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La comunidad que esperó un siglo para que llegara la luz, pero ahora falta fomentar el desarrollo

La aldea Escaleras se encuentra a orillas de la sierra de las Minas, un lugar aislado y complicado para llegar. Hoy, los comunitarios piden ser escuchados para aprovechar el uso de la energía eléctrica.

Visita en San Agustín Acasaguastlán, la aldea Las Escaleras, se documento el camino rumbo a la aldea debido al mal estado de la carretera no se pudo llegar al lugar.

El municipio en el departamento de El Progreso, Guatemala, conocido por su rica historia colonial y su icónica iglesia del siglo XVII. 

Foto: BYRON RIVERA 
19/09/2024

La luz llegó un siglo después a la Aldea Escaleras, San Agustín Acasaguastlán, El Progreso. Ahora sus comunitarios buscan que dicho recurso pueda aprovecharse con otros proyectos para la comunidad que está en las orillas del Sierro de las Minas y que forma parte del Corredor Seco. (Foto: Byron Rivera: 19/09/2024)

Cuando llegó la luz, la comunidad imaginó que vendría el desarrollo en la aldea. Todos creyeron que la pobreza extrema terminaría, que la carretera finalmente se habilitaría, que tendrían agua potable, viviendas dignas, un puesto de Salud y proyectos para los agricultores de la zona, pero de eso nada pasó; al contrario, tener energía eléctrica en Escaleras, San Agustín Acasaguastlán, El Progreso, se volvió un lujo.

En el 2018, los bombillos de paneles solares fueron cambiados por focos de luz eléctrica. Quienes tenían familiares que trabajaban en la capital comenzaron a llevar a sus viviendas aparatos de sonido y televisores. Al atardecer, con la caída del sol y acompañado del sonido fuerte de las chicharras, comenzaron a escucharse las primeras frecuencias de radio y alguno que otro programa televisivo.

Para ver la luz, la segunda generación de nacidos en Escaleras tuvo que esperar 75 años. Hoy, casi toda la comunidad tiene, aunque no todos los días llega el servicio, y cuando es así, la vida continúa como antes, esperar que caiga la tarde para solo escuchar radio de baterías.

“Quienes tuvieron la posibilidad de cumplir con los requisitos y comprar los materiales —Q1 mil 500— fueron los primeros en tener luz”, indicó Gonzalo Ramírez Tista, presidente del consejo comunitario y desarrollo urbano y rural (Cocode), quien agregó que el proyecto comenzó a trabajarse una década atrás.

Actualmente, de las 75 familias que viven en Escaleras, quizá unas cinco no cuentan con el servicio. Ramírez dice que sí se vio como desarrollo la llegada de la energía eléctrica; pero, al final, ahí quedó, porque no todas las familias cuentan con electrodomésticos y quienes tuvieron posibilidad de hacerse de algunos productos compraron una refrigeradora para vender aguas y algunos productos que necesitan frío.

“Sale caro tener luz en este lugar”, comentó Benigno Cuéllar Calderón, vecino de la aldea. Indicó que varias viviendas de familias que sufren de pobreza solo usan dos bombillos y la factura llega hasta por Q70. “Aquí, para nosotros, es mucho”, aseveró.

Ramírez insistió en que debe aprovecharse mejor ese servicio. Para ello, la administración municipal dijo que tiene varias ideas, como “ayudar a las familias para que hagan microempresas familiares”, pero a la fecha no hay nada en concreto.

El alcalde Byron Aguilar declaró que hay otras aldeas, como El Volcán, Terraplán, El Moján, que no tienen energía eléctrica, pero que la propuesta es que al terminar su administración todas las aldeas, comunidades y caseríos tengan luz.

Para documentar cómo transcurre la noche con la llegada de la luz, ese día cortaron la energía desde horas de la madrugada, y las casas que están esparcidas en medio de la montaña tenían luz generada por pequeños paneles solares, que poseían con anterioridad. “Es constante que corten la luz por varios días”, manifestó Ramírez, quien indicó que eso genera problemas para los vecinos que venden productos como pollo o carne.

Primer paso

Rony Linares, analista independiente y experto en asuntos municipales, señaló que la llegada de la luz a esa comunidad es el primer paso para fomentar el desarrollo. Recalcó que depende mucho de tres grandes factores: la comunidad, la gestión y la positividad de los líderes locales.

“La luz genera actividades económicas”, expresó Linares, al manifestar que, por ejemplo, hay tiendas que ya  venden otras cosas, como jamón o pollo. “Aunque el ingreso sea mínimo, al final, en aldeas de ese nivel no se puede pedir peras al olmo, porque la gente no tiene mayores ingresos”, puntualizó.

El jefe edil declaró que preocupa que no todas las comunidades tengan luz: “Estamos viendo la forma de cómo lleguen proyectos de energía a todos los lugares. El alcalde agregó que se buscan alianzas con embajadas u oenegés, para que puedan invertir en donde tengan participación los comunitarios.

El jefe edil insistió en que, ya con energía eléctrica, una familia puede tener mejor ingreso, mejor educación. La opinión es similar a la de Linares, respecto de que “la energía genera desarrollo”. Reiteró que hay mayores posibilidades de actividades económicas e incentivar a la comunidad por medio de las municipalidades, “pero solo con el hecho de que llegue energía, ya están sentados los cimientos para el desarrollo de la comunidad”, indicó.

Hacia las nubes

Llegar a Escaleras representa una travesía. Después de haber transitado por hora y media 95 kilómetros, se necesita otra hora más para recorrer 25 kilómetros hacia las montañas. El lugar se encuentra en las faldas de la Sierra de las Minas, pero también es parte del Corredor Seco.

Escaleras es una de las 23 aldeas que componen el municipio, pero también es una de las que registra más casos de pobreza, pobreza extrema y desnutrición. Incluso las actuales autoridades municipales han detectado desnutrición en adultos y niños en toda esta zona.

No hay dato específico de la fundación de Escaleras, pero, de acuerdo con los relatos de los habitantes del lugar, esa comunidad tiene más de cien años. “Yo nací en Escaleras hace 73 años, mi mamá nació aquí, mis abuelos Tránsito Ruano y Casimiro Munguía también nacieron aquí”, comentó María Consuelo Ruano, la sexta de 12 hermanos. Ramírez Tista coincidió con su relato y recordó que sus abuelos y padres nacieron en ese lugar.

El Índice de Necesidades Insatisfechas, de la Secretaría de Planificación y de Programación de la Presidencia, del 2018, colocó a esa comunidad en 60.3%, lo que significa que seis de cada 10 viviendas tienen problemas de hacinamiento, falta de agua potable, drenajes, educación escolar y precariedad ocupacional.

Para llegar, hay que pasar por varias aldeas, montañas, dos ríos y un “camino de herradura”. Un carro de doble tracción cobra entre Q250 a Q300 por viaje. “No es por la distancia, sino por el tipo de camino; los carros se dañan luego”, dicen los pocos que se animan a adentrarse en la zona.

En época de verano, la temperatura alcanza los 38 grados. La escasa lluvia ha afectado en los últimos años las cosechas de frijol, maíz, café y tomate, los principales productos que se siembran. Los vecinos saben que eso es parte de los efectos del cambio climático. Sumado a ello, la escasa intervención de las autoridades de una aldea que según explicaron ha sido olvidada.

“Las aldeas son las más afectadas en temas de salud, educación y acceso”, explicó el alcalde Aguilar, quien ganó por primera vez las elecciones municipales el año pasado. El edil dirige un municipio con más de 55 mil habitantes, en donde el 65% vive en el área rural.

Experimentos

En la década de 1940, las autoridades guatemaltecas de Salud firmaron un acuerdo con la Oficina Panamericana de Sanidad de Estados Unidos, y autorizaron efectuar experimentos en los que inocularon enfermedades venéreas a la población militar, reos, prostitutas y enfermos mentales. Federico Ramos Meza, uno de los residentes de Escaleras, comentó que efectuaron ese experimento cuando prestaba servicio en el Ejército en la zona 13, Fuerza Aérea Guatemalteca.

El caso fue revelado bajo la administración del expresidente Barack Obama, quien por medio de una llamada se disculpó con el expresidente, Álvaro Colom, por dichos ensayos clínicos. Los experimentos en esa época concluyeron en 1948. Las autoridades de Salud le dieron seguimiento a las personas inoculadas y contagiadas, con el objetivo de proveer más datos de investigación sobre la sífilis.

Medios nacionales e internacionales llegaron a la aldea entre el 2010 y el 2014 a buscar a Ramos Meza y a Manuel Gudiel —ambos ya fallecidos—, quienes fueron identificados como víctimas de esos experimentos que se hicieron sin su consentimiento. La noticia puso en el mapa a la aldea, pero después de ese hecho jamás se acercaron las autoridades gubernamentales para conocer cuáles eran las necesidades que tenían los comunitarios.

De acuerdo con los datos del informe Seguridad alimentaria y nutricional en San Agustín Acasaguastlán, El Progreso, presentado por varias entidades gubernamentales e internacionales, la población que vive en las afueras del casco urbano —el 67%— son familias que se encuentran en pobreza y el 19% en pobreza extrema.

En Escaleras hay dos escuelas, una es de párvulos y otra de primaria —con grados compartidos, por la ausencia de maestros—. “Hay muchas escuelas en el área rural en donde solo tenemos un maestro que cubre hasta los seis grados; entonces, no podemos dar una educación como merece la población”, reiteró el alcalde.

Ramírez secunda la preocupación en el tema de educación. “Quisiéramos que con la llegada de la luz también los niños tuvieran en la escuela computadoras para su educación”, refirió.

Los otros problemas

René Palomo, concejal primero, manifestó que se trabaja con los 98 cocodes. “Hemos intervenido con obras sociales que incluyen medicinas, jornadas médicas y alimentos”. Explicó que, al tomar posesión, se encontraron carencias en las comunidades, pero con el presupuesto que se tiene es complicado, aunque aseguró que se trabajará en ello.

El alcalde señaló que la municipalidad tiene el proyecto “Creciendo Juntos”, que atiende al momento cien niños con desnutrición severa, a quienes, además de atención médica, se les otorgan alimentos, como frijol, Incaparina y avena.

La directiva del Cocode de Escaleras también tiene identificados casos de desnutrición, familias que viven en situación de pobreza que, a raíz de la falta de lluvias, perdieron este año sus cosechas de frijol y maíz. El único cultivo que da sostenibilidad a quienes viven en toda esa zona —incluidas otras aldeas— es el café, aunque el dinero que reciben por el corte es poco, por lo que muchas familias —hombres, mujeres y niños— deciden irse a trabajar a las fincas para tener un mayor ingreso.

“Vemos niños de 5 y 6 años, esposos trabajando en conjunto para poder cosechar café y poder cortar lo suficiente para poder ganar. Por esto también muchos niños ya no asisten a las escuelas, pues buscan contribuir con sus padres para poder ganar el sustento”, apuntó el alcalde.

Aguilar justificó que la pobreza y desnutrición provienen de muchos años atrás. “Acuérdese que estamos en el Corredor Seco, y pues ahorita hemos tenido problemas con la sequía”, manifestó.

Otra de las preocupaciones es el agua. Actualmente, la comunidad reúne fondos para comprar una vertiente de agua. A juicio de Linares, es normal que en algunas zonas lejanas la población gestione, administre y cobre por el servicio de agua, pues está estipulado en el Reglamento del servicio de Agua Potable para Consumo. La municipalidad conoce el tema, aunque argumenta que ese problema es generado por la tala en la Sierra de las Minas.

Riesgo

Linares indicó que otro de los problemas a futuro que puede tener San Agustín Acasaguastlán es que todo está concentrado en El Rancho, y si esa aldea busca convertirse en municipio, la situación empeoraría.

El Tablero de Necesidades Básicas Insatisfechas refiere que menos de cuatro hogares tienen problemas con agua, hacinamiento y asistencia escolar. “Ahí —El Rancho— es donde se genera el mayor movimiento económico del municipio. Si se convierte en municipio, San Agustín Acasaguastlán de una vez aterrizará a ser totalmente pobre, porque se va a quedar sin recursos. Todo se lo va a comer El Rancho”, resumió.

Migración

A inicios del 2019 y principios del 2020, dos jóvenes de Escaleras tuvieron la oportunidad de hacer pruebas con el Deportivo Guastatoya. Estos salían a las 4 de la madrugada para estar al mediodía en el estadio departamental y entrenar con el equipo de futbol, y al terminar la jornada, se regresaban a la aldea en horas de la noche.

Los entrenamientos, dice el presidente del cocode, Ramírez Tista, eran dos veces a la semana, y los demás días los utilizaban para trabajar en la agricultura. Meses después, comenzaron a confirmarse casos de covid en Guatemala y los sueños de jugar futbol profesional desaparecieron. Por la falta de oportunidades y poco desarrollo en la aldea, los dos jóvenes decidieron migrar a Estados Unidos y trabajar allá para ayudar a sus familias.

El alcalde explicó que el factor laboral es otro de los problemas que se tienen en San Agustín Acasaguastlán. Para ello, la comuna cuenta con un proyecto en conjunto con Canadá. “Actualmente hay 235 personas entrevistadas y a nivel proyecto 525 ya laboran en aquel país”, indicó.

ESCRITO POR:

Enrique García

Periodista de Prensa Libre especializado en política y fiscalización con 18 años de experiencia.