Algo similar ocurre con su panteón, en el cementerio local. Bien podría esperarse que en ocasión del aniversario de la gesta revolucionaria de 1944, de la cual él sería continuador por excelencia, autoridades civiles y educativas o bien movimientos sociales rindieran algún tipo de homenaje floral.
Por si alguien no lo conoce
Juan José Arévalo Bermejo nació el 10 de septiembre de 1904 en Taxisco. Estudió allí y después en Chiquimula. Se graduó de maestro de primaria en 1922 en la Escuela Normal Central para Varones. En 1927 obtuvo una beca para estudiar en Argentina y alcanzó el doctorado en Filosofía y Educación, de donde provenían muchas de sus ideas innovadoras. En 1944 era catedrático en la provincia de Tucumán cuando se le pidió que fuera candidato del partido Frente Popular Libertador. Obtuvo el 86% de votos emitidos.
Dentro de los grandes logros fue el impulso de la modernización bancaria y monetaria del país, creó el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, impulsó la aprobación del Código de Trabajo que regula muchos derechos que hoy aún se tienen: horarios, asuetos, vacaciones, descanso por maternidad.
Se creó el Instituto de Antropología e Historia, se refundó el Conservatorio Nacional de Música, surge la Orquesta Sinfónica nacional y se desmilitarizaron los centros de educación. De hecho impulsó la escolaridad a través de las Escuelas Tipo Federación. Numerosos artistas jóvenes fueron becados para estudiar en el extranjero y aquella sería una generación brillante en el arte nacional.
Tras entregar el poder en 1945 se retiró a la vida privada, pero tenía una intensa vida intelectual. En 1963 fue postulado para optar de nuevo a la Presidencia de la República, pero las elecciones de ese año no se realizaron porque el Ministro de la Defensa Coronel Enrique Peralta Azurdia, derrocó al General Miguel Ydígora Fuentes.
De vez en cuando llegan estudiantes para tomar fotografías de la tumba, pero nadie hace nada por remozarla y darle la dignidad que merece, dijo un guardián del camposanto.