Los investigadores monitorearán a los bebés, niños y madres durante al menos un año a través de visitas domiciliarias, llamadas telefónicas y citas médicas. Los participantes proveerán muestras de líquidos corporales para determinar posibles nuevas infecciones por el zika, dengue o chikungunya. También se someterán a exámenes físicos, neurológicos, del oído y de la vista.
Entre los objetivos se pretende clasificar los resultados y compararlos con los de otras infecciones virales como el dengue o chikungunya, también se compararán los resultados neurológicos de los niños infectados con los de los no infectados.
“Este estudio entre niños guatemaltecos promete aportar información valiosa sobre los resultados agudos y a largo plazo de la infección”, dijo Anthony S. Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infeccionas de Estados Unidos.
Se espera que el estudio se complete en tres años, los hallazgos ayudarán a funcionarios de salud guatemaltecos a entender los riesgos asociados con la infección del zika en la primera infancia y diseñar programas de atención médica.
El análisis cuenta con el aval del Comité de Ética del Ministerio de Salud de Guatemala y se implementará en total cumplimiento con las regulaciones de ambos países, detalla el NIH en su página web.
“El estudio es importante para las familias de Guatemala porque ayudará a facilitar el acceso al diagnóstico temprano para las familias de esta zona rural”, afirma Antonio Bolaños, director médico de la clínica Funsalud de esa localidad.
El especialista enfatiza que para muchos niños empobrecidos en el país, cualquier efecto del zika en su neurodesarrollo agregará carga a su futuro.
La mayoría de las personas infectadas de zika no tienen síntomas o son leves, no obstante, durante el embarazo puede resultar en un síndrome congénito como la microcefalia (en la cual cabeza del bebé es más pequeña de lo normal), el tejido cerebral disminuido, daños en la parte posterior del ojo o articulaciones con limitado rango de movimiento.
También hay informes de bebés nacidos de madres infectadas que parecen saludables al nacer, pero en el primer año experimentan una disminución del crecimiento de la cabeza y el desarrollo de la microcefalia posnatal.