A principios de esta semana se divulgó un audio en el cual se escucha el llanto desgarrador de varios niños centroamericanos que fueron apartados de sus padres por las autoridades fronterizas, en cumplimiento de la política estadounidense de “tolerancia cero” de la administración de Donald Trump. En esa lista hay 465 menores guatemaltecos, según divulgó el martes último la canciller Sandra Jovel.
La medida despertó indignación en el ámbito internacional, pero el impacto psicológico que ha provocado entre los menores tardará en sanar, según la psicóloga Nissely Herrera. La experta menciona que lo peor para estas pequeñas víctimas en este proceso es sentirse desamparadas, y con el tiempo perder la capacidad de confiar en los demás.
¿Cómo viven los niños este proceso?
Desde que el niño es sacado de su ambiente cotidiano, ya sea por la situación de pobreza o de inseguridad, hay una alteración en su desarrollo psicológico, porque no saben qué está pasando. No se les explica que en el camino pasará frío, tendrá hambre, que va a desvelarse, que tiene que callar y hacer lo que les digan, eso le genera angustia.
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¿De qué manera sufren los menores la separación de sus padres en los centros de detención?
Estar en un centro de detención ya es estrés, pero separarlos de sus padres definitivamente tiene consecuencias mayores. Perder a esa figura que da seguridad, es terrible para un niño.
El que esa persona con quién se identifican ya no esté junto a ellos, que desaparezca, puede generar en los pequeños períodos de angustia inexplicable, llanto descontrolado o, lo que puede ser igual de peligroso, quedar en silencio. Muchos niños se retraen y se meten en su mundo.
¿Los niños y adolescente reaccionan de la misma manera?
Los pequeños quizá actúen de una manera más sumisa o callada, pero recordemos que dentro del grupo también hay adolescentes. Ellos tienen esa necesidad de imponerse, de decir aquí estoy mírenme, grita, reta y exige lo que está necesitando. Pero acá su voz es silenciada. Las heridas son las mismas.
¿Cuáles serían los efectos a largo plazo en ellos?
Una de las peores consecuencias para un niño es que el dolor se convierta en algo normal, en parte de su día a día, esto los lleva a desconectarse. Les duele, lloran y se quedan dormidos, despiertan y vuelven a llorar, nadie los escucha, nadie los atiende, se sienten desamparados. El desamparo es uno de los peores estados que puede vivir un ser humano.
Lo más terribles que puede sucederles es perder la capacidad de confiar, por lo se vuelcan a una constante actitud de alerta para soportar un día más en la “jaula” (centro de detención).
¿Qué hacer para ayudarlos a salir de la desolación que causa el desamparo?
Los niños y adolescentes que están pasando por este proceso necesitan ser atendidos con una terapia psicológica a largo plazo. Cuando tenemos estas emergencias, como la que se dio con la erupción del Volcán de Fuego, la ayuda se vuelca; sin embargo, conforme pasa el tiempo el silencio y la indiferencia llegan. Por ello, lo que necesitan estos menores es un acompañamiento sostenido, una reconstrucción del alma para sembrar nuevamente la confianza que perdieron por el abandono.
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