Si bien se asocia con personas de la tercera edad, cada vez más los adultos jóvenes son identificados con presión arterial alta y los casos comienzan a encontrase en el rango de los 30 años, según los médicos.
Una vez detectada, la enfermedad requiere medicamento de por vida. No solo aumenta el gasto de bolsillo de los hogares sino también menoscaba la calidad de vida del paciente, al ser causa de discapacidad e incluso provocar la muerte.
“Las enfermedades crónicas no transmisibles, como la hipertensión arterial, tienen un impacto negativo en la productividad a nivel país, debido a que puede generar una carga que afecta la dinámica familiar. Las familias y comunidades deben dedicar tiempo y recursos para el cuidado del enfermo, adquisición de insumos y medicamentos”, señala el Programa de Enfermedades Crónicas del Ministerio de Salud, en el contexto del Día Mundial de la Hipertensión que se conmemoró el pasado 17 de mayo.
Quienes no tienen los recursos abandonan el tratamiento, pero esto representa un peligro, pues al no tener la enfermedad controlada se desencadenan otros problemas como infarto al corazón, derrame cerebral, insuficiencia cardiaca, enfermedad renal crónica y ceguera por daños en la retina.
La situación no es alentadora en Guatemala en el tema de la hipertensión arterial, pues en 15 años los casos atendidos en el sistema de salud pública aumentaron 187%, mientras que las muertes por esta causa se incrementaron 190%, como detallan datos oficiales.
Es un impacto negativo en la productividad de un país, debido a la ausencia o el abandono laboral del recurso humano, pero también al fallecimiento temprano por enfermedad.
Tan solo en el 2015, en Guatemala se perdieron 3 mil 154.3 años de vida por discapacidad, enfermedad o mortalidad prematura (menores de 70 años), por cada 100 mil habitantes, como consecuencia de enfermedades cardiovasculares, entre ellas la hipertensión arterial, indica el informe Costo de la atención de las enfermedades no transmisibles relacionadas con la alimentación y su impacto económico, elaborado por el Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá -Incap-.
Se necesita atención
Los pacientes hipertensos necesitan medicamento de por vida, y en Guatemala solo el 20% de los pacientes que están en tratamiento tienen la enfermedad bajo control, según datos de la OPS.
Iris Cazali, médica internista y jefa de Infectología del Hospital Roosevelt, menciona que el diagnóstico temprano es fundamental para evitar complicaciones, medicar al paciente y darle seguimiento para asegurar que responde al tratamiento, pero no toda la población tiene los recursos para adquirir los antihipertensivos.
“Podemos hacer el diagnóstico, podemos decir lo que debe de hacer, pero si no tienen con qué comprar el medicamento es en vano, por eso tenemos pacientes que llegan con un derrame o con un infarto o con falla renal”, dice Cazali.
La OPS indica que la población con menos recursos económicos está en mayor riesgo de presentar la enfermedad, de tener problemas cardiacos y accidentes cerebrovasculares, pues tienen limitaciones para acceder a los servicios de salud y obtener las medicinas esenciales.
De esa cuenta, Jarbas Barbosa, director Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), mencionó durante una conferencia de prensa sobre la hipertensión que se requieren cambios en los sistemas de salud para acercarse a las comunidades y hacer el diagnóstico temprano, que los centros de atención primaria tengan aparatos de medición de la presión arterial validados clínicamente, y que faciliten los antihipertensivos.
Además, señala como crucial que los países promuevan estilos de vida saludable entre la población, que impulsen medidas como el etiquetado frontal de advertencia en los productos procesados y ultraprocesados para alertar a las personas sobre su contenido, el bajo consumo de sal y del tabaco.
Enfermedad silenciosa
“El problema de la presión alta es que es una enfermedad silenciosa, puede pasar años sin tener síntomas hasta que le da un infarto, un derrame o tener una falla renal, porque al no tratarse se dañan las arterias”, dice Cazali.
Según Clínica Mayo, se habla de hipertensión cuando la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias es muy alta (valores 130/80 mmHg o más).
Aunque la prevalencia del padecimiento en Guatemala es similar tanto en hombres como en mujeres, desde el 2022 el Ministerio de Salud reporta un incremento de casos entre la población mayor de 40 años, principalmente entre población femenina.
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El departamento con la mayor tasa de población hipertensa es Santa Rosa, con 5 mil 32 casos por cada 100 mil habitantes. Según el Programa de Enfermedades Crónicas, la alimentación es un factor de riesgo para la enfermedad, y ha detectado que la dieta de los pobladores en este lugar es rica en grasas saturadas y colesterol, lo que frecuentemente genera alteraciones en los lípidos en sangre y conlleva a tener la presión arterial elevada.
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Prevención
Los factores de riesgo son el sobrepeso y la obesidad, la falta de actividad física, la ingesta de sal y consumo de alcohol, que deben evitarse para prevenir la enfermedad.
En las personas que ya han sido diagnosticadas, los cambios en el estilo de vida y uso de antipertensivos continuo son fundamentales para controlar la condición.
Se recomienda realizar actividad física durante 30 minutos cinco días a la semana, reducir el consumo de sal, al menos de 5 gramos por día, aumentar la ingesta de frutas y verduras, y tener un peso saludable.
Cazali menciona que los esfuerzos por promover estilos de vida saludable debe comenzar desde las escuelas, con la niñez, el impacto no será inmediato pero a futuro se tendrán generaciones más sanas.