Por el momento, no se vislumbra un cambio en el desarrollo del ciclo escolar, y es probable que otro año cierre con estudios a distancia, lo que tendrá un efecto negativo en el aprendizaje de los 4.1 millones de niños y jóvenes que están matriculados.
Desde marzo del 2020, los estudiantes permanecen alejados de las aulas, y aunque este año el Ministerio de Educación (Mineduc) abrió la posibilidad de clases híbridas —presenciales y en casa—, depende del semáforo epidemiológico el que escuelas y colegios puedan adoptar esa modalidad.
Volver a los salones de clases también está condicionado a que los maestros sean vacunados contra el covid-19. Si bien en el Plan Nacional de Vacunación se adelantó su turno a la fase 2e, no hay una fecha establecida para que reciban la primera dosis.
El Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) se encargará de inmunizar a los docentes que estén afiliados, mientras que el Ministerio de Salud se ocupará de los demás, informó Comunicación Social de la cartera.
Son 276 mil 193 maestros en todo el país los que el Mineduc tiene en su registro, pero Salud señaló que “dependerá de la disponibilidad de vacunas” el inmunizar a ese grupo.
Aún si se contara con existencias y si en junio se aplicara la primera dosis a los docentes, ellos tendrían que esperar tres meses para recibir la segunda. El esquema de vacunación lo completarían en septiembre, cuando faltaría un mes para cerrar el ciclo escolar en el sector privado y dos en el público, de acuerdo con los plazos del Calendario Escolar 2021.
De esa cuenta, sin maestros vacunados en el corto plazo, se prevé que los estudiantes continúen con clases a distancia y que así terminen el año, como ocurrió en el 2020.
Habrá, entonces, una promoción de bachilleres que no pisó las aulas, al igual que una cohorte de estudiantes de preprimaria, y alumnos que estudiarán una tercera parte de la primaria desde sus casas, mientras que los jóvenes de básicos habrán pasado dos años a distancia.
Rezago
Esto traerá consecuencias negativas en el aprendizaje. El informe Actuemos ya para proteger el capital humano de nuestros niños: Los costos y la respuesta ante el impacto de la pandemia del covid-19 en el sector educativo de América Latina y el Caribe, elaborado por el Banco Mundial, indica que la ausencia de educación presencial por un período prolongado de diez meses llevaría a que seis de cada diez estudiantes que finalizan la primaria no tengan la capacidad de leer o comprender textos adecuados para su edad.
Mientras que siete de cada diez alumnos del primer ciclo de secundaria podrían tener un nivel por debajo del rendimiento mínimo.
El escenario que plantea el Banco Mundial se torna más oscuro al ocurrir un cierre de los establecimientos educativos por 13 meses, lo que ocasionaría una pérdida de 1.7 años de escolaridad en la región.
Al hablar de Guatemala, las escuelas y colegios llevan 12 meses con las aulas cerradas, lo que tendrá serios efectos en la educación de 4.1 millones de niños y jóvenes que están matriculados.
Previo a la pandemia, el 70% de los estudiantes guatemaltecos estaba por debajo del rendimiento mínimo, y el informe plantea que la cifra subiría a 81% en el supuesto de un cierre de escuelas por un lapso de siete meses, tiempo que en el país se cumplió en octubre pasado.
En tanto que, si el cierre se prolonga a 13 meses -el plazo está por cumplirse-, el aprendizaje del 90% de los alumnos estaría por debajo del nivel.
Al final se corre el riesgo de perder 1.5 años de escolaridad. El promedio de años de estudios de los guatemaltecos pasaría de 6.3 a 4.8, y truncaría la posibilidad de que los estudiantes desarrollen habilidades y competencias básicas, según el estudio del Banco Mundial. Dicha pérdida tendría un efecto negativo sobre el perfil del capital humano que se verá limitado al momento de ingresar al mercado laboral.
Precisamente esa es una de las preocupaciones de Eliú, que al graduarse y buscar empleo no tenga los conocimientos necesarios para desempeñarse en un puesto de trabajo que le permita obtener un sueldo digno.
“Creo que no vamos a salir igual de preparados que las promociones anteriores”, dice, pues previo a la pandemia recibían cinco períodos a la semana de cada materia, ahora se limita a dos horas a la semana. En las clases presenciales los maestros se tomaban el tiempo de aclarar dudas, lo que ahora no sucede. “Los profesores nos enseñan menos, es un 60% de lo que daban en presencial”, agrega.
Menos oportunidades
Eliú estudia en un establecimiento público. Cuando las clases presenciales se suspendieron en marzo 2020, pasaron dos meses sin tener comunicación con los docentes. Fue en junio cuando empezaron a recibir mensajes de los maestros por WhatsApp, las guías de estudio y las tareas, así cerraron el ciclo escolar.
La modalidad ha sido distinta este año. Desde marzo, las clases las recibe en línea, formato de enseñanza que han adoptado establecimientos donde los estudiantes tienen acceso a la conectividad. Pero el informe del Banco Mundial advierte que “la educación a distancia no es un sustituto natural de la educación presencial”.
Mientras que en 2020 Eliú compraba tiempo de aire para conectarse a las redes sociales y comunicarse con sus maestros, este año tiene que pagar servicio de wifi para estudiar y enviar las tareas por la plataforma Classroom.
No todos sus compañeros tienen esa posibilidad, muchos optaron por trabajar para pagar el servicio de internet y seguir con sus estudios en el tiempo libre que les queda.
Eliú Aguilar, estudiante de Perito Contador que cursa el último año de la carrera
El panorama es más difícil si se mira hacia las áreas rurales, donde no hay escuelas cerca, ni mucho menos conectividad. La escasez económica frena la posibilidad de que niños y jóvenes estudien.
De acuerdo con el informe del Banco Mundial, la pérdida de aprendizaje puede llegar a cuantificarse en términos de ingresos, al momento de que los jóvenes entren al mercado laboral. El cierre de las escuelas por diez meses puede llevar a que el alumno promedio de América Latina tenga una pérdida de ingresos anuales equivalente a US$1 mil 313 (unos Q10 mil).
No es alentador, como tampoco lo es que el país tiene la tasa de graduación de la secundaria más baja de América Latina, alcanza el 48%, cuando en la región es de 77%. En el 2020 se estima que se graduaron 168 mil jóvenes del diversificado.
****GRÁFICA****
Análisis: Necesaria presencialidad
Guatemala no ha desarrollado estudios propios sobre los efectos de la pandemia en la educación; sin embargo, hay investigaciones internacionales como la realizada por el Banco Mundial, que hacen suponer los efectos de la modalidad a distancia o híbrida sobre el aprendizaje de los estudiantes.
Diana Brown, de la Asociación de Colegios Privados, sobre la situación de los centros que dependen del control del virus
Los resultados de dichos estudios indican que los niños y jóvenes que no tienen una adecuada cobertura de educación a distancia y que no tienen acceso a una computadora ni a internet tendrán rezagos significativos en su formación, y será más marcando entre quienes estén en zonas pobres.
Hosy Orozco, director del Departamento de Educación de la Universidad Rafael Landívar, dice que la evidencia internacional señala que con cada mes a distancia aumentan las deficiencias en el aprendizaje y se desarrollan menos las habilidades fundamentales, como Matemática. Esto podría llevar a que los estudiantes sean promovidos de grado sin lograr los conocimientos mínimos para avanzar.
Diana Brown, de la Asociación de Colegios Privados, añade que el que no se retorne a la presencialidad afecta el desempeño, partiendo de que hay una brecha entre lo tecnológico y lo presencial; además, los niños y jóvenes se pierden de socializar con sus pares, lo que afecta su desarrollo socioemocional. El Mineduc afirma que los establecimientos autorizados y que se encuentren en municipios donde el semáforo esté en anaranjado pueden abrir sus puertas a los estudiantes en el modelo híbrido. Solo hay 103 colegios que han recibido el aval.