Su meta, dice, seguirá siendo la de trabajar con lo que tienen a su alcance y salvar las vidas de los guatemaltecos, como lo hacen desde hace 10 meses todos los médicos que combaten la pandemia en primer línea y que hoy son parte del Personaje del Año de Prensa Libre.
Durante la pandemia han sido días de tormenta, de lucha y de enfrentarse con autoridades y compañeros de trabajo, que les dejaron a los internistas la tarea de ver por los cientos de pacientes con covid-19 positivo.
Han sido días grises en los que, en más de algún momento, ha pensado en renunciar, porque no veía un cambio real. Aun así, asevera, insisten en denunciar las carencias en ese centro asistencial.
La Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) efectuó varias supervisiones. La última, en noviembre pasado, determinó que se habían hecho algunos cambios en la atención de pacientes con covid-19.
“Si no fuera por la presión que hicimos, no tendríamos ni siquiera trajes. Las carencias han sido muchas, pero no claudicamos”, reseña Ajcalón.
Cuando llegó a ese hospital en el 2019 sabía que era una prueba más en su carrera como médico internista, pero jamás imaginó que sería mucho más complicado todo a partir de marzo del 2020, cuando se anunció el primer caso del virus en el país.
Esa alerta, ese comunicado, les tomó, como suelen estar, sin equipo, personal ni área específica para atender pronto a los pacientes contagiados.
En el pasado, entre el 2017 y el 2018, recuerda, durante su labor en el Hospital Roosevelt, le tocó atender muchos casos de influenza. “No lo comparo como enfermedad ni mucho menos, pero la atención es parecida. Aquel año se desbordó. Imagínese, y era un hospital que se supone tiene más que uno por departamento”, recuerda.
“Ocho personas —una ya dimitió— hemos hecho lo que podemos para atender a las personas. Presionamos por todos los medios para tener los insumos necesarios. No ha sido fácil, y aún falta mucho para que esta enfermedad esté bajo control”, explica Ajcalón.
Luchar sin armas
A la fecha, el nosocomio no tiene un intensivo como tal. “Solamente es un área de intermedios, pero hasta ahí. Por lo menos ahora ya contamos con algunos ventiladores y un poco más de personal. El área de covid-19 la habilitaron a mitad del año, y usaron las instalaciones que dejó el IGSS en el 2019”, relata.
“No creo que haya habido un descenso en los casos”, asevera. Las pruebas nunca las masificaron y hubo manipulación de los datos, sostiene.
Según el Ministerio de Salud, los casos acumulados de covid-19 en Sololá —que está formado por 19 municipios— recién pasó los dos mil cien, y la cifra de fallecidos supera los 60.
“No creo en esos datos. Las personas están muriendo en sus casas. Hay un subregistro muy grande. Y ahora ya no vienen al Hospital porque hay un estigma, prejuicios de las comunidades respecto del tema”, revela.
Ajcalón no cree en el gobierno de Alejandro Giammattei, y no lo oculta. De hecho, tampoco niega, porque no lo puede hacer, dice, que el sistema de salud está abandonado y se ha visto a prueba, una muy dura, con la pandemia.
En nueve meses vio cómo el discurso oficial ocultó una realidad que ellos vivían día a día dentro de la red hospitalaria nacional y propició que las personas “le perdieran el miedo al covid-19”.
Sentencia: “Esto no es un juego, es real, y está provocando muertes. La mortalidad es muy alta. No se puede tomar a la ligera y se necesita del apoyo estatal, y de todos, para frenar algo que jamás se detuvo”.
En el 2019 había carencias, pero no se notaban y con el covid-19 las cosas fueron distintas. “Este virus llegó con hospitales abandonados, sin equipo ni personal”, recuerda.
Atrás han quedado las ideas de renunciar. Hoy, en las puertas de un nuevo año, agrega, no piensa que una vacuna sea la solución a todo. “Lo más importante es que realmente se atienda el sistema de salud como debe ser”, puntualiza.
Poco presupuesto
El Hospital Nacional de Sololá tiene asignado un presupuesto de Q52 millones 639 mil 973, de los cuales hasta ahora ha ejecutado el 34%. De esa cantidad, el Ministerio les dio Q11 millones 874 mil 771 más para enfrentar la emergencia por el coronavirus. Ha erogado el 41%.
Según la PDH, el Hospital tiene 126 camas “censables y se han dispuesto 12 para el área de covid, ocho para servicio de encamamiento —moderados y ventilados— y cuatro para casos sospechosos”.
Se contabilizan 416 empleados en el Hospital, de los cuales 49 han padecido covid-19.