La doctora en Ciencias en Nutrición Poblacional Mónica Mazariegos, del Centro de Investigación para la Prevención de Enfermedades Crónicas del Incap, refiere que las causas de la desnutrición crónica son multifactoriales y que sus consecuencias en morbimortalidad, educación y productividad son uno de los principales mecanismos de transmisión intergeneracional de la pobreza y la inequidad en Guatemala.
La prevalencia más alta de niños con desnutrición crónica se observa en edades de 18 a 23 meses —55%— y de 24 a 47 meses —51%—, añade.
Los departamentos cuya prevalencia de desnutrición crónica es 20% mayor que el promedio nacional son Totonicapán, Huehuetenango, Quiché y Sololá, pues registran los mayores niveles de pobreza, acceso a servicios de salud, educación e infraestructura, lo que limita su desarrollo y, en consecuencia, se fomenta la migración irregular, advierte Ricardo Rapallo, representante de la FAO en Guatemala.
“Casi la mitad de la población infantil del país no podrá desarrollar plenamente sus capacidades cognitivas a lo largo de su vida, no podrá aportar plenamente a los procesos nacionales de desarrollo, y si no lo remediamos, transmitirán esta situación de rezago a sus hijos e hijas”, puntualiza Rapallo.