Las otras dos niñas, Taniana (10) tiene quemaduras en los brazos y rostro, mientas que Dayana (3), en el 70 por ciento del cuerpo. Fabiola tiene dañadas sus piernas, brazos y rostro.
La madre y sus hijas fueron llevadas al hospital el 4 de junio. “Cuando estaba en la cama, sentía un dolor insoportable, me tenían que poner morfina para calmarme. Yo sufría al pensar en el dolor que mis hijas podían estar sintiendo. No me daban ganas de comer”, dice Fabiola entre lágrimas.
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La recuperación de Dayana fue la primera en volver al seno familiar, junto a Taniana cuya recuperación fue milagrosa. “Los doctores le detectaron una bacteria mortal en la sangre, pero Dios la sanó”, indica.
Fabiola y Kristel salieron del hospital la semana pasada, pero con la condición de que no estuvieran en un albergue, debido a lo delicado de su estado de salud. Por esa razón, la familia se vio en la necesidad de alquilar una casa en Escuintla, donde deben pagar Q1500.
Lamentablemente, el padre de familia está desempleado y no saben cómo pagarán la renta de agosto.
Si desea ayudarlas, puede comunicar con Germain Pérez, jefe de la familia, al 3066-8962.
Escape
Fabiola es originaria de la aldea El Rodeo, y llegó a Los Lotes a visitar a una amiga que le entregaría un catálogo de zapatos.
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Tenían pocos minutos de estar en el lugar cuando vieron una nube negra que corría hacía ella, que se hacía acompañar de sus tres hijas.
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Corrieron por un callejón para escapar y llegaron a una casa, donde pidió auxilio. Le dieron un par de toallas con agua para ponérselas en el rostro a las niñas, que se quejaban por las quemaduras.
“Cuando me vi las piernas me estilaban de sangre. Yo llevaba short, y las nenas pantalón, por eso ellas se quemaron los brazos y la cara”, dice con los ojos llorosos, al revivir el momento.
Lograron correr y llegar a la carretera. Fabiola llevaba a su hija pequeña en la espalda. “Le dije a mi niña grande que se salvara con su hermana, porque yo ya no tenía aire para correr. Sálvense ustedes porque aquí me voy a quedar. En mi mete solo le pedía a Dios me diera otra oportunidad para vivir”.
Salieron de ese infierno e inmediatamente fueron atendidas por las heridas que llevaban, al día siguiente de la tragedia las llevaron al Hospital Roosevelt.
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