Estas son las imágenes de caminos intransitables, baches, agujeros que dañan vehículos y los peligros en carretera que deben enfrentar los turistas extranjeros que visitan el país y los nacionales que recorren los departamentos.
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La calma de aquel domingo de 2018 fue interrumpida por el estrépito de las máquinas de construcción. Los ingenieros llegaron a las siete de la mañana al camino de tierra y asfalto. Ese mismo día, rompieron una porción del pavimento que trataban de reemplazar.
“Estaba preocupado; pensé que lo iban a tirar al agua”, recuerda Lucio Mamberto, propietario del Tzampoc Resort, un hotel de lujo situado frente a la carretera.
En la semana siguiente, los constructores empezaron a rellenar los agujeros que dañaban otra parte del camino. Lucio dice que solo repararon una sección de unos dos kilómetros. “Arreglaron todos los hoyos y desaparecieron. Nunca se supo nada más. Y aquí dejaron la carretera destruida”, señala.
El tramo mide seis kilómetros y une a Santa Catarina Palopó con San Antonio Palopó, dos pueblos sololatecos conocidos por sus tradiciones mayas y casas multicolor. Ambos descansan a orillas del Lago de Atitlán, uno de los cinco sitios turísticos más visitados del país, según la Cámara de Turismo de Guatemala (Camtur).
Cuatro años después del comienzo de la obra de reposición, la carretera luce abandonada. Alrededor de 600 metros son de tierra. El polvo tiñe de gris y café a las plantas que crecen en los extremos del camino. Las porciones asfaltadas presentan agujeros de hasta cinco centímetros de profundidad.
Este es uno de los seis tramos de la red vial que Prensa Libre y Noticiero Guatevisión identificaron que dificultan la llegada a sitios turísticos, según un recorrido de tres mil 631 kilómetros efectuado en los 22 departamentos del país.
“A los turistas ya no sé cómo explicarles. No sé qué decirles. […] A mí lo que me da es vergüenza”, menciona Lucio.
Ese bochorno, lamenta el hotelero, se multiplica cuando los turistas deciden recorrer toda la carretera que bordea el Lago de Atitlán, un paseo promocionado como “Ruta del Paisaje” por el Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat). Además del paso entre las poblaciones mencionadas, hay otros tres tramos que se encuentran en mal estado.
Uno conecta a San Antonio Palopó con la aldea Agua Escondida. Mide 4.3 kilómetros y es de terracería. Otro va de Agua Escondida a San Lucas Tolimán. Aunque la mayoría de los 11 kilómetros está asfaltada, presenta más de 30 agujeros. El tercero está situado entre Santiago Atitlán y San Pedro La Laguna. Consta de 3.2 kilómetros de tierra montañosa y casi intransitable.
Circular por vías deterioradas está lejos de ser una experiencia agradable. Así opina Próspero Ulloa, un empresario costarricense que desde hace una década viaja con frecuencia a Guatemala.
Está parado en el parque central de Santa Catarina Palopó, vestido con una camisa roja y una pantaloneta azul. Muestra un semblante ligeramente preocupado, pues debe regresar con su esposa a Panajachel, uno de los 12 municipios que rodean el lago. Ambos planearon completar en automóvil la “Ruta del Paisaje”, pero la advertencia de un lugareño alteró su agenda.
“En lugar de viajar por lancha, queríamos aprovechar el vehículo y detenernos en cada pueblo. Pero la conexión se ve interrumpida en Santa Catarina porque la carretera está en condiciones complicadas. Esto implicará que nos devolvamos y perdamos cerca de dos horas”, reclama mientras su esposa intenta recordar dónde estacionaron su carro.
Como los cuatro tramos alrededor del Lago de Atitlán, el Inguat identifica al menos 24 carreteras en mal estado que conducen a sitios turísticos. Un reporte de la institución de septiembre de 2020 suma 467.76 kilómetros que necesitan reparación, distribuidos en todo el país.
“Tal vez hay tesoros únicos que están ubicados a unas distancias largas de donde un joven se necesita mover. Pero si no hay o no existe la condición para que llegue fácilmente, simplemente no va a ir”, reconoce Ana Diéguez, directora de Desarrollo de Producto del Inguat.
Si no viajan, perdemos
Dos varas de metal y un trozo de madera sostienen el cartel. Está sucio por el polvo. Una flecha negra, acompañada del logo de la Municipalidad de Lanquín, en Alta Verapaz, indica que Semuc Champey está a 10 kilómetros.
Solo pasan picops robustos y camionetas grandes. La teoría dice que unos 20 minutos deberían ser suficientes para arribar a las piscinas naturales de agua cristalina. Pero en la práctica, se duplica el tiempo de viaje.
El camino que une a Lanquín con el parque es, en su mayoría, de tres metros de ancho. Casi todo es de tierra, aunque algunas porciones tienen rodadas de cemento para facilitar el paso de las llantas de los vehículos. Charcos, lodo y piedras son los protagonistas del sendero.
Cerca de la entrada al monumento natural, a unos tres kilómetros, un grupo de cabañas destaca entre los árboles. Forman el hotel y restaurante El Nahual. En el mostrador principal del bar trabaja Andrea Chávez, la administradora.
Cuenta que, del total de las reservas que registra en un año, cancela el 15% por la negativa de los turistas a atravesar el camino hacia Semuc Champey. Por cada persona que deja de consumir en su negocio, pierde alrededor de Q250, calcula.
“[Los turistas] vienen y aprecian mucho el lugar, pero no quieren regresar por la falta de mantenimiento de la carretera. Nos afecta en los ingresos porque el lugar es súper bonito, pero pocas personas o solo las que valoran mucho la aventura, vienen de nuevo o lo recomiendan”, lamenta.
Los guías turísticos que promocionan atractivos como este, escondidos por el calvario que representan los accesos, comparten esas pérdidas. “En un mes se me fueron tres clientes porque tenían miedo de ir por la carretera”, dice Óscar Algua, quien labora en una agencia de viajes independiente.
Además de menguar las ventas, las carreteras en mal estado también pueden inflar los costos y congelar inversiones de los empresarios del turismo. Lucio, del Tzampoc Resort en Sololá, lo confirma.
“Debo pagarle a alguien que traiga con picop a los clientes desde donde estacionan su carro. Muchos no quieren entrar su vehículo al camino. […] No puedo usar la piscina porque está casi al nivel de la carretera y se llena de polvo”, explica.
Esos efectos en la industria turística provocados por una red vial deficiente también son detectados por el Foro Económico Mundial. Cada año, elabora un índice que mide qué tan competitivo es un país para atraer a visitantes y vacacionistas. En 2019, Guatemala obtuvo una nota baja: alcanzó el puesto 99 de 140 naciones evaluadas. De acuerdo con el informe, una de las mayores debilidades de la industria turística del país es la infraestructura terrestre y portuaria.
Andrea conoce de primera mano esa limitación. “Cuando llueve, llegar a Semuc Champey resulta imposible. Hay pedazos donde no pasan ni los vehículos, a menos que sean todoterreno. Se quedan atascados y, para poder salir, las familias tienen que invertir de Q700 a Q1 mil en grúas”, relata.
“¿Qué hacen con el dinero?”
La pasarela peatonal marca el punto en donde convergen cuatro carreteras que comunican cuatro departamentos: Guatemala, Quiché, Sololá y Totonicapán. Las letras blancas de un letrero verde dicen: “Los Encuentros”. Decenas de turistas, con prendas holgadas y mochilas llenas, descienden de una camioneta extraurbana y suben a otra que los espera a un costado de la calle.
Édgar Pérez, el piloto del autobús que traslada a los extranjeros, ajusta la palanca de velocidades y espera al siguiente grupo de pasajeros. Deja ir su cabeza sobre el asiento y expresa que está aliviado, pues terminó de recorrer una carretera “peligrosa” que le ha robado hasta Q3 mil mensuales por neumáticos rotos.
Desde Los Encuentros, en Sololá, hasta Tecpán, en Chimaltenango, hay 41 kilómetros de pavimento que forman parte de la Ruta Interamericana, la CA-1 Occidente. El Gobierno estima que en este tramo transitan cada día alrededor de 90 mil vehículos, que deben enfrentar zanjas y agujeros.
Esta carretera es una vena turística: lleva a sitios arqueológicos como Iximché, en el kilómetro 90, o a localidades como Tecpán, en el kilómetro 85. Acumula 10 años de estar en malas condiciones, asevera Edgar. “¿Qué hacen con el dinero, los impuestos, lo que pagamos, las multas y las revisiones? No se mira. ¿A dónde se está yendo el dinero? Está mal administrado”, opina el piloto.
Patricia La Torre, una turista española que optó por recorrer Guatemala en bicicleta, también plantea esas consideraciones. Se detuvo en Los Encuentros para ajustar su casco y rodilleras antes de avanzar hacia la capital.
“No me he sentido tan segura. Mira los grandes autobuses que circulan en poco espacio. Definitivamente, hay que mejorar la red vial”, menciona.
Obras inciertas
Mejorar la red vial turística es responsabilidad del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (CIV). Dos entidades adscritas a la cartera construyen las carreteras de todo el país: la Dirección General de Caminos (DGC) y el Fondo Social de Solidaridad (FSS). La Unidad Ejecutora de Conservación Vial (Covial) es la encargada de brindarles mantenimiento.
“Yo escribí una carta al ministro de Comunicaciones en la que le pregunté si sabía algo, pero nunca contestó”, asegura Lucio, del Tzampoc Resort, en Sololá.
Según el Sistema de Inversión Pública (SNIP), desde 2018 la DGC ha gastado Q6 millones 997 mil 772 en la reposición del tramo entre Santa Catarina Palopó y San Antonio Palopó. Pero esa cantidad de dinero no ha sido suficiente para que los turistas la consideren una carretera “verdadera”.
“En un lugar tan turístico como este, uno pensaría que la prioridad debería enfocarse en el tema de carreteras”, increpa Próspero, el visitante costarricense.
El proyecto entre “los Palopós” estuvo suspendido de julio de 2018 a noviembre de 2020 debido a que el CIV intentó cobrar una fianza por supuestos incumplimientos de la constructora, CYMAVISA. La cartera desistió del proceso tras una conciliación con la empresa.
Pero el acuerdo no fue sinónimo de avance. Luis Gabriel Jo, titular de la DGC, explica que la obra no ha finalizado porque el representante legal de CYMAVISA, Axel Leonel García, falleció por coronavirus en 2021. “Nosotros no podemos continuar sin la certeza del representante legal, ya que no sabemos quién va a ser el responsable de lo requerido en el proyecto”, subraya.
Según los registros en Guatecompras, García aún es el representante legal de la constructora. La reposición de la carretera está enlistada en el plan de trabajos de 2022 de la DGC, pero hasta mayo, aún no llegaban constructores al lugar.
A donde tampoco se ha asomado un grupo de ingenieros es a la carretera que une San Antonio Palopó con la aldea Agua Escondida. Covial excluyó el tramo en su programación presupuestaria de 2022 porque es de terracería. No lo repararán, al menos durante este año.
“Ahorita les estamos dando prioridad a las rutas pavimentadas. Posteriormente, si tuviéramos una ampliación o buscamos los recursos para hacer las contrataciones, podríamos darle mantenimiento a la red vial no pavimentada”, comenta el director Mario Aguilar.
Sin embargo, el jefe de Covial afirma que el tramo entre Santiago Atitlán y San Pedro La Laguna, que también es de terracería, sí tiene fondos listos para ejecutar en 2022. El proyecto es pavimentarlo, pero hasta mayo no había ningún contrato firmado.
De acuerdo con el SNIP, esta carretera solo ha sido intervenida una vez, en 2019. La DGC gastó Q981 mil 254 en obras de mantenimiento a la terracería. “Desconozco totalmente por qué no quedó construido [el tramo] en su momento”, indica Aguilar.
Con la misma duda responde el director Jo al ser consultado sobre el camino entre Lanquín y Semuc Champey, que no fue asfaltado en administraciones anteriores. “Desconozco”, responde.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), más de 214 mil 200 turistas pasaron por esa carretera de 2019 a 2021. El proyecto de pavimentación carece de una fecha inicial prevista. Jo indica que está pendiente la aprobación de los estudios de factibilidad, proyectada para el primer semestre de 2022.
Como la vía que esconde a Semuc Champey de algunos turistas, la mayor parte de las carreteras del país son de terracería. De acuerdo con un informe de 2020 de la DGC, solo cuatro de cada 10 tramos están pavimentados con asfalto o concreto.
“En España hay más autopistas y están mejor. Las carreteras son parte de la experiencia de viajar por Guatemala. […] Lo he aceptado”, dice Marina Avilló, mientras sube a la camioneta que la transportará desde Los Encuentros al Lago de Atitlán.