Una persona infectada del virus del covid-19 tiene posibilidades de contagiar entre dos a cuatro personas en promedio, siempre y cuando éstas se encuentren en una distancia menor de un metro y medio.
La forma en que el virus entra en el organismo de la persona es a través de su boca y sus fosas nasales.
Otra forma que tiene una persona de infectarse de covid-19 es tocando su cara, nariz y ojos con las manos sucias, y que hayan estado en contacto con superficies expuestas al virus.
EN ESTE MOMENTO
De hecho, los estudios científicos han demostrado que el virus puede permanecer en diferentes superficies, estando por cuatro horas en una área de cobre, seis en acero inoxidable, ocho en el plástico y casi 24 horas en el cartón.
Las gotas que expulsa una persona llegan a medir entre cinco o diez micras. Al momento de que caen y se evaporan en el ambiente, los gérmenes se almacenan en los llamados Núcleos de Wells, que son pequeñas gotas aerosoles de mucho menor tamaño que las gotas de Flügge, pero con un mayor desplazamiento.
Estas formas de contagio son igualmente peligrosas, aunque los gérmenes almacenados en los Núcleos de Wells son más propensos a generar contagios mucho más rápido.
La importancia del uso de mascarillas
Por ello, es de suma importancia que las personas empleen un uso constante de la mascarilla, además de mantener una distancia prudencial entre otros individuos y lavarse las manos de forma constante.
Con relación a los cubrebocas, hay en el mercado varios tipos, elaborados con diferentes materiales, pero no todas las opciones protegen de una forma óptima el virus del covid-19.
Por normativas y recomendaciones de uso, se clasifican en el menor nivel de protección a las mascarillas caseras o higiénicas y en un nivel de mayor protección se encuentran las mascarillas médicas, quirúrgicas y respiradores o auto filtrantes.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en junio de 2022 el uso de mascarillas caseras, siempre y cuando estén elaborados de polipropileno y tengan, por lo menos, tres capas.
Si la persona no cuenta con mascarillas hechas de este material, la segunda opción son cubrebocas de algodón y poliéster. Cómo última opción se encuentran las mascarillas de seda, celulosa y tela.
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La razón de las autoridades por las que no recomiendan el uso de mascarillas de tela es porque su eficiencia de filtración depende de lo apretado del tejido o de las fibras, así como el diámetro de los hilos. Esto provoca que la efectividad se encuentre entre el 0.7% y el 60%.
Mientras mayor es la eficiencia de filtración, mucho mejor es el efecto de barrera que protege a la persona.
Por el contrario, las mascarillas quirúrgicas y médicas llevan pliegues, se ajustan de mejor forma a la cabeza de la persona por medio de cintas y son planas. Estas se utilizaban tradicionalmente por personal sanitario para evitar infecciones por contaminantes bacterianos.
Sin embargo, las mascarillas quirúrgicas solo pueden cubrir gotas de hasta tres micras de diámetro, por lo que su uso no es recomendable para el personal de salud o familiares que estén en relación directa con personas infectadas de covid-19.
En un metanálisis de estudios de observación se descubrió que las mascarillas quirúrgicas desechables y las hechas de algodón con 12 o 16 capas presentaban buena protección a las personas sanas dentro de viviendas o cuando se relacionaban con otras personas.
Finalmente, los respiradores o auto filtrantes tienen una buena protección contra los contaminantes y una mejor adaptación en el rostro de la persona, pero se debe recibir una capacitación para su adecuado uso, además de una evaluación médica que permita utilizarlas.
Aún con el uso adecuado de la mascarilla, es importante conocer el proceso por el cuál el virus logra contagiar a las personas, permitiendo actuar en consecuencia y tomar las medidas correctas. El distanciamiento y el lavado constante de manos son esenciales para que una persona evite contagiarse.