“Ahora me da risa, pero en ese momento me disgusté porque era mi herramienta de trabajo, la cual servía para sustentar a mis hijos”, cuenta la afectada.
Todo lo que representa un valor económico es susceptible de ser robado por alguien, reconoce el fiscal Luis Archila, jefe de la Fiscalía Metropolitana del Ministerio Público.
La situación ocurre porque, aunque para algunos el objeto no tiene valor, para otros representa un ingreso como aquellos que roban cables de teléfono para vender el cobre del que están hechos.
“Hay denuncias por hurto de billeteras, licuadoras, cables de teléfono, hasta gallinas, marranos, y hasta robo de identidad”, asegura Archila.
¿Hurtar un foco?
Hasta el champú
Esa vulnerabilidad la vivieron también Tomasa y su familia, en su casa en Chinautla; fue al mercado y le tomó una hora regresar, tiempo suficiente para que siete niños, el más grande de 14 años, ingresaran a su vivienda y robaran los juguetes de su hijo, dinero, ropa, el espejo del baño y hasta el champú.
“Incluso usaron el microondas para hacer varias bolsas de poporopos que un día antes había comprado. Se llevaron electrodomésticos, celulares, todo”, narró Tomasa a las autoridades, aunque estas nunca capturaron a nadie.
Tomasa sospechó que se trataba del grupo de niños cuando los vieron junto a varias de sus pertenencias en un mercado de la zona 6.
El MP también registra denuncias de robo de electrodomésticos, contadores de agua, teléfonos monederos y tapaderas de tragantes.
Una pena de 3 a 12 años de cárcel se establece para quienes comentan el delito de robo —quien sin autorización y con violencia tomare alguna cosa total o parcialmente—.
Para quien comete robo agravado —con violencia- para ingresar al lugar, contra oficina bancaria, asalto a automóvil u otro vehículo-, la pena es de 6 a 15 años de cárcel.
Para quien cometa hurto —tomar alguna cosa sin autorización, pero sin utilizar violencia—, la pena será de 1 a 6 años de cárcel.
La sanción por cometer hurto agravado —el que se comete con abuso de confianza, aprovechando calamidad pública o de peligro común-, es de 2 a 10 años de prisión.
Cuando el delito se cometa contra objetos destinados al culto, la pena será de 12 años de prisión para hurto y 20 años de cárcel para robo. En ambos casos se impondrá una multa de no menos del doble del valor de los objetos.
Las mismas prácticas
Archila asegura que, aunque la población cree que los robos y hurtos son distintos a los de 10 años atrás, los métodos persisten, y con la tecnología se sumaron nuevas formas de delinquir.
“Los ladrones tienen buen olfato para cometer el delito”, asegura el fiscal, quien recuerda que en el transporte colectivo todavía se aprovecha la aglomeración para romper con hojas de afeitar las carteras de las mujeres y sacar las billeteras del pantalón de los hombres.
Además, si camina por la zona 1 capitalina luciendo sus joyas, es muy probable que se esté arriesgando a ser víctima de un atraco.Un cambio en la forma de cometer los delitos tiene que ver con el uso de las armas de fuego, pues antes se utilizaban para crímenes mayores, pero ahora se utilizan para robar hasta un teléfono celular.
Los objetos que son robados también evolucionan, según el fiscal, quien hace referencia al robo de un cajero automático, ocurrido el pasado 10 de septiembre en la zona 2.
“Los delincuentes van a sacar el dinero, pero además venden como chatarra lo que queda del aparato”, detalla Archila.
Ni los muertos se salvan
El Cementerio General, en la zona 3 capitalina, es uno de los lugares donde, de forma recurrente, se reportan robos y hurtos, no solo a quienes visitan el camposanto, sino a los mismos mausoleos.
En agosto pasado fue robada la reja de hierro fundido que rodeaba el mausoleo del presidente Justo Rufino Barrios, el MP ya abrió una investigación.
El hecho ocurrió pese a la presencia de guardias del cementerio y agentes de la Policía Nacional Civil que brindan apoyo. La administración del camposanto también ha hecho denuncias por profanación de tumbas, actos donde se busca despojar a los difuntos de objetos de valor con los que fueron sepultados.
Cualquier objeto de metal, de bronce, o imágenes religiosas, atraen la atención de los delincuentes, en este y en otros cementerios; después son vendidos en herrerías o chatarreras, según la Fiscalía.
Así roban dentro de comercios
¿Dónde hay más robos?
El MP registraba de enero a julio tres mil denuncias por robo y tres mil 394 denuncias por robo agravado. Por hurto las denuncias superaban las cuatro mil 827denuncias.
La mayoría de robos se reportan en Guatemala, Escuintla y las áreas fronterizas del país. Los casos son tan distintos y particulares como el área en la que se cometieron los delitos.
En Petén e Izabal, por ejemplo, son frecuentes los reportes por robo de ganado y animales de patio, como gallinas, patos y pollos; mientras que en Escuintla los robos más comunes son los de bicicletas y motocicletas.
En Guatemala, la mayoría de robos reportados son de vehículos, carteras y joyas. Un caso particular de robo de vehículo quedó registrado en el MP; se trata de un carro que fue sacado de un parqueo al entregar la contraseña, pero nunca se supo cómo los delincuentes encontraron ese documento.
Aunque Antigua Guatemala y Sololá no figuran entre los departamentos con más denuncias, la mayoría de robos son contra turistas extranjeros, al extremo que la Policía decidió crear una unidad específica.
Ciudades conflictiva
El departamento de Guatemala es el que más hechos delictivos registrados tiene. En el 2016, la Secretaría Técnica del Consejo de Seguridad Nacional reportó dos mil 525 denuncias de robos, entre los ocurridos en contra de peatones, a residencias, los que afectaron a comercios, los robos de armas y los cometidos en el transporte colectivo.
Para este año, los hechos ocurridos entre enero y septiembre suman dos mil 913, lo que implica que hay 388 reportes más sin todavía terminar el año.
El consejo reporta además que, en el municipio capitalino, las zonas 1, 7, 12 y 18 tienen los índices de violencia más altos en los últimos dos años y los delitos más cometidos son el robo de vehículos, de motocicletas y las personas heridas de forma violenta.
Entre 2016 y 2017 solo en la zona 1 capitalina se reportaron mil 35 casos de robos; de ellos fueron 386 de motocicletas, 324 de vehículos y 193 a peatones, entre otros. Sin embargo, hay un alto porcentaje de hechos que no se denuncian debido a que la zona es de tránsito más que de habitación.
En la zona 18, que figura en la percepción colectiva como una de las más peligrosas, aunque los números dicen lo contrario, en el mismo período se reportaron 495 casos de robo, 580 menos que en la zona 1.
Asalto en venta de pollo frito
Dificultades
“Si saben dónde hay delincuentes, ¿por qué no hacen nada?”, es una de las preguntas que los guatemaltecos se hacen cada día, cuando las propias autoridades señalan los lugares de mayor riesgo.
Las comisarías 11, 12 y 14 son las encargadas de resguardar las zonas 1, 3, 4, 6, 7, 8, 9, 11, 12, 17, 18, 21, 24 y 25; además de los municipios de Chinautla, San Pedro Ayampuc, San José del Golfo y Palencia y el trabajo se hace difícil debido a la falta de personal y equipo logístico.
Un oficial de la Comisaría 12 aseguró que su labor se dificulta debido a que la zona 18 hay mucha gente honrada, pero también numerosas pandillas, lo que implica que allí viven familiares, amigos y conocidos de los delincuentes. “Las personas no permiten la captura o no denuncian”, señala.
Además, para los recorridos cuentan con una patrulla que tarda hasta una hora y media para recorrer entre cuatro y cinco colonias.
Para los agentes de la Comisaría 14, ubicada en la zona 7, el principal problema es la falta de motocicletas, pues en ese sector es difícil transitar en carro debido al tránsito.
“Estamos expuestos a tantos casos, si uno deja algo es posible que cuando regrese ya no lo encuentre”, asegura Archila.