Este fue el caso de una persona, piloto aviador, diagnosticado con un tumor en el cerebro. El techo de su seguro médico era de Q300 mil, pero el monto resultó insuficiente para costear el tratamiento y la suma se agotó al llegar a la sexta sesión de quimioterapia. Intentó reunir el dinero para seguir con la medicación, pero finalmente perdió la batalla contra la enfermedad.
A criterio de la médico internista Iris Cazali, jefa de Infectología de Adultos y Nosocomiales del Hospital Roosevelt, el cáncer está en la lista de las enfermedades que requieren de medicinas con los precios más altos del mercado, y comparte ese espacio con la enfermedad renal crónica y los padecimientos reumatológicos. Así que costear el tratamiento resulta insostenible para la mayoría de hogares.
“Podemos dar el diagnóstico en un hospital público, decirle al paciente si tiene presión alta o diabetes, pero lo verdaderamente doloroso es cuando les damos el diagnóstico, les decimos qué deben de tomar; pero, ¿cómo lo van a comprar, si no ganan lo suficiente?”, dice Cazali.
Los servicios públicos no ofrecen mayor alternativa para el paciente, pero aun cuando se tenga un seguro médico, puede que este no sea tan robusto para cubrir la totalidad de los gastos de la enfermedad.
Según Álvaro Bravo, presidente de la Cámara de Agentes y Corredores de Seguros y Fianzas (Cacsef), los seguros de gastos médicos mayores cubren el tratamiento de enfermedades crónicas como el cáncer o enfermedad renal crónica, pero hay que esperar aproximadamente un año después de adquirirlo para que comience a absorber los gastos y cubre hasta el monto máximo de la suma asegurada. Dependerá de lo agresivo de la enfermedad, como también del lugar en donde se realice el tratamiento y del costo de los medicamentos para establecer el tiempo que durará la cobertura del seguro.
Por otro lado, Adrián Chávez, exviceministro de Salud y analista de Salud y Seguridad Social del Ipnusac, menciona que el alto y descontrolado precio de los medicamentos constituye una barrera que pone en riesgo cualquier posibilidad de que los guatemaltecos accedan a una recuperación oportuna de la salud.
“Vivimos en una sociedad donde la mayoría de la población vive en condiciones de pobreza y donde las enfermedades que comprometen la salud son cada vez más complejas y costosas de tratar. Antes, las enfermedades infecciosas eran las que predominaban en las áreas rurales. Esa realidad epidemiológica está cambiando y cada vez vemos más casos de diabetes, cáncer, enfermedades renales y cardiovasculares”, dice Chávez.
El cáncer y sus costos
Todos los órganos del cuerpo pueden hacerse cancerosos, señala el cirujano oncólogo Wálter García González, jefe de la unidad oncológica del Instituto de Cancerología (Incán). Dependiendo del lugar en donde se localice la enfermedad y el estadio en que se encuentre, las alternativas de tratamiento varían, pero lo que es una constante es que el precio de los procedimientos es oneroso.
Una de las ramas de manejo de la enfermedad es la cirugía oncológica, y se necesita cubrir gastos de la sala de operaciones, de la hospitalización, medicamentos que se puedan usar en medio de la cirugía y equipo de sutura, entre otros. La cifra es de varios miles de quetzales.
La quimioterapia –medicamentos que usualmente se inyectan de manera intravenosa por medio de una vena periférica o un reservorio— tiene los costos más altos en los tratamientos contra el cáncer. Los fármacos, entre más novedosos, serán más costosos. Al estudiar cada caso, el médico indica qué tratamiento es el más adecuado.
García González pone como ejemplo el cáncer de mama, en el que la cirugía puede costar entre Q15 mil y Q20 mil. Si el tumor está avanzado, hay que hacer quimioterapia, y se necesitan de seis a ocho ciclos; el precio de cada uno oscila entre Q8 mil y Q15 mil. Si la paciente llega a necesitar radioterapia, un ciclo completo cuesta entre Q50 mil y Q75 mil.
Uno de los medicamentos utilizados contra el cáncer de mama es el Trastuzumab, que se administra después o al mismo tiempo que la quimioterapia. Su precio oscila entre Q22 mil y Q25 mil un vial.
El facultativo señala que los precios de los medicamentos son “el gran problema de la oncología”, y el Estado no se interesa en bajar los costos. Si el paciente tiene seguro médico, puede que consuma la cuota en un corto período, así que la alternativa es acudir a los hospitales estatales, pero las deficiencias a ese nivel son tan “grandes” que sería difícil tratarlos.
Insuficiencia renal
Pedro Dávila, director médico de la Unidad Nacional de Atención al Enfermo Renal Crónico (Unaerc), menciona que desde el punto de vista de atención y de medicamentos, el paciente requerirá de dos a tres consultas al año, más medicinas que cubrirían las causas frecuentes de la enfermedad, como hipertensivos, hipoglucemiantes —antidiabéticos orales—, para trastornos del colesterol, triglicéridos y del ácido úrico. No hay un medicamento específico para la protección de la función del riñón, pero dependiendo del estadío del paciente, así será el gasto.
Cuando el paciente pasa a un estadio complicado, se puede tornar sintomático y requerir de otros medicamentos. Es frecuente que presente trastornos de calcio y fósforo, como también sufrir anemia, para lo que puede necesitar eritropoyetina, que en presentación de 10 mil UI tiene un precio de Q450. Dávila menciona que en esta etapa el impacto en el bolsillo del paciente podría rondar entre los Q4 mil a Q6 mil mensuales, pues se añaden las consultas médicas y otros medicamentos para un tratamiento completo.
En el estadio cinco la función del riñón está por debajo de un 15% y muchos de los pacientes necesitan terapia sustitutiva, aquí se habla de un trasplante de riñón, en el mejor de los casos, o de diálisis —hemodiálisis y diálisis peritoneal—.
Si es de un donante vivo, el trasplante renal puede costar unos Q200 mil, entre el procedimiento médico y los exámenes previos a la operación. Pero el impacto en el bolsillo no termina allí, el paciente debe tomar inmunosupresores por un tiempo prolongado para evitar que el cuerpo rechace el órgano trasplantado, y son alrededor de Q5 mil mensuales. Cuando no hay opción de recibir un riñón donado, la hemodiálisis es la alternativa que los pacientes tienen. Según Dávila, la persona necesita 12 procedimientos al mes, y cada una tiene un precio aproximado de Q900, por lo que cada mes desembolsarían cerca de Q11 mil.
En el caso de necesitar diálisis peritoneal, la persona requiere de cuatro procedimientos diarios. Es más económica que la hemodiálisis; aun así, se desembolsan entre Q7 mil y Q8 mil al mes.
Dolor en el bolsillo
Cuando se habla de enfermedades reumáticas, hay más de 65 padecimientos diferentes, y cada uno tiene distinto tratamiento, como indica el médico reumatólogo Abraham García-Kutzbach.
En el caso de la artritis reumatoidea, que es una enfermedad inflamatoria de las articulaciones, el desembolso por parte del paciente es elevado. Con los medicamentos más económicos puede oscilar entre Q1 mil y Q1 mil 500 mensuales, sin obviar que su uso puede prolongarse.
“Hay tratamientos nuevos más costosos y muy efectivos que mejoran la calidad de vida de los pacientes, pero su costo oscila entre Q2 mil y Q5 mil mensuales, lo que es imposible de pagar para la mayoría de la población”.
Humira es uno de los fármacos que encajan en la descripción, y en Guatemala ronda los Q13 mil 883 —solución inyectable—, una dosis, y la aplicación puede ser semanal.
¿Por qué son caras?
Hay razones científicas que llevan a que un medicamento tenga un precio costoso para los pacientes. De acuerdo con Rubén Morales, director ejecutivo del Comité Gremial de Distribuidores de Productos Farmacéuticos, adscrito a la Cámara de Comercio de Guatemala (Cogrefarma), los fármacos nuevos y los llamados innovadores requieren de un largo período de investigación y de desarrollo, así como una fuerte inversión por parte de los laboratorios de las farmacéuticas antes de llegar al mercado, esto hace que tengan un precio elevado, comparado con otros.
La química bióloga Ana Carolina Toledo, secretaria de la Junta Directiva del Colegio de Farmacéuticos y Químicos de Guatemala (Cofaqui), indica que los medicamentos de alto costo no son de síntesis química, sino productos biológicos, como anticuerpos monoclonales y, lo más novedoso, la terapia génica.
En Guatemala se dispone de los anticuerpos monoclonales, que anteriormente eran de origen murino —del ratón—, pero se han ido especializando y la última tecnología es de origen completamente humano.
La industria farmacéutica que tiene este tipo de medicamentos, que se usan para tratar enfermedades como el cáncer, tienen que invertir un alto porcentaje de sus ganancias en investigar y producir esas moléculas; al tenerlas, los estudios continúan en varios centros y países, y en varias fases, con un número importante de individuos para ser válidos, pues un medicamento no puede lanzarse al mercado si no es seguro, confiable y efectivo.
Toledo explica que el precio de los medicamentos como los monoclonales tienen relación con todo este proceso de innovación y desarrollo, con la investigación y estudios clínicos en varias fases, y que cuando el fármaco llega a las estanterías se sigue con la farmacovigilancia. Eso hace que sean productos de alto costo.
Morales agrega que con el tiempo también hay versiones genéricas de las medicinas, que son igual de efectivas, y que son accesibles al paciente y para las compras públicas. Para enfermedades como el cáncer, ya hay tratamientos con este tipo de fármacos que han reducido “sustancialmente” el costo para la población.
Agrega que, en el mercado de Guatemala y en otros países con condiciones de libre mercado, hay distintas opciones terapéuticas para el tratamiento de una misma enfermedad, y con una variedad de precios que se ajustan a la capacidad de compra del paciente.
Chávez es del criterio de que en el país deben regularse los precios de medicamentos como los utilizados para las enfermedades crónicas.
Indica que diversos países han implementado mecanismos que podrían utilizarse en Guatemala, como la negociación directa entre el Gobierno y las compañías farmacéuticas, dejando de lado a los intermediarios de siempre, establecer una entidad gubernamental que ejerza control por medio de un sistema de referencia de precios internacionales con límites máximos.
Además, incentivar la producción local de medicamentos genéricos de calidad o bien utilizar mecanismos de compra o negociación conjunta y de compras centralizadas para disminuir costos por economía de escala.