Guatemala está lleno de héroes sin capa que, incluso, arriesgan su vida por la de los demás cuando ocurren emergencias como las lluvias o inundaciones. Luis González, es uno de ellos, y esta es su historia que ejemplifica la de muchos rescatistas.
Eran las 9 de la noche durante el mes de octubre del año 2005 y una unidad de rescate de bomberos voluntarios se acercaba a Tecpán. El Huracán Stan había inundado la región tecpaneca, los ríos habían crecido y las personas debían salir de ahí. Entre los bomberos que se acercaban cada vez más al desastre, se encontraba Luis González, un bombero de Chimaltenango que cursaba apenas su segundo año dentro de la institución de rescate. Tenían una misión: evacuar a una comunidad que había sido arrasada por el agua.
Luis, junto a su equipo, comenzó a caminar hacia el lugar que debían evacuar, pero lo que parecía un río les cortaba el paso. “Este no es un río, es la calle principal”, indicó la persona que los guiaba a su destino. Del otro lado de la calle, un hombre les gritaba, les hacía señas, pero Luis era incapaz de escuchar por el ruido de la lluvia.
Para salvarlo era necesario cruzar al otro lado y el elegido para pasar nadando y ejecutar el rescate fue Luis. El bombero, esquivando rocas, árboles y otros materiales que arrastraba el agua, cruzó hasta donde estaba el hombre que debía rescatar, pero cuando llegó, ya no estaba. Se montó al lugar en donde antes el señor estaba parado, era el techo de una casa que estaba hecho de lámina. Como pudo, amarró una cuerda que llevaba a un árbol que había resistido a las inclemencias del clima y la aseguró para que todo su equipo pudiera pasar.
“Ayúdeme porque mis hijos sí se fueron para el otro lado antes de que el río creciera (…) Hágame el favor, antes de pasarme a mí, pase esto, por si no logro pasar yo. Es ropa para mis hijos y el televisor, para que tengan algo que ver en el albergue”, dijo el hombre mientras extendió el bulto, rogándole a Luis.
Luis intentó persuadir al hombre: “Señor, el agua está hasta arriba de su casa, eso ya no sirve. A sus niños se les consigue ropa, el que me interesa es usted”. Pero el hombre no desistió, negándose a pasar antes que el saco lleno de ropa. Ante esto, Luis optó por enganchar al hombre y al bulto al mismo tiempo, pasándolos juntos al otro lado.
Después de ese rescate, ya no continuaron buscando a más personas. Se llevaron al hombre directo al albergue, en donde el señor, entre lágrimas, les agradeció a sus salvadores.
Ya eran las 2 de la mañana cuando el hombre se reunió por fin con su familia y tanto Luis como sus compañeros pudieron continuar en su trabajo de rescate por toda la región.
Luego de que el huracán cesara, Luis tuvo la difícil tarea de recuperar otros cuerpos que dejó el Huracán Stan. “15 días metidos entre el agua y entre el lodo rescatando cuerpos”, relató Luis, quien aseguró que con su equipo se trasladaron hasta Sololá y todas las regiones más afectadas por la temporada de lluvias en Guatemala, durante el año 2005.
Los bomberos ante los desastres
Luis González no siempre fue bombero. El rescatista fue durante 16 años profesor de educación física, hasta que se topó en la calle a dos amigos que lo instaron a meterse a la capacitación de Bomberos Voluntarios.
“Yo no sabía que me interesaban los primeros auxilios”, indicó Luis, al relatar su primer encuentro con la institución. También subrayó que durante ese entonces solo trabajaba cada cinco noches, puesto que era 100% voluntario. No obstante, después de un tiempo, se aburrió de su trabajo como docente y comenzó a trabajar dentro de la institución como bombero permanente, aunque no fue fácil al inicio.
“Porque si entraba, me iban a pagar por lo que me gusta hacer de gratis. Ahí ya le había desarrollado la pasión y el gusto, si me pagaban ya no iba a sentir lo mismo”, explicó Luis.
Sin embargo, sus recursos se fueron acabando y accedió a convertirse en bombero de tiempo completo. “Allí comienzan las anécdotas de bomberos, anécdotas bonitas, feas, tristes”, comentó.
Luis Gonzalez , bombero y trabajador de Conred, durante la entrevista.
Esbin García
Luis recordó una vez en la que se había crecido el río Polochic en la región de las Verapaces y habían mandado a su unidad a evacuar a una familia que se encontraba a las orillas del río. “El técnico dijo que la familia estaba en riesgo y nos pidieron que fuéramos a hablarles para que desalojaran”.
No obstante, la familia se negó a irse, alegando que, en caso de que no se desbordara el río, la casa se quedaría sola y se robarían lo poco que tenían. Los bomberos, a pesar de sus insistencias, no lograron que las personas desalojaran.
El técnico encargado de evaluar la zona, después de no poder cumplir con su misión, les explicó que la cabeza de la familia —el esposo y padre de los integrantes de la casa—, había vivido en ese sitio desde que era niño. “Cuando fue el Mitch y el Stan, el Polochic también creció y se llevó la casa”, contó el técnico, revelando que el único sobreviviente de la tragedia había sido el niño, ahora padre de familia, quedándose sin casa y sin ninguna pertenencia.
A las 11 o 12 de la noche, Luis y su equipo recibieron una llamada, el río se había desbordado. Cuando llegaron al lugar, la casa ya no estaba. Encontraron a la familia que había desistido de evacuar en un pedazo de montaña.
Luis explicó que este tipo de situaciones pueden llegar a frustrar a los equipos de rescate, puesto que la evacuación podría haberse realizado en mejores condiciones y moviendo las pertenencias de la familia.
“Pero a uno le toca comprender a la gente, porque al final, ¿cuánto les cuesta conseguir las pocas cosas que tienen y que son su medio de vida? (…) entonces no quieren dejar esas cosas”.
Luego de haber rescatado a la familia, Luis comentó que el señor padre de familia comenzó a construir su casa en el mismo sitio de siempre.
Emergencias constantes
Cada año, Guatemala sufre los estragos de las densas lluvias. No solo por los fuertes huracanes que azotan al país, sino también por el invierno que provoca el desbordamiento de ríos, inundaciones y derrumbes en puntos clave de la región. Pero, ante cualquier emergencia, los rescatistas acuden sin dudarlo.
Luis pertenece a una de las 134 compañías de Bomberos Voluntarios que se encuentran en toda la nación guatemalteca. A su labor, también se unen más de 130 unidades de Bomberos Municipales y 14 estaciones de Bomberos Municipales de la Metropolitana. Todos ellos, durante todos los días del año, están alerta a las emergencias y buscan la seguridad de la población, especialmente en época de invierno.
“El invierno hace muchos estragos en este país y nos toca estar sufriendo de lo que la naturaleza nos hace”, aseguró Luis, quien además de ser bombero voluntario por 20 años, también es trabajador de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).
En lo que va de 2024, más de un millón de personas han sido afectadas por las consecuencias del invierno. Durante la actual época lluviosa, 14 departamentos se han declarado en alerta amarilla y se han registrado 10 personas muertas debido a los efectos de la lluvia, según estadísticas de la Conred, actualizadas el 15 de junio del presente año.
Según la Conred, durante el mes de junio de 2024, se han reportado 680 accidentes entre los que se destacan daños en viviendas e infraestructura pública. Del mismo modo, según los datos de la institución, 288 viviendas se encuentran en situación de riesgo, 552 tienen daños leves y aproximadamente 4 mil viviendas cuentan con daños moderados. Asimismo, se estiman 302 residencias con daños severos.
Por otro lado, durante este mes se han inundado diferentes regiones del país. Entre estos está la aldea Matamoros, en el municipio de Chiquimulilla en Santa Rosa, lugar en donde se desbordó el río Los Esclavos, llenando de agua varias viviendas del sector.
#SantaRosa Inundación se registra en aldea Madre Vieja del municipio de Taxisco, Santa Rosa. Se realizó Evaluación de Daños y Análisis de Necesidades -EDAN- en viviendas afectadas.
— CONRED (@ConredGuatemala) June 24, 2024
Créditos: Edwin Cuellar, Técnico de Campo. pic.twitter.com/qlfL014CAv
El ser humano y la naturaleza
“Tengo un amigo que dice que lo que al mar le tiran, el mar lo devuelve. Y creo en eso”, contó Luis. Según el bombero, hay tres causas principales por las que la época de invierno suele ser tan devastadora en el país.
“La primera es por la irresponsabilidad de nosotros mismos; la otra es porque vivimos en un sistema en donde la gente no tiene la oportunidad de superarse y buscar un mejor lugar para vivir; la última es porque la gente en Guatemala es muy curiosa y se ponen en riesgo ellos mismos”, enumeró el bombero.
Para el primer punto, Luis hizo un llamado de atención, ya que según él los ciudadanos guatemaltecos suelen dejar basura en las calles, descuidando el ambiente y la infraestructura. Señaló también que los deslizamientos de tierra que se observan hoy se deben en gran medida a la quema de árboles.
"Los árboles sirven para muchas cosas y dentro de tantas funciones que tienen los bosques, sirven para retener agua”, puntualizó el bombero. Sin los árboles, se podría desarrollar una tragedia.
Y no es para menos, el 14 de junio del presente año, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología de Guatemala (Insivumeh) reveló en su informe de esa misma fecha que 34 municipios se encontraban con sus suelos saturados, es decir, que están llenos de agua y que esta no se puede filtrar.
Debido a la poca capacidad de filtrar el agua, se incrementa el riesgo de desbordamiento de ríos, quebradas, riachuelos y zanjones, lo que a su vez puede crear inundaciones.
Giovanna Pérez, especialista de la institución, explicó que las raíces de cualquier planta —aunque resaltó a los árboles por la capacidad de sus hojas para contener las gotas—, ayudan al suelo a filtrar el agua.
PORCENTAJE DE SATURACIÓN
— INSIVUMEH Guatemala (@insivumehgt) June 26, 2024
Boletín Especial por saturación del suelo
BESS-2024-14
26 de junio de 2024#SomosINSIVUMEH #GuatemalaSaleAdelante #CIV pic.twitter.com/XDOVQ5i9vO
“Una de las zonas que se esta viendo muy muy afectada ahorita es la ruta para Palín. Desde la Batres hasta Palín, cuando vas para allá, a mano derecha se ve toda la montaña negra. Eso es por los incendios forestales. Ahora esa zona se está derrumbando ¿Por qué? Porque el agua se viene de largo y ya no hay nada que la sostenga”, profundizó el bombero al hablar de los incendios forestales.
Luis recordó otra situación, en la que tuvieron que atender un incendio forestal y que había sido provocado. “Estuvimos en un lugar en donde el señor alcalde negó las licencias de tala de árboles hasta que la población comprobara que estaban reforestando”. La respuesta de la comunidad, según cuenta Luis, fue quemar el bosque a modo de protesta.
Emergencias en Guatemala
“No soy la persona que más sabe de eso, pero sí te puedo decir que más del 99% de los incendios forestales son provocados. Menos del 1% son producidos por una causa natural”, sentenció el bombero.
El rescatista explicó también su último punto: la curiosidad de los guatemaltecos y cómo esta puede poner en riesgo su seguridad. “Aquí en Guatemala hay disparos y lo que menos se ve son los heridos, porque la gente no te deja encontrarlos. Toda la gente sale a ver”, atajó Luis.
El bombero explicó que a los cuerpos de recate les toca discutir mucho con los ciudadanos por esta razón. “Nos toca pelear mucho, no se acerque, no entre, pero no, la gente se quiere meter porque quieren ver y eso también los pone en riesgo”.
Las dos facetas de los rescatistas
Luis, durante su relato, explicó que en su trabajo suelen pasar muchas cosas. “Pasan cosas malas, pasan cosas bonitas, cosas divertidas. A mí los bomberos me ha dejado muchísimo”, aseguró el rescatista.
Sin embargo, no todo es color de rosa para el bombero, quien explica que los voluntarios deben tener cuidado al volcar toda su vida en el rescate. “Yo les digo —a los bomberos— que tengan cuidado, que —los—bomberos no se convierta en un vicio, porque es muy peligroso, cuando la vocación de servicio trasciende y se convierte en vicio, te causa problemas muy graves”.
Luis amplió su argumento y explico que volcarse totalmente a la profesión de ser bombero y no tener equilibrio, puede llevar a una persona a descuidar el estudio, la familia y sus relaciones,. Luis asegura que a él le pasó y que llegó en algún momento a vivir en la estación bomberil.
Luis González y su equipo durante un choque automovilístico
Luis González
“No me siento nada orgulloso, pero para mí, llegó un punto en que se volvió un vicio y eso provocó que perdiera mi matrimonio”, externó Luis. Del mismo modo, el rescatista aconsejó a otros bomberos a dedicarle a esa profesión solo el tiempo necesario.
La psicóloga Daniela Ortiz explicó que a partir de un trabajo tan demandante como el de un rescatista, los bomberos pueden llevar el estrés generado en el trabajo a las diferentes áreas de la vida. Ortiz recalcó que, al tener una gran cantidad de estrés, los bomberos pueden terminar desembocando todo lo que sienten a la familia, a la pareja o a los hijos.
Del mismo modo, el bombero también habló sobre las situaciones traumáticas a las que los bomberos deben enfrentarse cada día, indicando que todos tienen bastantes anécdotas, pero que casi ninguno acepta los estragos que estas causan en su estado mental.
“Solemos decir que no nos afecta, que uno se va acostumbrando, pero no es cierto, no es cierto. Todos los bomberos, como seres humanos, tenemos cosas que nos impactan y que sí generan traumas en nosotros, pero el hecho de tener un uniforme de servicio no nos permite vernos débiles”, aseguró Luis.
El rescatista cree que el 98% de los bomberos prefieren hacerse los valientes en lugar de buscar apoyo profesional, y terminan refugiándose en otras cosas. “El cigarro, el alcohol, múltiples relaciones para estar distraído y no pensar en lo que te hizo daño emocionalmente”, ejemplificó.
La psicóloga Ortiz aseguró que, cuando una persona trabaja en el área del rescate, se puede llegar a topar con muchos accidentes traumáticos, los cuales pueden generar otro tipo de problemas como el estrés postraumático. Ortiz indicó que, al utilizar sustancias como el cigarro o el alcohol, se genera un placer cerebral que genera sustancias químicas como la serotonina y la dopamina.
“Si yo vengo de un evento traumático, me siento mal, me siento decaído, me siento nervioso, tomando ciertas sustancias me va a generar una sensación de placer, una sensación de libertad. Ahí es cuando se va incrementando el uso y empieza a verse un abuso de la sustancia, hasta llegar al punto del vicio”, destacó la psicóloga.
Luis narra que se dio cuenta que él tenía esos problemas hasta que habló con una profesional de la psicología. “Y me dice, mira, tú estás mal, estás mal. Seguís haciendo un buen trabajo y seguís siendo un gran profesional, pero como ser humano estás mal”, dijo la psicóloga a Luis, quien no aceptaba al inicio que lo que vivía todos los días como bombero le afectaba.
Además de ir con un especialista, Ortiz aconsejó que, para mantener una buena salud mental, los bomberos pueden hacer ejercicio – lo cual también genera dopamina y serotonina –, e intentar dormir 8 horas diarias.
Marcas que dejan los rescates
A pesar de las grandes hazañas y esfuerzos de los bomberos para salvar a la gente, los rescatistas también pueden llegar a ser víctimas de los desastres a los que se enfrentan. Luis recordó el Volcán de fuego, en el que perdió a varios compañeros.
Dentro de su relato, Luis recordó que cuando un bombero fallece, le hacen honores. “Se pasa lista de todos los que estamos y se menciona el nombre del bombero fallecido y nadie contesta. Después de que se le llama 3 veces y nadie contesta, todos los presentes responden al unísono, presente, presente, presente”.
Luis confesó que en esa emergencia perdió tres amigos con los que había hablado en la mañana. "Habían muerto quemados", recordó.
“¿Cómo puede ser? O sea, yo hablé con ellos en la mañana y todo estaba bien”, se cuestionó Luis.
A partir de esto, el bombero instó a que se reconozca a los bomberos por su labor y esfuerzo al rescatar a la población guatemalteca.
“La gente tiene que saber que sus bomberos están capacitados para cosas buenas. Pero nadie se entera”, dijo el rescatista, quien, a su vez, detalló la experiencia y los diversos cursos a los que los bomberos se someten para dar un mejor servicio a toda la comunidad. Entre esto, recalcó su orgullo por la institución de Bomberos Voluntarios, pues tiene técnicos en urgencias médicas reconocidos por el Colegio de Médicos y Cirujanos de Guatemala y por el Ministerio de Salud.
“Pasamos muchos años en la capacitación personal”, aseguró Luis, quien, en su momento se ganó el reconocimiento como mejor paramédico de Guatemala.
“He llegado a entender que al final, el espíritu de servir y de ver bien a la gente no ve el color de casco”, detalló Luis, quien relató también sobre la competitividad entre las diferentes instituciones de bomberos a lo largo de los años.
“Los bomberos Voluntarios, los Municipales y los Municipales Departamentales, los tres tienen rescatistas de alto nivel de desempeño y con un alto profesionalismo”, destacó Luis, quien también contó que los trabajos en conjunto se han hecho más frecuentes y que gracias a las capacitaciones muchos bomberos, sin importar la institución, son muy buenos amigos.
Está claro que aunque estos héroes sin capa no dudarán en salvaguardar a las personas, las lluvias, inundaciones, temblores o erupciones, no se pueden predecir. Por eso Luis reveló que debe prevalecer la esencia que define a un excelente rescatisa: “Mantener, sobre todo, la trilogía en la que se fundamentó el servicio de bomberos: disciplina, honor y abnegación. Si tienes eso, serás un buen bombero”.