En el país, un millón de niños menores de 5 años están desnutridos, lo que representa la mitad de la población de ese grupo.
El polvo fino se levanta debido al aire fuerte, que tres niños aprovechan para volar barrilete. Tienen 4, 8 y 9 años, pero por su aspecto parecen mucho menores, pues padecen desnutrición crónica. Son hermanos de la niña fallecida.
En Chixal, que significa “lugar de muchas espinas” en mam, residen 540 familias que dependen de la agricultura y donde, según el Censo de Talla en Escolares del 2015, la prevalencia de la desnutrición crónica es del 60%, aunque podría ser mayor, porque no todos los niños van a la escuela.
Este año, solo en esa aldea se han detectado cinco casos de menores con desnutrición aguda.
“No murió”
El camino vecinal que comunica con Tuixoquel, también en Comitancillo, ofrece hermosos paisajes del altiplano marquense. En esa aldea, los pobladores están organizados y atentos al ingreso de extraños.
“Danilo no murió, ve. Está vivo”, es lo primero que sale de la boca de María Sotera Gómez, quien a sus 43 años es madre de 14 hijos, pero ya lloró la muerte de siete.
En Tuixoquel, que en mam significa “lodazal”, hay prevalencia de 88.9% de desnutrición crónica y este año las autoridades han localizado tres casos graves.
Danilo Ramírez es un milagro, afirmaron quienes siguen lo atendieron, pues sus dos padres son alcohólicos y es necesaria la intervención de la Procuraduría General de la Nación para darle un tratamiento integral; sin embargo, nadie puede ingresar en la aldea si ese es el propósito.
“¿Qué traen? ¿Leche, atol, vitaminas?”, pregunta la madre, que por momentos no encuentra palabras en español y prefiere expresarse en su idioma materno.
Un paquete de galletas, entregado en agradecimiento por haber abierto las puertas de su casa de adobe es el único alimento del día para la familia. Gómez llora y agradece recibir lo que para muchos es una simple golosina.
Costumbres
Comitancillo, donde el 99% de la población es indígena y el 97% vive en el área rural, es uno de los municipios con mayor registro de mortalidad de niños menores de 5 años afectados por la desnutrición aguda.
Este año, hasta el 12 de noviembre, solo en ese municipio han muerto tres menores, según el Ministerio de Salud, y junto a otros 11 municipios de San Marcos posicionan al departamento como el primero en muertes de ese tipo —van 21 en el año—.
En cuanto a la desnutrición crónica, Comitancillo se encuentra entre los 84 municipios del país con riesgo nutricional muy alto, con el 70.5% de estudiantes encuestados en el Cuarto Censo de Talla.
La pobreza en la que vive la población es una causa fundamental para esas cifras. La agricultura es la principal fuente de ingresos y el salario aproximado para ese trabajo es de Q25 diarios.
En Chixal y Tuixoquel no hay reservas de maíz o frijol, tampoco agua entubada y la mayoría de casas está construida con adobe, los niños caminan entre las carreteras empolvadas y su cabello se torna “canche”.
Hay otra barrera para la salud de los menores, los padres no consideran necesario que sean sometidos a un tratamiento. En una de las aldeas, una enfermera fue agredida por haber intentado pesar a un bebé.
La hija más pequeña de un integrante del Consejo Comunitario de Desarrollo de Chixal murió por desnutrición aguda, y los padres aseguran que “así lo quiso Dios”.
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Niña no comió durante tres días
Una tímida sonrisa se dibuja en el rostro de Melani Betzaida Miranda Gabriel, de 1 año, quien pesa 12 libras y sufre desnutrición aguda severa.
La madre, Norma Gabriel, 25, asegura que la niña no comió durante tres días y sufrió una infección intestinal, pero ahora ya recibe leche, atol y las vitaminas que le dan en la unidad mínima de Salud de Chixal, Comitancillo, San Marcos.
La bebé aún debe ser cargada en brazos y su madre la lleva cada 15 días con la enfermera para medirla y tallarla. Además, Gabriel acude cada mes al control prenatal, pues tiene cinco meses de embarazo.
En Chixal el 60% de niños sufre desnutrición crónica y hay cinco casos con desnutrición aguda. Ningún niño ha muerto.
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Menor se aferra a la vida
Iraida Anabela Juan Matías, quien tiene menos de 1 año, ingresó en el Hospital Regional de Huehuetenango el 30 de agosto pasado, con desnutrición aguda severa, marasmo, kwashiorkor y parálisis infantil.
Las condiciones de extrema pobreza en que vive la niña y el desconocimiento de sus padres sobre el tratamiento para pacientes con desnutrición motivaron a personal de Salud de Mesté, Jacaltenango, Huehuetenango, a solicitar su rescate; pero su madre se niega a permanecer más tiempo en el hospital.
La piel de la bebé está pegada a sus huesos y no tiene reflejo para succionar, por lo que es alimentada con una sonda, por donde se le suministra una fórmula.
Cuando ingresó en el hospital, el cuadro clínico de Juan Matías era complicado, con un peso de 4.76 kilos —unas 10.4 libras—. Hasta el 23 de noviembre pasado, su peso era de 5.76 kilos —unas 12.6 libras—.
Sentada a un lado de la cuna donde permanece su niña, Angelina Matías, 29, dice estar preocupada porque en su comunidad están sus otros dos hijos, 8 y 13, y nadie los cuida. Lo que ella desea es regresar a su casa y “esperar la voluntad de Dios”.
La madre asegura que alimenta a la niña. “Nosotros le estamos dando leche, Incaparina y Cerelac. A saber por qué está así. El doctor dice que ella no tiene enfermedad”, comentó.
Para llegar a Mesté es necesario viajar unas cinco horas desde la cabecera departamental. Pedro Juan Pascual, el padre de la menor, señala que para el sostenimiento de su familia vende madera, y asegura que han tratado de salvarle la vida a su hija.
Esta es la segunda ocasión en que la niña ingresa en el hospital por desnutrición. La primera vez, los padres la sacaron del centro asistencial sin consentimiento de los médicos, porque dijeron que debían cuidar a sus otros hijos.
La última información sobre la niña refiere que el 24 de noviembre dejó el hospital.*
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Deceso
No llegó a los 2 años
El 24 de enero del 2017 iba a cumplir 2 años Milda Tema Ramírez, pero la desnutrición aguda que padecía segó su vida hace dos meses y medio. “Solo le dio calentura y tos, y ya”, cuenta la madre, Herlinda Ramírez, de 43 años.
En la familia hay otros tres hijos:Gerson Yosimar, 4; Rosemary Lissett, 8; y Deysi Maricela, 9; quienes sufren desnutrición crónica. Al parecer, un quinto bebé está en camino, pero Ramírez no ha ido a control prenatal.
Papa, arroz, fideos y frijol son el alimento de la familia los días en que hay dinero para comprar.
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Futuro incierto para Danilo
Sentado entre la tierra, con una pijama que todavía le queda grande, transcurren las horas para Danilo Eduardo Ramírez Gómez, de 3 años, cuya apariencia es la de un niño de 1.
Danilo todavía no puede hablar. Apenas sale de su boca la palabra “leche”, cuando se le pregunta ¿qué quiere, Danilo? No camina, y probablemente nunca llegará a la escuela. El niño es una víctima más de la desnutrición aguda severa.
El bebé es el menor de 14 hijos, pero siete de sus hermanos ya fallecieron. Una tortilla, una papa y medio huevo son el alimento de un día para él y su familia. El problema se agrava por el alcoholismo de ambos padres.
Los Ramírez Gómez viven en Tuixoquel, Comitancillo, San Marcos, donde la prevalencia de desnutrición crónica es de 88.9% y este año se han encontrado tres casos de desnutrición aguda. Danilo fue detectado en el 2014, cuando tenía 9 meses.