Cuando arribó a la capital en un bus extraurbano, conoció por primera vez la ciudad de Guatemala, llena de enormes edificios y carros por todos lados.
“Mi papá me dio estudio hasta el bachillerato, después me dijo que ya no podía apoyarme, cuenta Mario, quien se inspiró en eso para seguir creciendo.
Con los objetivos claros llegó a Sololá a inscribirse en la universidad Panamericana y estudiar una Licenciatura en Enfermería, también pensó en su madre, quien desde hace varios meses está enferma y no logran curarla.
Sin embargo, la necesidad lo obligó a trabajar. “Mi hermano mayor que se llama José, tiene un cuarto aquí -en la capital-; le pedí que me buscara uno y cuando hubo me vine a trabajar”, explica Mario, quien todos los días lustra zapatos frente a un hospital en la zona 14 y una torre de oficinas, en la zona 13.
“Trabajaba de reparar zapatos en Sololá, hubo un problema porque otros que reparaban no trabajan honestos, les daban calzado y no lo devolvía. Llegué a una casa, pregunté si tenían para arreglar y me gritó una señora. Dijo que solo llegaba a robar y que me largara o me iba a ir mal”, describió el joven, quien explicó que algunos reparadores no devolvían los zapatos y se los robaban.
La capital guatemalteca se convirtió en un “sueño de oportunidades”. “En mi comunidad no quise trabajar, porque hay discriminación a mi familia; mi papá repara zapatos y es pastor de una iglesia, mi demás familia está en la casa y hacen trajes típicos”, añadió.
Su deseo de superarse es tan grande que viaja cada viernes por la tarde hacia Sololá donde los sábados le espera; su jornada universitaria; también estudia dos domingos al mes.
Está por comenzar su tercer semestre pues el año pasado ganó todas las asignaturas; ya hizo prácticas en comunidades de su región y en un hospital de La Antigua Guatemala.
El año pasado un doctor lo ayudó a pagar sus estudios. “Fue un miércoles”, recordó mientras veía su caja de lustre. “Le lustré los zapatos y le conté mi historia y me ofreció ayuda para pagar mi mensualidad de la universidad”.
El día de hoy por cuestiones médicas, tuve que ir a zona 14 con mi mamá. Al salir del hospital, vimos a unos jóvenes…
Posted by Ollet Santisteban on jueves, 21 de enero de 2016
Sigue los pasos
Mario tiene un hermano menor, se llama Carlos Daniel y tiene 17 años, y desde hace dos meses le acompaña en esta aventura de vida en la capital. En 2015 se graduó de bachiller en Ciencias y Letras y, al igual que su hermano, ya se inscribió en la misma universidad.
Carlos cuenta que antes ayudaba a su papá a reparar zapatos y trabajar en el campo. A él también le dijo su padre que ya no podía darle más apoyo, pues la familia es grande y tienen más gastos. En total, don Diego, padre de ambos, ha sostenido a 13 hijos.
A Carlos, su hermano Mario lo convenció de viajar a la capital y lustrar zapatos. La idea era que los dos pudieran hacer lo mismo. “Nunca había venido a la capital, empecé a lustrar zapatos y ganar dinero”, afirmó.
Este año comienza la universidad, la misma carrera que Mario. Los planes de Carlos son que “algún día pueda obtener una beca y viajar para estudiar en el extranjero”.
El menor tiene la esperanza de encontrar un trabajo formal y dejar de lustrar para apoyar a su familia. No se avergüenza de ser lustrador a pesar de que algunas personas los discriminan por tener la ropa sucia.
“Muchos dicen que estamos sucios y que nos manchamos, nos critican, pero hay que superar eso”, dice con firmeza.
Reciben beca
El ejemplo de lucha de los hermanos Cúmez se hizo viral en redes sociales luego de que la usuaria Ollet Santisteban lanzara un post en Fabebook donde contaba la historia de los jóvenes.
Luego de que trascendiera su historia, este viernes -22 de enero del 2016-, representantes de la Universidad Panamericana llegaron al lugar donde lustran zapatos para hablar con ellos.
El emisario de su casa de estudios fue Roberto Orozco, decano de la facultad de Ciencias Médicas y de la Salud, quien los llevó a la sede de la universidad y les anunciaron que les otorgarán una beca de estudios completa. Se enteraron de su historia y que están inscritos en la sede de Sololá.
“Mi sueño es estar graduado con un doctorado. A veces no tenía para mi cuota y tenía que prestar para pagarla”, dijo Mario, entre lágrimas, a las autoridades universitarias.
Si desea ayudar a los hermanos Cúmez puede escribirles al correo electrónico: wwwcumez2@gmail.com