Leonor Santizo es una de las víctimas de la erupción. Desde hace dos semanas está en el albergue Papa Francisco, donde las familias habitan en casas de campaña. Antes de ser trasladada a este lugar, ella y su esposo estuvieron desde el 3 de junio, cuando ocurrió la erupción, en la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, pues su casa en El Rodeo sufrió serios daños.
La mujer de 54 años ve su futuro incierto, pues no sabe qué pasará ahora que el proyecto de la construcción de las casas para los damnificados en la finca La Industria, Escuintla, quedó paralizado, luego que la Contraloría General de Cuentas detectara irregularidades en la adjudicación del evento.
En su solicitud, la CGC pidió suspender el pago de Q30 millones a la empresa V&T, a la que se le adjudicó el proyecto Construcción, Urbanización y Vivienda La Dignidad, Escuintla, por Q173 millones. La medida, se justificó, es precautoria, mientras finaliza la auditoría.
Piedad Yool, junto a cuatro miembros de su familia, también habitan en carpas. Ella asegura que hasta el momento nadie se ha acercado a ellos para ofrecerles un lugar definitivo dónde vivir. “Después de acá, no sabemos a dónde iremos. Si ya no podemos regresar a El Rodeo, no sé qué haremos”, expresó, lamentando que el proyecto habitacional se suspenda.
En la misma situación está Delmy Illescas, que también está en el albergue Papa Francisco, con sus cuatro hijos y su esposo. Debieron abandonar su casa por el riesgo que corrían debido a los lahares que podían presentarse, y tienen miedo de regresar, aunque de no tener otra opción lo harán. “Es una lástima que hayan paralizado la obra. Debería de seguirla, porque hay gente que sí se quedó sin nada. Las personas de Los Lotes sí lo perdieron todo. No es justo que no los ayuden”, dijo.
A la par de las casas de campaña están los Albergues Temporales Unifamiliares (Atus) -los módulos hechos de madera donde viven cuatro familias separadas entre sí-, algunos ya habitados, pese a que David de Léon, vocero de la Conred, indicó que será el lunes que comenzarán los traslados.
José Pérez fue llevado allí hace unos días, pero está consciente que es una medida temporal, por lo que se mostró intranquilo ante la paralización de la construcción de las casas. “Nos preocupa porque no sabemos qué pueda pasar con nosotros de aquí en adelante, pues contábamos con esa ayuda por parte del Gobierno para tener un hogar definitivo”, expresó.
Dolores Barillas también está en un Atus. “Necesitamos el apoyo del Gobierno no que nos dejen tirados, tantos años de estarle pagando impuestos para que ahora estemos sufriendo, sin consuelo”, dice.
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En otro albergue, en la Escuela oficial Urbana Mixta Tipo Federación José Martí, el sentimiento de zozobra no es muy diferente. Los damnificados se muestran preocupados porque no saben a dónde los llevarán después, ya que les han dicho que el establecimiento volverá a ser utilizado por los estudiantes. Simona López está desde el 3 de junio en este albergue, es vecina de El Rodeo.
“¿Para dónde nos vamos a ir?”, dice. Cuenta que les indicaron que los llevarían a los albergues temporales, pero hasta ahora no han visto concretada la promesa, como tampoco si les darán una de las casas que se prevé construir en La Industria.
Traslados
El próximo lunes, según De León, comenzarán a ser trasladadas algunas familias -alrededor de 40- a los Atus.
“Las personas ha permanecido en los albergues después de la erupción y lo que se busca es que a partir del lunes, si los servicios están completos y si no hay inconvenientes, se estarían trasladando las primeras familias, tanto al área de La Industria, como el sector Santa Isabel, en Alotenango”, refirió.
El primer grupo en ser trasladado a estos espacios de transición está conformado por personas que fueron afectadas directamente por la erupción, de San Miguel Los Lotes, y algunas de la colonia El Barrio, en Escuintla. “Luego se dará una la solución definitiva con la construcción de viviendas, que se le ha denominado La dignidad”, agregó.
¿Quiénes serán los primeros en llegar a los Atus? Esta es una decisión que tomaron los líderes comunitarios de los dos sectores más afectado. Ellos acordaron que fueran familias que estaban viviendo cerca, que eran vecinas, con el fin de mantener el ambiente que regularmente se tenía en la comunidad.
De León mencionó que de acuerdo a las normas internacionales establecidas para brindar ayuda y asistencia humanitaria a víctimas de desastres, lo primero es desplazar a las personas de sus viviendas, por la condición de riesgo en la cual se encuentran. “Lo que se recomienda es que en un plazo no mayor de un mes estén en los albergues colectivos, pero también se habla que mientras se dé una solución habitacional (permanente) tiene que buscarse una solución intermedia que en este sentido son los Albergues de Transición Unifamiliares y luego la solución definitiva (una vivienda formal), pero es todo un proceso que debe considerarse dentro de la respuesta”, indica.
Falta una semana para que se cumplan dos meses de la erupción, y los damnificados aún permanecen en las escuelas, iglesias y centros comunitarios. Por lo que el representan de Conred menciona que ya se está en la fase de trasladar a las familias a los Atus, donde tendrán privacidad. Estos miden 18 metros cuadrados y están construidos de madera.
Francisco de Paz, quien permanece en la Escuela oficial Urbana Mixta Tipo Federación José Martí, espera que lo trasladen cuanto antes a este espacio temporal, pues con el paso de los días la estadía en el albergue se ha hecho insostenible, y siente que poco a poco se han olvidado de ellos. “La ayuda ya no llega como antes”, menciona sentado bajo un árbol, en el área donde los estudiantes suelen jugar cuando salen al recreo.
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