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El riesgo de morir es alto. Cerca del 70 por ciento de los bebés que nacen antes de término pueden fallecer, mientras que el 60 por ciento de los que sobreviven llegan a tener secuelas neurológicas, indica Campos, quien participó en la conferencia Reducción de la mortalidad neonatal por causas evitables o prevenibles: un reto de la salud pública, presentada por la Fundación de Especialidades Materno Infantil (Fundaemi).
Las principales causas del parto pretérmino son las enfermedades placentarias -problemas en la placenta-, la restricción del crecimiento intrauterino -el bebé no gana peso dentro del útero- y preeclampsia – presión arterial alta y signos de daño hepático-.
En relación con la preeclampsia, una de cada diez mujeres llega a padecerla. El tratamiento oportuno puede costar unos Q150, mientras que de no diagnosticarse la estancia hospitalaria de esa paciente con complicaciones puede alcanzar la suma de Q1.4 millones, dice Campos, para quien la medicina preventiva es necesaria y repercute menos en el bolsillo de las personas.
Diagnóstico tardío
“En Guatemala, la detección de casos es tardía y a veces se conocen cuando el bebé está naciendo. Además, al bebé no se le da el tratamiento para prevenir problemas respiratorios e intestinales, y otros de su condición. Mientras más alejados estamos de la semana 37, más graves son los problemas”, agregó.
La detección temprana es de vital. De esa cuenta, desde la fundación estima necesario crear centros de diagnóstico con recurso humano y tecnológico adecuado para poder tamizar o buscar intencionadamente a esas pacientes que tiene riesgo de un embarazo pretérmino, además de contar en los hospitales del sistema de salud pública con especialistas en medicina materno fetal para tratar estos casos.
El tamizaje o pruebas de detección de trastornos metabólicos realizado alrededor de la semana 18 a 24 es fundamental, pues permite instalar los tratamientos apropiados a la madre para reducir el riesgo (de prematurez) en un 40% por ciento.
Pero la intervención debe ir más allá del nacimiento y de la atención que el bebé pueda tener en un hospital. Según la médica Ana Lucía Diez, “un niño prematuro que se va a casa, no es lo mismo que un niño a termino que se va a su casa, requiere muchas terapias, muchos cuidados especiales, porque sus órganos tienen que seguir madurando fuera del vientre de la madre”.
Durante la semana 34 de embarazo, el cerebro de un bebé se ha desarrollado en un 70%, mientras que sus pulmones no han alcanzado su madurez, lo que ponen en riesgo de morir.
Por ello, “el no inmunizar a los bebés prematuros o de bajo peso antes de su salida del hospital implica el riesgo de infecciones respiratorias posteriores que provocan reingresos hospitalarios que se pueden prolongar y que también representan un riesgo de muerte, sin mencionar el impacto económico de estos tratamientos”, indicó el médico Gerardo Cabrera Meza.
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