Su vocación lo ha llevado también a ser pionero en la lucha por la construcción de un hospital materno infantil, en donde apuesta, de la mano con FundaEmi y FundaKids, a salvar a bebés prematuros y prevenir las muertes maternas.
Decisiones
Nacido en 1955, Bolaños recuerda que su infancia transcurrió entre la curiosidad y la manipulación de vísceras de pollo, con lo que se reafirmó su deseo por la cirugía, aunque al terminar el bachillerato se enfrentó a una de las mayores decisiones de su vida, pues en el examen vocacional medicina era su última opción.
“La vida es un conjunto de decisiones, por eso hay que escuchar la voz interior. Dios nos marca un propósito”, afirma el profesional, quien siguió sus instintos y se graduó de médico.
Su especialización como cirujano llegó casi de forma natural, pero al concluir estos estudios su deseo de avanzar lo llevó a Boston, Estados Unidos, donde estudió durante dos años bajo la dirección de Hardy Hendren, uno de los mejores cirujanos pediatras de esa época.
Junto a su esposa y cuatro hijos, Bolaños viajó por su cuenta para completar su sueño, “no tenía beca, ni trabajo, era un acto de fe, mis hermanos creían que era una locura”, recuerda.
Al volver a Guatemala, en 1988, el especialista regresó al Hospital Roosevelt, donde ha trabajado durante 29 años, aunque los primeros cuatro su labor fue ad honorem, para ganarse una plaza.
Superar el miedo
De rostro sereno y voz amable, Bolaños se transforma cuando se trata de defender sus ideales y dar una oportunidad a aquellos por los que nadie apuesta.
“Quería hacer cambios, pero había una resistencia espantosa. Muchos de los pacientes pasaban meses en el hospital o eran enviados a casa porque creían que no se les podía hacer nada”, dice Bolaños.
Uno de los mayores obstáculos lo llevó a enfrentarse con sus colegas para lograr lo que ahora es un éxito de país: la separación de siamesas.
“Creían que no se podía hacer una operación de esa magnitud en Guatemala. Simplemente porque no se había hecho antes no significa que no se podía luchar por hacerlo o, al menos, intentarlo”, afirma.
Antes del retiro
Hace unos años, la idea del retiro llegó de golpe a la mente del médico, “uno no piensa mucho en esas situaciones, pero al final de cuentas tendremos el mismo final que nuestros antepasados”, indica haciendo referencia al momento de morir.
Por eso, antes de dejar el quirófano, su lucha se centra en preparar a la próxima generación de cirujanos pediatras. “Hay tareas que le son asignadas a uno para abrir camino, para la gente que viene detrás”, reflexiona el experto.
Contra los pronósticos
El médico Javier Bolaños se enfrentó a mucha resistencia.
Ángela Leticia y Ángela Corina Piló Xicay llegaron en el 2006 al Hospital Roosevelt unidas por el tórax y el abdomen, para muchos estaban condenadas a morir y algunos se resistían a separarlas.
Bolaños se empeñó en salvarlas y 10 años después, Ángela Leticia sobrevive a la primera cirugía exitosa de separación de siameses efectuada en Guatemala y Centroamérica.
En febrero del 2013 llegó al hospital otro caso que solo Bolaños y su fe aceptaron. Ana Rosa y Aída Rosalina Castro Chacaj estaban unidas por la pelvis y compartían vejiga, cadera e intestino grueso. El gobierno las quería enviar al extranjero.
Después de posponer por más de dos años la operación, las Rositas fueron separadas bajo la dirección de Bolaños, las dos viven.