“Un estudiante que se va, siempre debería ser una preocupación”, dice Carlos Aldana, catedrático universitario y especializado en Educación. El que haya casi 80 mil niños más saliendo del sistema es una señal de alarma, “porque esa niñez no solo es parte de la expulsión sino de la problemática socioeconómica del país. Hay que preguntarnos a dónde se van los que desertan, en qué ocupan su tiempo, cómo emplean su vida”, agrega.
Si bien puede haber situaciones propias del estudiante que lo empujan a retirarse de la escuela, como problemas de aprendizaje, hay otras que transcienden al niño o adolescente, que están en la sociedad y son las que más inquietan. Las dificultades económicas que han afrontado los hogares durante la pandemia del covid-19 se encuentran en ese último grupo y tienen gran peso en las recientes cifras de deserción, según analistas.
Indistintamente si pertenecen al sector público o privado, en dos años se habría retirado un total 295 mil 574 estudiantes, aunque no se tiene certeza si alguno de los que abandonó las clases en el 2020 las retomó en el ciclo siguiente.
La primaria es el nivel con la matricula estudiantil más robusta del país, la cifra de inscritos el año pasado llegó a 2.3 millones. También es el que presenta la mayor cantidad de niños que desertaron en los últimos dos años. En el 2020 fueron 33 mil 185 los que abandonaron las clases, mientras que en el 2021 esa cifra se incrementó en un 125.7 por ciento, ya que el reporte muestra que 74 mil 922 niños no culminaron el ciclo escolar.
Pese a que cursarla no es un requisito para ingresar a primaria, la preprimaria fue el nivel educativo con las cifras de alumnos retirados más baja. El año pasado se inscribieron 632 mil 213 niños, y los que se salieron a medio camino fueron 15 mil 935.
“Los datos son alarmante y nos debe de importar, porque es la escuela la que está expulsando a los niños, se está perdiendo la escolaridad. Si a esto le sumamos que tampoco se tiene una cobertura educativa total, lo que estamos haciendo es condenar a nuestra niñez a la ignorancia, a negarles el derecho a la educación”, refiere Mario Rodríguez, analista independiente en temas de Educación.
También en la secundaria
No todos los que terminan la primaria continúan sus estudios en el siguiente nivel. Al revisar las estadísticas del Mineduc se observa que 55 mil 281 niños que salieron de sexto grado en el 2020 no dieron el salto a la educación básica. Es un claro ejemplo del por qué la matrícula en la secundaria es mucho menor, pero esta se reduce más por la deserción escolar.
De los 712 mil 460 estudiantes que se inscribieron en los tres grados del nivel básico el 9 por ciento se retiró. Los departamentos con las cifras más altas de abandono escolar a este nivel son Guatemala, San Marcos, Alta Verapaz, Escuintla, Quiché y Jutiapa.
Por otro lado, el año pasado se matricularon en diversificado 383 mil 151 adolescentes, pero hay una pérdida de 31 mil estudiantes. A los departamentos antes mencionados se les suman Petén, Quetzaltenango y Huehuetenango, como los más impactados en los grados de cuarto, quinto y sexto de secundaria.
“Lo que hace la escuela no solo es la socialización sino darles —a los niños y adolescentes— herramientas para que tengan oportunidades de desarrollo, y cuando hay deserción se trunca su proceso de formación y eso al final los lleva a enfrentarse a una situación difícil, en cuanto a las condiciones económicas imperantes”, dice Rodríguez, de esa cuenta hay que buscar las motivaciones que provocaron el retiro y darles una respuesta, acá el Estado tiene gran responsabilidad.
De acuerdo con el informe Crecer más y para todos, de BIDeconomics Guatemala, la salida prematura de los jóvenes de sistema educativo está relacionada con la falta de recursos para estudiar y la urgencia de apoyar económicamente en el hogar, pero también influye la poca oferta educativa que hay a nivel de la secundaria, principalmente en el sector público.
“Es doloroso y grave que un niño o una niña de educación primaria abandone la escuela, porque estamos poniendo las bases del país, pero cuando ocurre en el ciclo básico o diversificado, con adolescentes que son más vulnerables, la situación es preocupante, porque al no estar estudiando ni trabajando están en riesgo de enrolarse en actividades ilícitas, de migrar o dejarse envolver en circuitos de violencia e inseguridad”, reflexiona Aldana.
La deserción también impide a la educación superior hacer su papel formador en los jóvenes, porque se les limita la oportunidad de que ingresen a la universidad.
Público y privado
De acuerdo con Rodríguez, lo que se vio en estos años de pandemia fue una migración de estudiantes del sector privado a escuelas e institutos públicos.
En ese período fueron 86 mil estudiantes los que ya no se matricularon en colegios privados, y que se habrían trasladado a la educación estatal.
Si bien son los colegios privados los que concentran la mayor cantidad de estudiantes en la secundaria, al revisar las estadísticas, fue en los institutos oficiales en donde se registró un mayor abandono en el 2021.
A nivel de básicos, el 12 por ciento de los inscritos en establecimientos públicos se retiró, mientras que en los centros privados fue el 6.37 por ciento.
Lo mismo ocurrió en el diversificado. La deserción en el sector público llegó al 10.6 por ciento, en tanto que los colegios privados registraron un 7.14 por ciento.
¿Cómo resolverlo?
Aldana es de la opinión que para frenar el abandono escolar se debe construir una estrategia de carácter nacional, donde se involucre el Mineduc, las instituciones que dan educación pública como privada y las universidades.
Esta debe atender la calidad interna del sistema educativo, la permanencia de los estudiantes en los salones de clase, pero también generar en los estudiantes competencias laborales que aseguren su inserción al mundo productivo y en el mundo académico.
“Al Ministerio de Educación le hace falta poner interés en cómo combatir la deserción, pero también en incrementar la cobertura escolar”, señala Rodríguez, para quien hay herramientas de las cuales la cartera puede echar mano, como entrega de becas.
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