Hoy se conmemora el Día Internacional de la Trabajadora Doméstica, quienes rodeadas de malos tratos, salarios bajos y ocultas tras la puerta de una vivienda, son requeridas por el 75 por ciento de la población, según investigaciones de la Asociación de Trabajadoras del Hogar a Domicilio y de Maquila (Atrahdom).
Maritza Velásquez, coordinadora general deesa entidad, manifestó que no existe igualdad de desarrollo económico, y que el sueldo no es ni siquiera el mínimo, no tienen prestaciones ni horas extra.
“El código laboral establece que deben tener jornadas de 16 horas diarias, eso es esclavitud” añadió.
Por necesidad
La ENEI determinó que quienes trabajan en casa son un 92 por ciento mujeres y ocho por ciento hombres, y que el 67 por ciento se concentra en la ciudad capital.
La violación de derechos empeora cuando las estadísticas demuestran que las trabajadoras domésticas provienen principalmente de departamentos de occidente y que no superan el nivel de educación primaria o secundaria.
“El 62 por ciento son mujeres indígenas jóvenes, que están en situación de riesgo laboral” expuso Velásquez.
Aprobación urgente
La representante de Atrahdom hace un llamado al presidente Otto Pérez Molina para que de manera urgente envíe al Congreso el convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y la recomendación 201 que busca garantizar los derechos laborales de las trabajadoras domésticas, para que sea ratificado.
“Las trabajadoras facilitan que otras personas puedan trabajar, si ellas no atienden la casa y no cuidan a los niños, los profesionales no ejercerían” concluyó Velásquez.
Buscando futuro
Estudiar y trabajar fue la motivación de María Pérez, una mujer de 28 años originaria de Quetzaltenango, quien llego a la capital hace 15 años con su mochila llena de sueños y encontró un horario de 7 a 19 horas, ganando el salario mínimo y soportando malos tratos.
María trabaja en la zona 19, viaja cada tres meses a visitar a su familia y ayudarlos económicamente.
Quiere superarse
Comer las sobras y no recibir el pago completo es algo de lo que ha tenido que soportar Madelin torres de 22 años, quien trabaja en San José Pinula. La joven mujer narró que en muchas ocasiones los horarios son extensos y los pagos no son cabales.
“Los hijos de los patrones también dan mal trato” comentó Torres, quien descansaba de la rutina laboral.