Pero no termina allí. El reporte más reciente del Laboratorio Nacional de Salud (LNS) alerta de la presencia de un sublinaje o subvariante de ómicron que se mueve con rapidez por varios países. Se trata de la BA.2.12.1, y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos advierte que es 27 por ciento más contagiosa que la variante BA.2 original. En Nueva York es la causante del inicio de una quinta ola de infectados.
En Guatemala se detectó en pruebas de covid-19 tomadas en la segunda semana de abril, así lo evidencia el informe de secuenciación elaborado por el LNS, presentado el pasado 3 de junio.
Los síntomas que provoca este sublinaje son similares a los que se observan con los demás linajes -dolor de cabeza, fiebre, secreción nasal, malestar general, entre otros-.
De acuerdo con César Conde, director del laboratorio, existe el riesgo de que la BA.2.12.1 se disperse con mayor rapidez entre la población, más aún entre gente que aún no está vacunada contra el coronavirus.
“Presenciamos muy probablemente el inicio de una nueva ola por esta variante”, señaló, pues la positividad -casos que resultan positivos por cada 100 pruebas hechas- va en aumento. En dos semanas esta pasó de 7 por ciento al 14.7. Es un dato que muestra el acelerado avance de dicho sublinaje entre los guatemaltecos.
Podría ser una ola “menos intensa y dañina” que la desatada por la variante ómicron original, y el sistema de salud debe estar preparado ante el repunte de casos, advierte el director del laboratorio.
“Estamos frente a la quinta ola, seguro que la positividad subirá. Es difícil predecir, pero la regla es que en cada ola se dé un aumento de casos, se sostiene un tiempo y luego cae”, agregó.
Óscar Chávez, de Laboratorio de Datos, también advirtió que este es el comienzo de una nueva ola de contagios de covid-19. El miércoles último se reportaron más de 1 mil 400 infectados, un número que desde hace meses no se veía.
“Lo más preocupante es que el Ministerio de Salud acaba de tomar la decisión de levantar las restricciones, y solo quedaron como una recomendación”, dijo el analista de Laboratorio de Datos, y lo prudente era que estas medidas fueran acompañadas de la ampliación de la cobertura de vacunación, lo que no ocurrió.
Será clave tener pruebas suficientes y no bajar la guardia en testear a la población, pero, a criterio de Chávez, no se percibe que el Ministerio de Salud refuerce su sistema de vigilancia y aumente la disponibilidad de pruebas covid-19 para la población.
Mientras que el epidemiólogo Jorge Ortiz, del Observatorio Covid-19 en Guatemala, indicó que el relajamiento de medidas no fue “pensado técnicamente” por lo que el alza de contagios con esta nueva subvariante es inevitable. Lo que hasta ahora se sabe es que es más benigna que la variante original y que no lleva a las personas a hospitalización, pero su impacto se verá en el acenso del número de diagnósticos positivos.
“Mientras más se transmita la enfermedad, hay más riesgo de que el virus mute. Un mandato de la Organización Mundial de la Salud es que todo país tiene que priorizar el interrumpir la transmisión de la enfermedad y no estaríamos cumpliendo con ese mandato”, dijo Ortiz.
Es importante continuar con la vigilancia genómica, que permite ver el comportamiento de la pandemia “casi en tiempo real”, a criterio de Conde. De allí, la necesidad de que los laboratorios nacionales, privados y el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social envíen sus muestras al LNS para hacer la secuenciación y conocer qué variables son las que circulan en el país.
Por el momento las subvariantes que se han detectado en Guatemala son importadas, traídas por personas que ingresan de países en donde circulan, y puede haber casos asintomáticos.
No se descarta que en algún momento surjan variantes locales, tomando en consideración que la cantidad de población inoculada es baja. Solo cuatro de cada diez tienen esquema completo -dos dosis-.
De acuerdo con el epidemiólogo Kevin Martínez Folgar, la aparición de nuevas variantes ponen en riesgo, incluso, a la población vacunada. El peligro es mayor para quienes no han recibido las dosis, la probabilidad de que enfermen de gravedad y mueran es mayor.
Sin avance
“La idea es aumentar la vacunación a tal punto que las nuevas cepas tarden mucho menos en llegar”, refierió el médico.
Pero hablar del avance de la vacunación contra el covid-19 en Guatemala es un tema poco alentador. Los datos oficiales indican que solo cuatro de cada 10 guatemaltecos han completado el esquema básico de dos dosis anticovid.
La inoculación de los adultos mayores, el grupo que en el Plan Nacional de Vacunación se contempló como prioritario por la alta vulnerabilidad al contagio, quedó estancada. Desde hace meses la cifra no prospera, falta cerca del 40% de población mayor de 60 años por recibir las dos inyecciones. Si se habla de dosis de refuerzo entre este grupo etario los datos son menos alentadores.
A esto se suma que el proceso de inmunizar a la población infantil se paralizó, solo dos de cada 10 niños entre 6 y 11 años tienen una dosis, y no hay fecha para el ingreso de más biológico para cubrir a los 2.2 millones de infantes que necesitan la vacuna.
El Ministerio de Salud tiene Q1 mil millones en su presupuesto para la compra de vacunas, sin embargo, las autoridades descartaron la compra de más dosis.
“En el caso de Guatemala, quisiera tener noticias más alentadoras, pero el futuro es incierto. Los datos son escasos, la voluntad política es poca. Muchas vacunas se vencieron, se le echó la culpa a las personas de no quererse vacunar, pero sabemos que los mecanismos para socializar los beneficios de la misma no fueron adecuados. Nos ganó la desinformación, nos faltó personal para vacunar y ahora, nos faltara vacuna”, dijo Martínez Folgar.
En el documento Monitoreo de la vacunación contra la covid-19COVID-19 en Guatemala, Honduras y El Salvador: análisis regional sobre los programas nacionales de vacunación elaborado por la asociación civil Diálogos, evidencia que el proceso de inoculación “agravó” las brechas de desigualdad en los tres países, entre sector urbano y rural, pese a que en este último la vulnerabilidad del contagio es mayor.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) planteó como meta que los países vacunaran con dos dosis al 40 por ciento de su población para finales del 2020. El Salvador y Honduras lo lograron, sin embargo, Guatemala cerró el año con 32.2%, fue hasta finales de marzo pasado que superó ese porcentaje.
La tendencia continúa, a la fecha los guatemaltecos son los menos vacunados de los países del trifinio, tanto en el esquema básico de dos dosis como la primera inyección de refuerzo, según el monitoreo de Diálogos.
De acuerdo con Conde, frente a la aparición de la nueva subvariante es importante continuar con las medidas de prevención que han acompañado a la población desde el comienzo de la pandemia, como el uso de mascarilla, lavado de manos, distanciamiento físico y evitar aglomeraciones.