habitantes parece tener base científica. El geólogo Manuel Mota Chavarría explicó que, debido al cambio de las condiciones geológicas del terreno producto de la catástrofe de junio pasado, se han formado y continuarán formándose, tal vez durante muchos años, cauces por donde descenderá los lahares.
“El río está limpiando sus propios canales y abriendo sus cauces, pero no es que ahí vaya a ser el nuevo cauce para siempre, puede ser que el otro año lo cierre y se abra otro”, expuso el experto.
Agregó que hoy en día se desparrama el agua por todos lados, por lo cual “el agua va a abrir nuevos cauces hasta que logre su propia estabilidad que puede tardar bastante tiempo”. Aunque finalice la época de invierno, señaló Mota, no se puede dar por hecho de que terminará el problema puesto que el próximo año el agua abrirá nuevos cauces.
“Eso significa que si se quiere hacer una corrección tienen que considerarse estudios bastante fuertes de topografía o invertir mucho dinero para abrir un cauce —artificialmente— y eso no garantiza que el río vaya a respetarlo”, advirtió.
Construyen gaviones
En lo que queda de San Miguel Los Lotes personal de la Covial se apresura por limpiar el tramo de tres kilómetros donde se centran sus esfuerzos, mientras que automovilistas que transitaban ayer no dejaban de mostrar su asombro al ver el poder destructor de la naturaleza. Algunos, incluso, se detienen a tomar fotografías de los árboles que quedaron totalmente secos o de las casas semienterradas.
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Camiones cargados con piedras de río llegan para depositar los cargamentos que son utilizados por trabajadores para la construcción de un enorme gavión que en algunos tramos alcanza cuatro metros de altura. “El objetivo es evitar que el material volcánico no caiga otra vez a la carretera”, explica un supervisor de la obra que no quiso dar su nombre porque no estaba autorizado para dar declaraciones.
Aunque asegura que los gaviones se construyeron en puntos estratégicos y que “técnicamente es suficiente lo que se está haciendo” para soportar la fuerza de un lahar, reconoce que el terreno alrededor de la ruta cambió a raíz de la erupción del pasado 3 de junio y lo que eran pequeños cauces ahora son mucho más grandes.
Mota indicó que los gaviones son una buena idea toda vez hayan sido bien diseñados y que no se consideren como la solución definitiva.
Área muy joven
El geólogo indicó que tanto el Volcán de Fuego como la zona de las barrancas son áreas geológicamente muy jóvenes por lo cual constantemente buscan su equilibrio, y cuando ocurren esos cambios causan problemas a los seres humanos.
Mota precisó que el descenso de lahares y el desborde de ríos de este año no serán los mismos que ocurrirán en los próximos.
¿Cuándo ocurrirá una erupción similar?
El experto precisó que predecir otra erupción catastrófica del Volcán de Fuego “es como tirar los dados y calcular que probabilidad hay de que salgan dos seis” y aunque sean pocas o muchas posibilidades puede salir al primer lanzamiento o nunca salir.
“Estadísticamente se cree que en un lapso de 20 años puede ocurrir algo igual, puede que suceda mañana o puede que nunca lo vean nuestros ojos”, sentenció Mota.
Buscan a sus seres queridos
Al igual que decenas de personas, José Pérez, antiguo habitante de El Rodeo y su esposa, llegaron el lunes a San Miguel Los Lotes en busca de sus seres queridos que creen aún están bajo los escombros. En el lugar permanecen enterrados los restos de su cuñada y su esposo además de un niño de 8 años.
“No hemos tenido una respuesta contundente de si ya los sacaron y están en la morgue o si aún están enterrados”, aseguró Pérez. El damnificado, padre de tres niños, asegura que ha logrado ha logrado salir adelante agracias a la elaboración de bolsas para damas que aprendió a hacer en un curso que les ofreció el Instituto Técnico de Capacitación (Intecap).
Actualmente se encuentra refugiado con su familia en el albergue Papa Francisco y espera que las autoridades les den algún día un terreno donde puedan rehacer sus vidas.
Juan Ortiz también hace esfuerzos por localizar a cinco de sus familiares, cuyos restos estarían bajo los escombros en una vivienda a las orillas de la carretera. Junto con otras personas pagaron una excavadora para que hiciera los trabajos, y aunque Covial denunció el domingo que esa máquina ponía en riesgo las reparaciones efectuadas, Ortiz lo desmintió y aseguró que no se afecta el trabajo de Covial.
Con el rostro sudoroso producto del intenso calor del mediodía, Ortiz recuerda que, en el lugar, el día de la tragedia, se encontraba su hijo con su esposa, una cuñada y los suegros. Actualmente vive en la aldea El Barrio, pero hasta ahí no llegó el material volcánico.
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