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Lenta agonía por identificar cuerpos de víctimas de la erupción del Volcán de Fuego

En una improvisada morgue en Escuintla, decenas de personas deambulan con imágenes de sus seres queridos en una angustiosa búsqueda para sepultarlos, una semana después de que el Volcán de Fuego arrasó una comunidad y mató al menos 110 personas.

En las afueras de la Escuela Normal Intercultural de Escuintla se instaló una unidad del Inacif. (Foto Prensa Libre: Ana Lucía Ibarra).

En las afueras de la Escuela Normal Intercultural de Escuintla se instaló una unidad del Inacif. (Foto Prensa Libre: Ana Lucía Ibarra).

“Ellos no son ningún animal, son personas”, dice Boris Rodríguez, de 24 años, quien logró rescatar una decena de cadáveres pocos minutos después de que la avalancha arrasara la aldea San Miguel Los Lotes. Junto a numerosos dolientes ahora espera que se los devuelvan para velarlos y sepultarlos.


Algunas familias pierden la paciencia mientras las autoridades concluyen el proceso de identificación en la morgue habilitada en una escuela en Escuintla, donde se almacenan decenas de cuerpos hallados hasta el momento.

Rodríguez mata el tiempo en la morgue desde el lunes, después de ayudar a sacar de la aldea los cadáveres de 10 familiares y acompañarlos en el viaje a la morgue. Casi seis días después no ha podido retiralos porque aún no los han identificado.

“Es bastante doloroso sacar los cuerpos y no poder velarlos”, lamenta Rodríguez, cerca de una pila de féretros disponibles para las familias que no puedan costearse uno.

La fase de identificación es lenta debido a un largo proceso, consistente en pruebas de ADN y entrevistas a familiares, por las que hasta ahora solo se han reconocido 41 cuerpos, según el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif).

Agotando la paciencia

Muchos pobladores señalan que la tragedia pudo evitarse si la institución de protección civil hubiese emitido una alerta para evacuar el pueblo, algo que lamenta Enma Pamal, quien se enteró de la catástrofe a miles de kilómetros de Guatemala.

Pamal, de 46 años, tomó un vuelo desde Estados Unidos al saber que la comunidad donde nació fue arrasada por el volcán. La mujer que emigró hace 26 años perdió a 18 parientes.

“Queremos que se agilice (la entrega de los cuerpos). Ya la paciencia como que ya se empezó a perder, la esperanza no, pero la paciencia como que ya”, comenta Pamal junto a su hermano Gerson (27), sobreviviente del desastre.

Gerson fue quien rescató los cadáveres de sus padres, hermanos y otros familiares que estaban reunidos en una iglesia evangélica y uno de los callejones de la comunidad.

“Nomás nos han dicho que tengamos paciencia” señala Enma, visiblemente molesta por el retraso para recibir los cuerpos pese a que han dado las muestras de ADN e informado sobre lunares, cicatrices y otros signos físicos de los fallecidos.

También en la morgue provisional de Escuintla, Milvia Rosales, una maestra de 50 años, va de un lado a otro con un cartel con fotografías de alumnos de la escuela de San Miguel Los Lotes. La mentora asegura que casi medio centenar de niños del centro desparecieron o murieron en la tragedia.

“Me da tristeza porque me hacen falta mis niños”, se lamenta en llanto Rosales, quien busca a tres de sus alumnos.

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