Según la Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos (Enei 2-2014), la población en edad de trabajar (PET) es de 10 millones 509 mil 644 de personas —52.7 por ciento son mujeres—, mientras que la población económicamente activa (PEA) es de seis millones 316 mil cinco —el 65 por ciento son hombres—.
En el boletín del Observatorio de Trabajo Decente, Ingresos Salariales, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), se indica que la diferencia que hay en el ingreso promedio de un asalariado rural —Q1,470.50— es alrededor de la mitad respecto del urbano metropolitano —Q2,930.43—.
Según el informe: “Estas diferencias son aún mayores en el caso de los asalariados rurales indígenas y las mujeres asalariadas rurales indígenas, que son las que tienen el menor ingreso, aproximadamente un tercio del promedio del urbano metropolitano”.
El salario promedio rural de la mujer indígena es de Q1,128.42, en tanto el de una no indígena en el área urbana metropolitana es de Q2,776.11.
Julio Prado, analista de Asíes, señaló que las mujeres tienen mayores diferencias salariales en el sector informal.
“En promedio, la mujer tiene alrededor del 84 por ciento del salario del hombre; pero si vamos al área rural y es mujer indígena, a veces anda por 60 por ciento el salario que devenga respecto con el del hombre, por la misma actividad”, aseveró.
Lourdes Xitumul Piox, a cargo de la Secretaría Presidencial de la Mujer (Seprem), señaló que para el 2010 la diferencia salarial en el promedio entre hombres y mujeres era de Q438, mientras que en el 2014 fue de Q495.
“Está permeado en el imaginario de que el hombre es para la vida laboral y las mujeres ya tenemos socialmente asignados roles, que somos para el espacio privado, cuidar a la familia, atender a la pareja, al papá. Es el sistema patriarcal con el que luchamos día a día”, indicó.
Resaltó que cuando una mujer llega a un puesto por su capacidad, en la práctica tiene que hacer el doble o triple esfuerzo por asegurar su trabajo; además, se enfrenta con que un hombre puede ganar más en el mismo puesto y por hacer las mismas funciones que ella.
Otro indicador que refleja la realidad de las mujeres está en el Seguro Social, ya que el año pasado reportó 410 mil 955 afiliadas cotizantes y 856 mil 474 afiliados.
Erwin García, director de Sistema de Información y Estadísticas de la Seprem, señaló que en los datos que se manejan los hombres participan en las actividades del hogar en 13 por ciento y el 87 por ciento de tareas recaen en las mujeres, las cuales no son remuneradas, pero sustituyen un costo.
Agregó que en el 2011 se calculaba que el aporte del trabajo no remunerado de la mujer al producto interno bruto (PIB) era de 15.6 por ciento y para el 2014 era de 18.9 por ciento.
“Esto nos da una idea muy cercana a la realidad de cuánto es el aporte de la mujer al PIB”, aseveró.
Según Tania Arita, gerente regional de Manpower Centroamérica y República Dominicana, un informe sobre inclusión de la mujer en lo laboral refleja que si bien la mujer ocupa el 50 por ciento en el mercado laboral, apenas el 25 por ciento llega a cargos gerenciales, ni siquiera directivos.
“Hay datos estadísticos que nos dicen que todavía el hombre sigue ganando más que la mujer, a pesar de que tienen el mismo puesto y los mismos roles (…) Más del 20 por ciento de las mujeres consideran que hay mejores oportunidades para el hombre o preferencias para ocupar cargos”, dijo.
Resaltó que más del 76 por ciento de las mujeres después del embarazo deciden no regresar al trabajo, porque no hay flexibilidad de horarios.
Añadió que según un estudio realizado en 25 países, se encontró que los millennials —personas menores de 34 años— consideran que reducir las brechas entre hombres y mujeres llevará unos 22 años.
Invisibiliza aporte
Según Élida Ajsac, directora de promoción y participación de la mujer de Seprem, las desigualdades tienen sus raíces en el sistema patriarcal y racista. Agregó que el mismo invisibiliza el aporte femenino, y si se habla del sector agrícola, a las mujeres se les relega como ayudantes del jefe de familia.
No se denuncia
Dulce Zúñiga, de la Procuraduría de los Derechos Humanos, dijo que por ahora no tienen denuncias relacionadas con discriminación de género o desigualdad salarial. Resaltó que aunque el Código de Trabajo contempla la igualdad en los salarios, existen diferencias que no se denuncian.
Luchan por la igualdad
Mayra Díaz, de la Federación Sindical de Trabajadores de la Alimentación, Agroindustria y Similares de Guatemala, señaló que en la organización se trata de eliminar esa brecha y que las mujeres incidan sin importar la etnia, credo o cultura. “Se lucha por un salario decente, justo y vital”, expresó.
Sin cumplirse
Maritza Velásquez, de la Asociación de Trabajadoras del Hogar y de Maquila, dijo que aunque la ley es clara, la maternidad afecta la contratación de la mujer en ciertos sectores, y que en el trabajo doméstico predomina la mano de obra femenina; pero aún ahí le pagan más al hombre.
Ven desventaja
Tania Arita, de Manpower, indicó que más del 20 por ciento de las mujeres piensa que llegar a posiciones de liderazgo es olvidarse de su familia y el hombre eso lo pone como un ingrediente. Agregó: “Hay una cultura masculina arraigada (…) en donde no hay flexibilidad para las mujeres”.