Otras han tenido que salir para ponerse a salvo, pero se niegan a abandonar por completo sus hogares y donde aún tienen algunas pertenencias.
Una crecida del río Pinula el pasado 2 de septiembre socavó las orillas del afluente y ocasionó que varias viviendas se derrumbaran en cuestión de minutos. El desastre se produjo después de años de crecimiento urbano desordenado, incremento de la producción de aguas residuales, erosión y variación del régimen de lluvias producto del cambio climático.
“Estamos desesperanzados, desolados…”, responde Luis Alberto Hernández, un vecino del sector 4 de Villa Hermosa, cuya casa ha quedado en evidente riesgo y que probablemente no podrá habitar de nuevo. Aunque su familia tuvo que irse, él se ha quedado en el lugar para resguardar sus pertenencias.
En una semana, cuenta, al menos 25 casas han sido desalojadas. En total cerca de 75 familias se han visto afectadas. “En las noches me quedo acá, pero no se puede descansar porque constantemente se oye que pedazos de casas se siguen cayendo al río y da miedo”, subraya el vecino. “Nos da miedo que se forme un huracán en estos días”, añade.
“Es doloroso”
Esperanza Reyes, de 64 años, comparte la preocupación de Hernández y de decenas de personas de dicho sector. Narra que día y noche se mantienen en vilo, sobre todo cuando la maquinaria que hace trabajos en el lugar hace que el suelo vibre.
“Es triste y doloroso. Me agarran muchos nervios cada vez que la tierra tiembla. Nos da miedo de perderlo todo si llueve mucho en la capital”, asegura.
Desde hace años que el lugar es inestable. En 2015 la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) declaró el sector 2 de Villa Hermosa 1 de alto riesgo, por la destrucción causada por el río Pinula. La crecida del afluente ocurre por la disminución de la filtración de agua en el suelo ya que cada vez más drenajes desfogan en él.
Elena Ixquiactap comenta que esta semana ha sido una “pesadilla” para los vecinos de ambos sectores. Cuenta que “está a punto de caerse” la casa que construyó con el esfuerzo de su trabajo como enfermera “durante toda mi vida”.
“De ahí saqué mi casa, trabajando día y noche para criar a mis hijos”, dice con evidente desconsuelo.
Añade que ella y su familia tomaron la decisión de abandonar la casa cuando se dieron cuenta de que las de sus vecinos se caían una tras otra, “se partían en dos y se las llevaba el río”.
Tuvo que buscar un cuarto para dormir, pero de día llega a su casa con la esperanza de que ocurra algo que alivie sus penas, quizás ayuda gubernamental. “Dios sabrá si nos quita o nos deja nuestra casa. Él sabe cuál es su propósito”, resalta.
Ruta al sur
El invierno ha golpeado con especial fuerza al sur de la metrópoli. En el kilómetro 17.5 de la carretera CA-9 sur, este sábado 9 de septiembre continuaban los trabajos para la construcción de los pilotes que servirán para la instalación de un puente definitivo en el lugar.
A inicios de agosto, la crecida del río Platanitos ocasionó el colapso de las bóvedas lo que obligó a las autoridades a restringir el tránsito vehicular, ante el inminente riesgo.
Los pilotes tendrán una profundidad de 28 metros. De momento también se trabaja en la construcción de su armadura de acero. También se instalan muros y gaviones para proteger los taludes o paredes y maquinaria limpia el cauce del río.
El tránsito es lento lo que causa embotellamientos de varios kilómetros.