“El tráfico hacía que me levantara alrededor de las 4:00 de la mañana para llegar a mi trabajo. Si llegaba tarde, tenía que pagarle ilegalmente a un cuidador de calles para que me apartase un lugar, cosa que nunca hice y ni pretendía hacer”, cuenta Samayoa.
Con la moto, que compró nueva, ampliará sus horas de sueño y se desplazará con más rapidez a los lugares que quiera. “No encuentro otra opción que no sea esa”, dice.
Nunca recibió un curso de manejo y la licencia la obtuvo luego de aprender a conducir de forma empírica. “Mi papá siempre ha tenido moto en casa y aprendí solo, por mi propia cuenta”, relata.
De esta forma, Antonio pasó a formar parte del universo las 2 millones 190 mil 578 motocicletas que hay en Guatemala, de acuerdo con estadísticas de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT).
Hasta finales de 2022, las motos representaban el 45 por ciento del parque vehicular en el país. Y desde 2005 a la fecha, estas han aumentado en un 1 mil 280 por ciento. Casi medio millón transitan por la ciudad en día hábil, estima la Entidad Metropolitana de Tránsito de la municipalidad de Guatemala.
Su uso generalizado se debe a distintas razones. La principal es que, a diferencia del carro, es más económica y permite desplazarse con mayor rapidez. Pero también hay una alta cantidad de personas que utilizan la moto para sus distintos oficios, a menudo siguiendo el ejemplo de sus padres que también utilizan motocicleta, explica Amílcar Montejo, portavoz de tránsito de la ciudad.
Esto, no obstante, también conlleva algunos riesgos y problemas. En 2022 el Departamento de Tránsito de la PNC registró 12 mil 244 vehículos colisionados, de las cuales 5 mil 594 eran motocicletas. Y solo en la ciudad, hubo 8 mil 578 vehículos colisionados en la Ciudad, de los cuales cuatro de cada diez eran motocicletas.
“La mayoría de los accidentados, en motocicleta oscilan entre los 16 a los 28 años. De cada 10 motocicletas accidentadas solo tres conductores quedan ilesos. Los otros siete con lesiones y de estos, cuatro ameritan hospitalización”, dice Montejo.
¿Porqué tanto accidente?
Las causas que provocan la alta tasa de accidentalidad se deben a que la mayoría de los conductores de motos no reciben capacitación porque no hay ninguna autoridad de tránsito que verifique que lo hagan, dice Pablo Sandoval, instructor certificado por la Federación Internacional de Automovilismo (FIA).
Otras personas deciden comprar un certificado de alguna escuela de automovilismo autorizada y con eso se libran de aprobar un examen demostrando sus habilidades. “No hay una ley, como en otros países, que obligue a recibir un curso antes de empezar a manejar”, dice Sandoval.
El artículo 27 del Reglamento de la Ley de Tránsito refiere que “la capacitación de aspirantes a la licencia de conducir estará a cargo de las escuelas de aprendizaje de tránsito, autorizadas para tal efecto, y por las entidades públicas o privadas a las que el Departamento delegue esta función”. Sin embargo, Sandoval estima que debido a la corrupción esto no siempre se cumple.
“Varias academias de manejo supuestamente evalúan, pero realmente no cuentan siquiera con las instalaciones para hacer el examen. Está más que claro que lo que hay es una venta de certificados de primera licencia. No están ni evaluando ni dando cursos porque no hay ninguna academia que dé un curso para aprender a manejar motocicleta”, dice.
Otras personas, por el contrario, ni siquiera cuentan con una licencia. De acuerdo con el Observatorio Nacional de Seguridad del Tránsito (Onset), de enero a diciembre 2022 se multaron a 111 mil 662 vehículos, de las cuales 46 mil 168 eran motocicletas. La mayoría fue porque los conductores no portaban licencia al momento de ser detenidos en un operativo o por no haberla tramitado si quiera. Mientras que, en la Ciudad de Guatemala, por estos motivos, fueron multadas 6 mil 063 motocicletas.
“Se estima que únicamente el 15% del parque vehicular de motociclistas tiene licencia. Hay mucha gente que no ve necesario tener una licencia de conducir. Y, por lo tanto, no hay una evaluación. Las personas que están manejando en la calle, simple y sencillamente lo hacen bajo su propio criterio y con sus propias reglas. No conocen la Ley de Tránsito y la mayoría no se ha tomado la molestia de leer el reglamento de tránsito. Por eso vemos muchas motocicletas en contra de la vía y pasándose los semáforos en rojo”, dijo Sandoval.
Tampoco un seguro
De acuerdo con la Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros (Agis), de los más de 2 millones de motocicletas que circulan en el territorio nacional, únicamente 420 mil cuentan con un seguro. Esto equivale a dos de cada diez motos del parque vehicular.
Los riesgos de conducir sin un seguro son numerosos. En primer lugar, si el conductor y su acompañante resultan con alguna lesión que amerita hospitalización, tendrán que costear todos los gastos, explica Alejandro Beltranena Bufalino, gerente general de la Aseguradora La Ceiba y presidente de la Agis.
Al contrario, si tuviera un seguro contaría con un fondo de emergencia de Q15 mil para el conductor, y otros Q15 mil para el acompañante.
En segundo lugar, está la responsabilidad civil del conductor. Por ejemplo, si en un accidente de tránsito resulta lesionada una persona o causa daños a otros vehículos, no tendrá un fondo de emergencia. Con un seguro, podría contar con hasta Q100 mil en caso de emergencia.
Finalmente, está el valor de la moto. Beltranena dice que, por lo general, en los accidentes las motocicletas quedan en pérdida total por los daños. Al no tener un seguro, no hay forma de recuperar el bien.
Un seguro de una motocicleta valorada en Q30 mil, por ejemplo, asciende a Q1 mil 100 al año, equivalente a Q100 por mes. De tal cuenta, el costo económico no puede ser una excusa.
Beltranena estima que la única razón por la cual las personas no cuentan con seguro es por la falta de obligatoriedad de contar con el mismo. “La mayoría de las personas no contrata un seguro porque no es obligatoria. En Alemania y Bélgica es obligatorio y si la persona no cuenta con uno, es multada. Igual pasa con los automóviles”, dice Beltranena.
El artículo 29 de la Ley de Tránsito refiere que “todo propietario de un vehículo autorizado para circular por la vía pública deberá contratar, como mínimo, un seguro de responsabilidad civil contra terceros y ocupantes, conforme las disposiciones reglamentarias de esta ley. El Ministerio de Gobernación podrá acordar la obligatoriedad de cualquier otro seguro para los conductores o los vehículos; así como para el transporte urbano y extraurbano”.
Sin embargo, Montejo, de la PMT de Guatemala, confirma que no se sanciona a los conductores que no acrediten la contratación de un seguro, ya que no existe un artículo en la Ley o el Reglamento de Tránsito “sancionador”. Por lo tanto, asegura que no están facultados en ley para hacerlo.
Alternativas de transporte
Los conductores y pasajeros de motocicletas están expuestos a mayores riesgos que, a veces, son trágicos. En 2022, 1 mil 190 personas fallecieron en un accidente de moto, 81 más que en 2021. Asimismo, 4 mil 763 resultaron lesionados, de acuerdo con estadísticas de la PNC.
Para las motocicletas el tránsito es riesgoso por distintas razones, que van desde la naturaleza del vehículo que es expuesta, hasta el hecho que en Guatemala no hay una infraestructura adecuada. En otros países, por ejemplo, las motos cuentan con un carril exclusivo, pero eso no ocurre aquí, explica Amanda Morán, del Centro de Estudios Urbanos de la Universidad de San Carlos.
Prevé que mientras no existan otras alternativas de transporte eficientes, las personas continuarán adquiriendo motos dada la rapidez con que permite movilizarse y lo económico que resulta su mantenimiento.
“El problema es el de siempre. Mucha gente compra moto porque no hay opciones de transporte público que funcionen como deberían. Además, hay un problema económico y de gestión municipal. No se ha activado una infraestructura adecuada”, dice Morán.
“La moto es el vehículo que más se utiliza en el parque vehicular y ya sobrepasa el número de automóviles. Los planes municipales deben tomar en cuenta esto y buscar la principal solución, que es un transporte colectivo para que la gente no sea vea obligada a utilizar estos otros medios que son riesgosos. Aquí nunca se ha enfrentado este problema, se ha iso dejando a un lado y cada vez es más difícil”, dice Morán.
Medidas
Según el Departamento de Comunicación de la PNC, a partir del 31 de enero de 2023 por medio de una resolución interna se ratificó que los formularios para certificación para la obtención de licencia de conducir deben ser entregados y utilizados en los centros de evaluación de conductores de vehículos (CECOVE).
“Adicionalmente, el Departamento de Tránsito ha fortalecido la unidad de supervisión de escuelas de automovilismo, CECOVES Y MAYCOM, con la finalidad de prevenir, erradicar y denunciar cualquier acto anómalo al respecto. Por ello se invita a la población guatemalteca a no dejarse sorprender por terceros que de mala fe pretendan engañarles con documentación falsa, recordando que la conducción de vehículos en la vía pública es un acto que debe realizarse con plena conciencia de las responsabilidad administrativas, civiles y penales que esto conlleva. De acuerdo como lo manda la Ley y Reglamento de Tránsito, todo conductor debe y será responsable de conducir su vehículo en la vía sin que este represente un peligro para los demás”, informaron.
En Guatemala, hay algunas academias que ofrecen cursos de conducción. La Honda, por ejemplo, tiene una motoescuela para principiantes e intermedios. La inversión es de Q350 e incluye curso teórico digital, dos clases curso práctico de 4 horas cada una, uso de motocicleta Honda mecánica, automática o semiautomatica y uso de equipo de seguridad, casco, rodilleras y coderas.
Las escuelas están ubicadas en en el centro comercial Eskala y en el centro comercial Gran Portal Petapa, Sótano 1.
Conductores empíricos
Diego Mejicanos, publicista y comunicador social, tiene 30 años y aprendió a manejar desde los 13, cuenta. Sin embargo, decidió utilizarla como medio de movilización por el gusto y por la agilidad en la movilización.
“Me permite dormir un poco más. Detesto el tráfico y ahora la gente sale más temprano”, dice.
Aprendió a manejar porque en su infancia un amigo tenía una moto de motor pequeño y era el juego de la colonia donde creció por las tardes. Asegura que en ocasiones ha pensado en utilizar otros vehículos, pero le apasiona el mundo de las motas. Procura tomar sus precauciones, conduce a la defensiva y considera que es clave anticiparse a movimientos de otros conductores.
Por su parte, Sucely Pineda, de 25 años, es administradora de empresas y desde hace tres años su medio principal de conducción es la moto. Lo prefiere porque llega más rápido y comprarla era más barato que un carro.
Nunca recibió un curso de manejo. “Leí un manual para ubicar las partes de la moto. Me dijeron que era lo mismo que manejar carro y solo apliqué la misma lógica con el clutch. Pratiqué sola y luego amigos y conocidos me enseñaron a manejar mejor. Para las subidas y bajadas, aprendí con Youtube”, comenta entre risas.