La corriente del río creció de manera inesperada y al menos seis casas fueron arrastradas por el caudal.
En cuestión de minutos, viviendas y vidas del asentamiento “Dios es Fiel” quedaron atrapadas en su camino y fueron arrastradas.
Este 25 de octubre, exactamente un mes después, Ana Patzán se acerca a un altar junto a vecinos, familiares y amigos para rendir homenaje a las víctimas de aquella fatídica noche.
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Ana perdió contacto con su hermana Ofelia Patzán y los cinco hijos de esta, junto al padre de los niños, quienes fallecieron por la tragedia.
Según su relato, el río que normalmente fluye sereno bajo el puente El Naranjo, se desató con furia. El desastre fue desencadenado por las intensas lluvias que azotaron la Ciudad de Guatemala durante esa noche. “Nunca imaginé que el río iba a crecer y se llevaría a toda mi familia”, dijo entonces Patzán.
El dolor de las familias se hizo palpable un mes después, este miércoles 25 de octubre. La comunidad se unió en el luto y la despedida con una misa y abrazos compartidos.
Veladoras encendidas, altares con fotografías de los seres queridos y flores se convirtieron en un tributo a los vecinos que perdieron la vida. También se elevaron globos blancos en su memoria.
Luego de los hechos, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) informó inicialmente de seis fallecidos y 13 personas desaparecidas. A medida que pasaban los días, esa cifra se elevó a 18.
Para explicar lo que pudo haber sucedido, la Municipalidad de Guatemala manejó la hipótesis de que hubo una especie de embalse que “ensanchó” el caudal y mostró mapas y videos de dron que muestran el recorrido del río Naranjo y los lugares dónde posiblemente se originó el problema.
“Hubo un ensanchamiento de la cuenca y descubrimos en algunas áreas depósitos de materiales, de basura (…) pareciera que esto provocó en algún punto un taponamiento que hizo que el agua se empozara”, explicó Héctor Flores, coordinador de la Dirección de Administración de Vulnerabilidades y Emergencias de la Municipalidad de Guatemala.
Gran parte de las aguas negras de las viviendas de la capital van a parar al río que se desbordó, en cuyos límites viven vecinos desfavorecidos en asentamientos.
Búsqueda y rescate
La emergencia puso de manifiesto los riesgos a los que se enfrentan los asentamientos precarios en la ciudad de Guatemala. Las advertencias previas sobre el peligro de vivir en la zona no fueron suficientes para disuadir a los residentes, quienes enfrentaban la falta de alternativas viables y la necesidad de tener un techo.
A medida que se acercaba el amanecer del 26 de septiembre, la magnitud de la tragedia en el asentamiento “Dios es fiel” se hizo evidente. Los equipos de rescate se desplegaron hacia los cauces de los ríos Las Vacas y El Naranjo en busca de sobrevivientes y cuerpos.
Entre la llegada de la asistencia humanitaria y los rescatistas, los vecinos y las familias afectadas se encontraban abrumados por la angustia y la desesperación.
La zona de la tragedia se encontraba desolada, con tan solo unos pocos objetos que recordaban que antes había estado habitada. Ropa, pequeños zapatos de una niña, un carné escolar y fotografías yacían en el lodo.
Uno de los momentos más desgarradores se produjo cuando los rescatistas, desplegados río arriba, localizaron a una víctima atrapada entre gigantescas rocas. A pesar de los incansables esfuerzos, no lograron liberarla hasta después de 14 horas de trabajo agotador.
El 26 de septiembre, la Conred compartió una actualización de datos y confirmó el rescate de seis personas, incluyendo a dos menores de edad, una niña de 5 años y un niño de 2.
Durante el tercer día de búsqueda, los rescatistas localizaron los cuerpos de tres personas, entre ellas una bebé de unos 6 meses, en una presa de agua retenidos por una ‘biobarda’, en la desembocadura del río Las Vacas.
Siete siguen desaparecidos
A medida que avanzaban los días, se descubrían más víctimas y en total 11 fueron localizadas.
A pesar de los esfuerzos de búsqueda, siete personas aún están desaparecidas, cinco de ellas menores de edad.
La comunidad y las autoridades cambiaron su enfoque en la búsqueda, retirando el Puesto de Comando Unificado y ahora esperan responder únicamente si en caso hay indicios de la posible localización de más personas en la hidroeléctrica.