La Organización Panamericana de la Salud en Guatemala mostró su preocupación ante la presencia de la variante delta en el país mientras todos los indicadores de contagios, hospitalización y positividad del covid-19 se mantienen “más altos que nunca”.
Desde julio de este año, la variante delta se hizo presente en el país y llegó en un momento en que las autoridades de Salud habían reconocido que no tenían bajo control la pandemia del covid-19.
Con una variante mucho más contagiosa, la situación hospitalaria se ha agravado, los contagios han aumentado y podría esperarse también que el número de fallecidos aumente significativamente.
El doctor Marc Rondy, asesor de Inmunización de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud en Guatemala (OPS/OMS) muestra su preocupación y hace un llamado para que en el plan de vacunación se priorice a la población vulnerable (mayores de 50 años) y que se logre completar el esquema a todas las personas.
¿Por qué debería preocuparnos la llegada de esta nueva variante de coronavirus en un contexto como el guatemalteco?
La situación epidemiológica actual en Guatemala es preocupante porque todos los indicadores son rojos, con números diarios de casos confirmados más altos que nunca, una proporción de positividad en los casos tamizados del 30%, una escasez cada vez más grande de camas en los hospitales y un incremento del número diario de casos fallecidos.
La alerta epidemiológica publicada por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) el 9 de agosto 2021, en la cual se reportaba el aislamiento de la variante de preocupación (VOC) Delta, hacía referencia a 58 muestras tomadas entre el 2 de junio y el 21 de julio 2021. En estos datos se nota que, de las 30 muestras tomadas en junio, ninguna presentaba la variante Delta, mientras la mitad (14/28) de las muestras tomadas en julio eran de esta variante.
Esta rapidez de progresión de la variante Delta comparada con otras cepas ha sido observada en otros lados del mundo y denota su altísima capacidad de contagio, parece tener el doble de transmisibilidad de la cepa original y alrededor de 50% mayor que la de la variante Alfa. Además de ser más transmisible, un estudio reciente en el Reino Unido estimó que el riesgo de ingreso hospitalario por COVID-19 se duplicó aproximadamente en aquellos con VOC Delta en comparación con VOC Alfa. Todavía no hemos visto un aumento de la mortalidad, pero estamos tratando de comprender las razones de todo esto.
¿Se debe cambiar y/o acelerar las estrategias de vacunación considerando lo rápido que es el contagio con la variante Delta?
Veo dos mensajes claves a tomar en cuenta con la expansión de Delta: subir las coberturas en las poblaciones más vulnerables y asegurarse que la población cumpla con los esquemas de vacunación completos.
La prioridad debe ser prevenir la enfermedad grave, la hospitalización y las muertes. Este es el objetivo primordial de estas vacunas y contamos con una cartera de vacunas muy eficaces a la hora de lograr ese objetivo. Lo importante ahorita en Guatemala es que los mayores de 50 años, los cuales representan la amplia mayoría de los casos de covid-19 fallecidos, se vacunen. Si bien se ven coberturas de vacunación incrementando en el departamento de Guatemala, se nota un atraso importante en los otros departamentos del país. Se debe entender cuáles son los desafíos en estos lugares y buscar soluciones adecuadas de forma oportuna. Por otro lado, se ha notado una reducción en la efectividad de la vacuna para aquellos que recibieron solo la primera dosis, ante la variante Delta, en comparación con la cepa original o la variante Alfa. Este hallazgo refuerza la importancia de poner todos los esfuerzos posibles para maximizar la cobertura de la vacuna de dos dosis.
¿Debemos ser más estrictos con las medidas de prevención?
Sabemos que las medidas de bioseguridad que aplicamos desde el año pasado como el distanciamiento físico, lavado de mano y uso de la mascarilla siguen siendo eficaces contra la VOC Delta y que las vacunas son seguras y eficaces contra los cuadros graves de enfermedad y la muerte. Lo que necesitamos es aplicar un enfoque integral para controlar la transmisión en las comunidades.
¿Cree que la presencia de esta variante ha incidido en que la mayoría del país esté en alerta roja epidemiológica y que los hospitales estén colapsados?
Tomando en cuenta la rapidez de expansión de la variante Delta, es probable que la situación epidemiológica sea debido a su llegada al país. Sin embargo, se ha observado en Guatemala, así como en otros países, un falso sentido de seguridad con el inicio de las campañas de vacunación y un relajamiento de las medidas de bioseguridad. Este cambio de comportamiento a veces tiene que ver con la esperanza que se llegue rápido a una inmunidad de rebaño. El control del SARS-CoV2 a través de una inmunidad colectiva por la vacunación requerirá seguramente de coberturas de vacunación muy altas. Lo que ha pasado con el SARS-CoV-2 es que, a medida que aparecen nuevas variantes más transmisibles, aumenta la proporción de la población que es necesario vacunar para lograr cierto nivel de inmunidad colectiva. Mientras tanto, seguir con las medidas de bioseguridad ya mencionadas es clave. Pero tomando en cuenta que la probabilidad de un ingreso hospitalario es más alta de ingreso hospitalario, es de vital importancia incrementar la disponibilidad de camas y de oxígeno en los hospitales del país.
Algunos sectores han pedido que se abra la vacunación para la población mayor de 18 años ¿ustedes recomiendan hacerlo?
Según los datos publicados en el sitio del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) a la fecha, aun no se había superado el 50% de cobertura en los mayores de 50 años. En Guatemala, seguimos en un contexto de acceso limitado a las vacunas contra COVID-19 y por lo tanto priorizar a las poblaciones a vacunar sigue siendo necesario. Por lo tanto, mi recomendación, antes de seguir abriendo el acceso a la vacunación contra COVID19 a toda la población mayor de 18 años, es de poner todos los esfuerzos disponibles, tanto logísticos, educativos y comunicacionales, para vacunar a los adultos mayores.