Aunque algunos epidemiólogos discrepan en que si actualmente el país está en una tercera ola, o en una cuarta o solo se trata de una meseta prolongada, lo cierto es que, de la primera semana de mayo -momento en que empezaron a aumentar sostenidamente los casos- hasta la actualidad, se sumaron 221 mil 840 contagios más y 3 mil 507 muertes.
El desborde en los hospitales refleja esta situación, aunque los médicos coinciden en que la realidad es peor, debido al subregistro y a la falta de pruebas que en estos momentos tendría que aumentar.
Actualmente el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) realiza un promedio de 15 mil pruebas diarias con una positividad sobre el 34 por ciento. Aunque hay días que hacen dos mil pruebas.
La viceministra Leslie Samayoa comentó que la idea es descentralizar las pruebas y recordó que en la conferencia brindada el miércoles 25 de agosto mencionaron que tienen 14 laboratorios a nivel nacional como en Petén, Zacapa, Huehuetenango, Chimaltenango y Quetzaltenango.
“Se tuvo una meta inicial de 5 mil pruebas, pero con la introducción de pruebas de antígeno se logró hasta triplicar, teniendo una máxima capacidad de 15 mil diarias”, dijo.
Sin embargo, la capacidad de diagnóstico sigue manteniéndose en las áreas urbanas y a criterio de los epidemiólogos, el MSPAS debe hacer 35 mil pruebas diarias.
Pese a que el número de pruebas que se hacen en el país, la proyección para las siguientes semanas son alarmantes. Se habla de una duplicación de casos y muertes para octubre.
Una ola prolongada
La doctora Nancy Sandoval, presidenta de la Asociación Guatemalteca de Enfermedades Infecciosas (AGEI) considera que en el país las olas no se han marcado tanto. “Realmente no se ha salido de la primera ola y ha sido una meseta prolongada la que ha marcado nuestra epidemia en el país en que se han presentado picos y escaladas y se hace más evidente el desborde del sistema”, indicó.
Pero para Karin Slowing, del Laboratorio de Datos, esos picos y desescaladas sí marcan la tendencia, explicando que los casos han aumentado desde febrero con un mínimo descenso antes de Semana Santa. “Yo soy de la posición que es una tercera ola extensa, que es una tendencia más achatada pero prolongada y así llevamos como 20 semanas”
Aunque José Ortiz, del Observatorio Covid-19 agrega que es una cuarta ola que inició la primera semana de mayo, los dos coinciden en que las pocas pruebas hacen que existan datos confusos.
“Las pruebas deberían ser de acceso universal y gratuita, en el área rural se hacen menos pruebas y la gente no tiene un empleo para pagar por una en los laboratorios privados”, agregó Ortiz.
Las pruebas de PCR pueden llegar a costar Q700 en los laboratorios privados y en el mercado empezaron a salir pruebas de antígeno que se pueden hacer en casa, a un precio más asequible pero que no son tan confiables ya que la persona debe saber cómo sacar la muestra.
“Los niveles de testeo son muy pocos, aunque se ha mejorado se mantiene por debajo de lo que se había planteado y el hecho de haber privatizado las pruebas hace que el testeo esté disponible en Guatemala pero que no esté en la misma posibilidad en los departamentos y áreas rurales”, agrega Slowing.
Según la información oficial del MSPAS, la población de 20 a 40 años es la que más se hace pruebas y los departamentos de Jalapa, Totonicapán, Alta Verapaz y Sololá son los que hacen menos tamizajes por cada 100 mil habitantes.
Incluso, en Sololá hay tres municipios que han realizado una prueba de covid-19 en dos semanas y su alerta epidemiológica se mantiene en amarillo.
Pero la fórmula es sencilla, dice Sofía Montenegro de la organización Diálogos al explicar que entre menos pruebas, menos casos confirmados. Es por esto por lo que se teme que la situación actual de la pandemia sea más dramática de lo que dicen los datos.
“Lo que tenemos es un escenario conservador, alarmante pero conservador porque los casos de contagio tienen un subregistro, hay un exceso de muertes y no se hacen las suficientes pruebas”, agregó.