“Él tenía sueños. Su meta era terminar de pagar el carro, poder enganchar una casa y seguir estudiando porque le gustaba mucho la electrónica. A uno estas pérdidas le afectan demasiado, tanto psicológica como económicamente. Mientras el tiempo más pasa, el proceso se vuelve más duro”, cuenta Lucía —nombre ficticio—, quien quedó viuda tras el asesinato de su esposo de 34 años.
Ocurrió el 10 de enero pasado. Días antes, José Antonio le contó que él y algunos compañeros se habían atrasado con el pago de la extorsión, la cual debían cumplir para transitar sin problemas de la 18 calle de la zona 1 a la zona 6 capitalina. Eso le costó la vida.
De esta forma ocurrió uno de los 800 homicidios reportados en el primer trimestre del 2022, según los datos registrados por la Policía Nacional Civil (PNC). Se trata de expedientes que a diario se engavetan o apilan en las estanterías, sin tomar en cuenta las pérdidas de madres, padres, hijos, hermanas. Son sueños que se truncan, metas que se quedan a mitad del camino y lutos familiares que se deberán sobrellevar.
“Uno debe llevar el duelo, no superarlo porque es algo que no se supera. Y tratar de salir adelante porque es algo muy difícil. El llamado que hago —a las autoridades— es que estos casos no se queden impunes. Que no sea un caso más archivado y que no sea un proceso más en el olvido. Uno mira tantos casos que pasan, que tienen años y que jamás les dan una respuesta —a los familiares—”, dice Lucía.
La vida cambió. Dos niñas de 12 y 14 años y uno de cuatro se quedaron sin su padre. Ahora Lucía ya no conoce los descansos. Como líder única de hogar, trabaja de lunes a domingo en jornadas que superan las ocho horas. José Antonio no volverá a cruzar la puerta entrada de la casa al finalizar cada jornada.
Guatemala y la violencia
De los 22 departamentos del país, Guatemala es donde ocurren la mayor cantidad de las muertes.
En el departamento de Guatemala habitan alrededor de 3.6 millones de habitantes, lo cual equivale al 22% de la población nacional. Una explicación sencilla, aunque insuficiente, a la alta cantidad de asesinatos sería el hecho que se trata del departamento más populoso de todo el país.
Sin embargo, dentro de su perímetro, cada año ocurren, en promedio, el 38% de los homicidios a nivel nacional, según estadísticas de la PNC recabadas por Diálogos, una organización que monitorea el comportamiento de la violencia en el país.
Es decir, en Guatemala viven dos de cada 10 guatemaltecos, pero ocurren cuatro de cada 10 homicidios.
“El departamento de Guatemala ha oscilado en importancia entre el 32% en 2020 al 43% en 2003 respecto al total de homicidios anuales registrados por la policía. Está, por lo tanto, sobrerrepresentada la violencia en dicho departamento porque allí vive el 22% de la población”, explica Carlos Mendoza, analista de Diálogos.
Centro económico y político
Además de ser el más poblado, Guatemala también es el departamento en el que más personas ingresan a trabajar o estudiar. Se estima que, a diario, 175 mil 228 habitantes de otros departamentos ingresan a realizar estas actividades.
“Por encontrarse en este departamento la Ciudad de Guatemala, centro político y económico del país, durante los días laborales hay gran cantidad de personas procedentes de otros lugares que llegan a trabajar, comerciar, hacer trámites, y/o estudiar”, dice Mendoza.
Este mismo fenómeno se observa para la ciudad capital. Alrededor de 475 mil 961 ingresan a diario de otros municipios a trabajar y estudiar. Si se calculara la tasa de homicidios tomando en cuenta solo a la población que habita en la ciudad, la tasa sería de 42.8 homicidios por 100 mil habitantes. Pero cuando se suman los que provienen de otros territorios, disminuye a 30.7., es decir, 12 puntos menos.
Francisco Rivas, exministro de gobernación, considera que la violencia se incrementa en Guatemala porque es el departamento con mayor actividad económica y social. “Mucha de la violencia homicida es responsabilidad de grupos pandilleros y en Guatemala tienen presencia, prácticamente, en todos los municipios. Especialmente en la capital, Mixco y Villa Nueva”, dice Rivas.
Casos que llaman la atención son los de las zonas 4 y 9 de la ciudad. En la primera se encuentra el mercado La Terminal, a donde miles de personas acuden a realizar compras todos los días. En 2021, ocurrieron en esta zona 20 muertes violentas y su tasa de homicidios fue de 645 por 100 mil habitantes. Mientras que en la zona 9, centro productivo por la gran cantidad de oficinas de trabajo y comercios que hay, ocurrieron 14 homicidios y la tasa fue de 1 mil 243.
Rivas explica que en estas zonas no existe un registro real de la cantidad de habitantes ni de las personas que se mantienen en el día realizando alguna actividad.
Por esta razón, al calcular la tasa de homicidios basándose en el número de población habitante, los índices de violencia salen altos para ambos casos.
“Sabemos que son lugares muy concurridos. Recordemos que en la zona 4 está La Terminal, el mercado más grande de Centroamérica. Miles de personas viven ahí pero no registran esos datos. Es un lugar que genera una incidencia criminal muy fuerte. La zona 9 se ha convertido en una zona comercial y de actividad industrial. Existen establecimientos nocturnos donde prolifera el narcomenudeo y el alcoholismo”, dice Rivas.
Walter Menchú, analista de seguridad del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), explica que en países con altos índices de violencia, como Guatemala, es recurrente que los homicidios estén relacionados con otros delitos.
En este país se debe advertir que a diario ocurre una migración interna hacia el centro de la ciudad. Esto hace que proliferen criminales que buscan apropiarse de su patrimonio y ello puede derivar en el asesinato de las víctimas.
“Los homicidios a menudo se relacionan con otro tipo de delitos que son contra el patrimonio. A menudo ocurren asaltos, robos de vehículos y motocicletas o casos en los que se suben a saltar al transporte público. Muchos homicidios suceden en ese entorno”, explica Menchú.
Considera que una de las formas para reducir la violencia es diseñar políticas públicas e intervenciones donde hay patrones de comportamiento. Por ejemplo, si se sabe que por una determinada ruta concurren a diario personas que viajan a la ciudad provenientes de otros municipios, se pueden implementar patrullajes para evitar robos o asaltos.
Cómo reducir la violencia
Lizandro Acuña, del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac), considera que una ruta para disminuir la violencia en Guatemala es promover la descentralización. Es decir, generar servicios públicos y empleos más allá de las grandes urbes.
“Se deben generar oportunidades de empleo a nivel nacional en otros departamentos. El gobierno no tiene capacidad para la generación de empleo, pero se pueden implementar estrategias con el sector privado para cubrir las necesidades de la población. De esta forma podría mitigarse la migración porque muchas personas tienen que viajar a diario a la capital y quedan expuestos a los altos índices de violencia que hay en la ciudad”, dice.
Asimismo, comenta que se deben endurecer los controles por los altos índices de tráfico y portación ilegal de arma de fuego que en el departamento de Guatemala ya que deriva en casos de violencia. Asimismo, se debe generar oportunidades de educación y desarrollo para adolescentes, niños y niñas que han sido cooptados por el crimen organizado.
Por su parte, Carlos Menocal, experto en seguridad y exministro de Gobernación, explica que para disminuir la violencia se deben desmantelar las bandas de sicariato. Eso se logra con un modelo de investigación apto e incrementando el número de investigadores policiales.
“Se pueden hacer mesas estratégicas de trabajo entre el ministro y la fiscalía general. Se deben tener reuniones constantes y permanentes para trabajar temas especificas en torno a circunstancias”, dice Menocal.