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Los niños están en el ala de aislamiento en la Pediatría del Hospital Roosevelt, a donde fueron trasladados luego de permanecer en el área de servicio de alto riesgo 1 de Neonatología, el primer sitio al que ingresaron cuando llegaron a ese centro asistencial, el 11 de septiembre pasado, fecha en que nacieron.
Hay una habitación especial para ellos. Permanecen acostados en una cuna. Vestidos con prendas del mismo color, se dificulta distinguir quién es quién, pero las enfermeras que están a cargo de ellos los reconocen. Son inquietos, sonríen y balbucean con quien entra a visitarlos. En sus ojos grandes y color café se ve el deseo que tienen por vivir.
Gladis Sánchez es la enfermera que los cuida desde hace seis meses, aunque los pequeños se han ganado el cariño del demás personal del área que ayuda a asistirlos, pues una sola persona no se da abasto para vestirlos, alimentarlos y atenderlos. “Es una bendición estar con ellos”, dice, y asegura que ambos son activos, juguetones y tienen el mismo apetito. Ahora pesan 10 libras cada uno.
Arriesgado procedimiento
Según el cirujano José Pérez, uno de los médicos involucrados en el caso, Pedro y Augusto comparten el seno sagital —que drena la sangre del cerebro hacia la vena yugular— por lo que es una separación arriesgada. En cuanto a su salud “están bien, sin complicaciones y sin infecciones. Ellos se movilizan juegan, con sus limitantes, pero lo hacen”, señala.
Uno de los primeros procedimientos a los que tendrían que ser sometidos es la colocación de expansores del cuero cabelludo, los cuales estirarán la piel que se usará para cubrir la herida que ocasione su separación. Esta posibilidad aún es evaluada por un grupo de cirujanos plásticos, pues la posición de la cabeza de los pequeños complica el caso.
“Por la forma en que están unidos es difícil pensar en colocar los expansores, ya que están unidos por la región occipital y la temporal, y colocarlos allí es difícil; por eso, están pensando esperar no meses sino a que tengan una mayor edad… hablamos de años, para que su piel tenga mayor extensión, tenga más elasticidad y sus estructuras sean más grandes y que la separación pueda hacerse con más facilidad. En este momento está descartada la cirugía”, indica Barrientos.
Se han realizado los exámenes médicos necesarios para evaluar su caso: ultrasonidos, tomografía computarizada de cráneo, ecocardiograma y angiorresonancia, exámenes de sangre y realización de modelos 3D de la cabeza.
Los estudios han revelado que comparten el seno sagital y una operación podría comprometer la vida de uno de los hermanos al momento de ser separados, recrear otro seno venoso es casi imposible y se evalúa si hay posibilidad de un implante, pero también hay que valorar si tolerarían el procedimiento, mencionó el neurocirujano del Hospital Roosevelt.
“Aún no hemos desistido en la separación”, menciona Pérez, y debido a que es un procedimiento riesgoso se enviaron los estudios que se han realizado a los niños al neurocirujano estadounidense James T. Goodrich, quien ha participado en la operación de varios siameses en Estados Unidos, una de sus últimas intervenciones fue la Jadon y Anias McDonald en el Montefiore Medical Center en Nueva York, en el 2016, cuyo procedimiento fue exitoso.
La próxima semana se prevé que Goodrich dé su opinión respecto al caso de Pedro y Augusto, que nacieron en el Hospital Nacional de San Benito, Petén, pues aún está haciendo la reconstrucción vascular de los pequeños.
“Se sigue revisando el caso. Hay mucho que tomar en cuenta, porque un corto tiempo que se deje sin irrigación sanguínea una estructura crearía un daño irreversible o puede conllevar a la muerte de uno de los bebés. Todo eso se está evaluando, si es pertinente o no, si ambos tendrán el mismo pronóstico, porque uno puede decir que solo uno se va a salvar. Uno no puede jugar a ser Dios”, agrega el director del hospital.
Vínculo materno
Luisa Xol Caal, madre de Pedro y Augusto, ha permanecido cerca de los pequeños, lo cual ha favorecido en el desarrollo de los niños. Ella pasa algunos días en el hospital y otros viaja a Petén, de donde es originaria, para cuidar a sus otros tres hijos. La familia originaria de El Limón, en el municipio de Flores.
Los pequeños nacieron de 37 semanas y pesaron 5.5 libras (unos 2.5 kilos). Vinieron al mundo en el Hospital Nacional de San Benito, Petén, desde donde fueron trasladados en helicóptero al Hospital Roosevelt.
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