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El diplomático representó a una generación que pensó que el muro era “inamovible”. En entrevista rememora cómo se vivió aquel hecho histórico que marcó el siglo XX y que no debe volver a repetirse, pues asegura que con la construcción de muros no se solucionan las diferencias.
¿Qué representa para Alemania la caída del Muro de Berlín y que se cumplan 30 años de este hecho histórico?
Es un acontecimiento importante, no solo para Alemania sino para Europa. Cada uno sabe dónde estaba cuando fue el primer viaje a la Luna o cuando cayó el World Trade Center, en Nueva York. Asimismo, todo el mundo sabe dónde estaba cuando cayó el muro. Yo estaba en Lima, Perú.
¿Cómo se enteró de que el muro había sido derribado?
Por la televisión. Estábamos totalmente sorprendidos. Claro, hubo indicios de algunos cambios que se estaban preparando, las protestas en el Este de Alemania, unos acontecimientos en Polonia, en la República Checa. Abrieron la frontera entre Hungría y Austria, en los meses anteriores, pero nunca se pensó que el muro caería. Esto nos sorprendió.
Desde entonces ¿qué ha cambiado en Alemania?
El primer cambio significativo fue la libertad para viajar para los compatriotas en el Este de Alemania, que no habían podido viajar durante 28 años, no habían podido ir a Francia, ni ir al Occidente de Berlín, por el muro.
Claro, la reunificación de las dos Alemanias duró casi un año con 11 meses, pero el hecho de que pudieran viajar, de poder ir a dónde querían, eso era algo increíble.
Para quienes estaban del lado del muro donde había más restricciones, el acontecimiento fue más que liberador.
El muro se construyó en agosto de 1961. El muro no solamente era Berlín sino la separación fue por toda Alemania, mil 553 kilómetros con el Este de Alemania y con la República Checa, frontera que antes no existía. Había pueblos, gente, personas, casas que estaban directamente en la frontera y de la noche a la mañana tenían un muro de un lado o del otro. El vecino que vivía en el occidente y el otro vecino en el oriente, estaban separados, sin poder conversar, sin poder encontrarse. ¡Imagínese eso! Es difícil de entender cuando uno no lo ha vivido.
La gente lo soñaba, pero francamente nosotros, la gente joven de esa época, pensábamos que Alemania jamás se iba a reunificar. Era un tema de las personas mayores, que no tomábamos muy enserio. Era como una utopía.
Cuando se construyó el muro yo tenía seis años y 34 años cuando cayó. Representaba a la generación joven que vivía con el muro y que lo consideraba, no como algo normal, pero sí como algo inamovible.