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Rezago educativo es evidente ahora que niños comienzan a retornar a las aulas

Luego de dos años sin clases presenciales, los estudiantes vuelven a la aulas pero con serios rezagos en el aprendizaje.

regreso a clases

El año escolar en el sector público comenzó con clases híbridas, que permite el retorno de los estudiantes a las aulas. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

“No se logró que los estudiantes aprendieran a leer y a escribir”. Las palabras de la maestra Elizabeth, que imparte clases en el segundo grado, es la consecuencia de dos años de la pandemia sobre la educación de miles de niños guatemaltecos que cursan los grados iniciales de la primaria.

Ese rezago comienza a ser evidente con el regreso paulatino de los niños a las aulas, luego de dos años de estudiar a distancia. Los padres también lo perciben, principalmente en la provincia, donde el 84.9% de la población rural, según estudio de ProDatos, está de acuerdo con que las escuelas reciban a los niños.

Las clases presenciales se suspendieron el 16 de marzo del 2020, y desde entonces la estrategia de aprendizaje en el sector público fue el uso de guías de autoaprendizaje y hojas de trabajo, pero en los primeros años de escolaridad el acompañamiento de los maestros es esencial para que los estudiantes alcancen habilidades de lectoescritura, lo que no ocurrió.

“Cómo pueden los niños avanzar si no tienen en casa quién los oriente”, dice Elizabeth, que trabaja en una escuela de la capital. De los estudiantes a los que imparte clases, cinco no aprendieron a leer ni escribir en el primer grado, por lo que tendrá que dedicarles más tiempo para nivelarlos.

De acuerdo con la directora de una escuela de la zona 18, hubo un retroceso de dos o tres años en la escolaridad durante este tiempo de pandemia, y hay marcadas diferencia entre los niños que recibieron la ayuda de sus padres en el proceso de aprendizaje y los que carecieron de ese apoyo.

“Estamos preocupados porque el sistema ha hecho que los alumnos pasen de grado sin haber alcanzado las competencias mínimas en lectura y escritura. Tenemos alumnos en tercer grado que les cuesta leer y escribir”, dice la directora.

En la provincia la brecha es mayor. “Hay deficiencias que se notan más en el área rural. En lectoescritura la mayoría de los niños que van al primer grado desconocen las vocales y las primeras consonantes ‘m’ y ‘p’. De segundo grado en adelante, tenemos que retroalimentar los grados que estuvieron a distancia”, menciona Lucrecia Gramajo, maestra de un centro educativo público en Retalhuleu.

Este retroceso en el aprendizaje afectará el desempeño de los estudiantes en los siguientes grados, en los que deben escribir y leer con fluidez para comprender mejor los contenidos, según Gramajo.

“Un maestro consciente retornará a enseñar a leer y a escribir correctamente y desarrollará en el niño el hábito de la lectura, pero será difícil. La mayoría (de docentes) le echará la culpa a la pandemia y tendremos profesionales deficientes como sucede en la actualidad”, agrega la maestra de Retalhuleu.

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Ese rezago del que hablan las educadoras se refleja en los resultados de las pruebas diagnósticas que el Ministerio de Educación (Mineduc) hizo a un millón 916 mil 439 estudiantes de todos los niveles para establecer el desempeño que alcanzaron durante los dos años de la pandemia.

En el área de Comunicación y Lenguaje el 65 por ciento de los escolares de primaria -allí está el grueso de la matrícula estudiantil del país- no logró el nivel de aprendizaje esperado en lectura y escritura. En Matemática el 62 por ciento de los escolares no alcanzó las competencias requeridas para el grado evaluado.

Mientras que en el ciclo básico y diversificado el 81 y 76 por ciento, respectivamente, no llegó a las habilidades esperadas en Comunicación y Lenguaje, y en Matemáticas el resultado fue de 78 y 71 por ciento.

Consecuencias del cierre

Los efectos de la pandemia del covid-19 en la educación se evidencia en el serio rezago del aprendizaje en todos los niveles, situación que el informe Actuemos ya para proteger el capital humano de nuestros niños: Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia del covid-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe, desarrollado por el Banco Mundial, alertó el año pasado.

El documento señala que, el cierre de los centros educativos por un período de 13 meses ocasionaría que nueve de cada 10 estudiantes guatemaltecos estuviera por debajo del nivel mínimo de rendimiento. Pero en el país el tiempo en que las clases presenciales han estado suspendidas ronda los 18 meses, debido a que cerca de 8 mil escuelas no están en condiciones para recibir de nuevo a los niños.

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Si bien el informe menciona que en Latinoamérica cinco de cada diez niños no son capaces de leer y entender un texto simple al final de la primaria, lo que se conoce como pobreza del aprendizaje, en Guatemala la cifra llega a siete.

Ese déficit en la lectura no es nuevo, previo a la pandemia solo uno de cada 10 estudiantes al terminar primero primaria alcanzaba la fluidez lectora y comprendía lo que leía, de acuerdo con la investigación Modelo para explicar y predecir el aprendizaje de la lectura para Guatemala, desarrollada por la Dirección General de Evaluación e Investigación Educativa (Digeduca), del Mineduc.

Según el documento, “la mitad de los estudiantes del sector oficial aún están en proceso de conocer las letras cuando terminan el primer grado”, y solo alcanzan a leer un máximo de 20 palabras por minuto.

Las deficiencias se observan también al final de la secundaria, la evaluación realizada a graduandos en 2019 mostró que de 157 mil 318 estudiantes solo el 37 por ciento obtuvo un logro satisfactorio en Lectura, mientras que en Matemática el 13.56 por ciento consiguió un nivel adecuado.

El estudio del Banco Mundial también refiere que el cierre prolongado de las escuelas traería una pérdida de 1.5 años de escolaridad en el país, cuando a duras penas el guatemalteco logra estudiar en promedio 6.3 años.

Lo que debe ocurrir

“Si un niño estaba en párvulos (previo a la pandemia), y dos años después entra a segundo o tercero de primaria y no sabe leer y escribir, ¿qué tiene que hacer el maestro? Enseñarle”, dice Ester Ortega, analista y exviceministra de Educación.

Señala que, en este retorno a la presencialidad, los docentes deben hacer un diagnóstico para saber en qué nivel están los alumnos y partir de allí para nivelarlos.

En ese proceso, la directora de la escuela de la zona 18 menciona que “trabajarán grados atrasados”, pues si el niño entra a segundo de primaria tendrán que reforzar los conocimientos del primer grado durante varios meses y poco a poco introducir contenidos del año escolar que le corresponde, pues están conscientes de las deficiencias que tienen los estudiantes.

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Estrategia del Mineduc

Parte de la estrategia del Mineduc para el mejoramiento de los aprendizajes será dar tutorías a los estudiantes que, de acuerdo con los resultados de la evaluación diagnóstica, no alcanzaron las habilidades esperadas que establece el Currículo Nacional Base. Se enfocarán en niños inscritos en segundo, tercero y cuatro grados de primaria.

Dichas tutorías las impartirán graduandos de diversificado, estudiantes del Programa Académico de Desarrollo Profesional (PADEP), así como personas que quieran prestar servicio cívico. Ellos pasarán por un proceso de formación y la práctica la tendrán con los niños en las aulas.

Claudia Ruiz, ministra de Educación, indicó el martes durante el lanzamiento de la estrategia que los tutores recibirán un certificado que les acreditará competencias para tutorías en Matemáticas o bien en Comunicación y Lenguaje, con énfasis en Lectura.

 

ESCRITO POR:

Ana Lucía Ola

Periodista de Prensa Libre especializada en temas comunitarios, con énfasis en Salud y Educación, con 17 años de experiencia. Reconocida con el Premio de Prensa Libre en categoría Reportaje, en 2019. Premio de la UPANA por Informar a la población guatemalteca sobre la realidad en nutrición y desnutrición en el país, en 2019. Diplomado El periodismo en la era digital como agente y líder de la transformación digital impartido por el Tecnológico de Monterrey.