Aunque se cuenta con establecimientos educativos a los que acuden y logran graduarse, el problema empieza a la hora de buscar un empleo que les ayude a vivir a ellos y a sus familias.
Llama la atención que de los 11 migrantes fallecidos, cuatro eran menores de 18 años.
Anderson Marco Antulio Pablo Mauricio, de 16 años, les dijo a sus padres que no quería estudiar más en las condiciones que exigía la pandemia. Era el mayor de nueve hijos. Concluyó el segundo básico y le comentó a su madre, María Marcelina Mauricio Tomás, que quería trabajar, que deseaba irse a Estados Unidos.
“Quiero ayudarlos a salir de esta situación, me dijo”, recuerda la madre.
Rubelsi Tomás Isidro, 15, es otra de las víctimas. Estaba por terminar el bachillerato pero decidió emprender el viaje para apoyar a su familia.
“Para él era muy difícil no poder hacer nada por nosotros. Por eso quiso irse”, contó su madre, María Florinda Isidro.
La mayoría de ellos tenía un sueño, querían lograr algo que en ese municipio ha alcanzado el 20 por ciento de la población: conseguir recursos para no pasar penas.
Según la Municipalidad de Comitancillo, la migración para los pobladores ha sido algo normal desde hace más de 20 años.
El concejal tercero, Arcadio Marroquín, explicó que el pensamiento de quienes se van es “trabajar lo más que puedan en Estados Unidos, hasta 18 horas diarias si es necesario. Algunas personas presupuestan enviar Q42 mil mensuales a sus familias, no solo para pagar las deudas del viaje, sino para aportar para construir su casa o abrir un negocio”.
Diferencias
Los contrastes en esta localidad son evidentes. En el centro de la población, entre el edificio municipal y la iglesia católica se observan grandes construcciones de cuatro y hasta ocho pisos. mientras que en lo alto de las montañas, donde se ubican los caseríos y las aldeas, las casas todavía son de adobe.
Algunas viviendas no cuentan con alcantarillado, energía eléctrica y mucho menos agua entubada.
El concejal tercero confirma que Comitancillo es uno de los municipios más poblados de San Marcos y de mayor extensión territorial.
“El aporte constitucional es de un millón. Con eso debemos atender las demandas de las 86 comunidades”, señaló.
Marroquín agregó que lo que capta la comuna se vio afectado por la pandemia del covid-19. “Antes de esto lográbamos recaudar entre tres y cinco millones de quetzales, pero ahora no”, añadió.
El profe Élfego: El tercer intento del profesor
Élfego Roliberto Miranda Díaz, de 24 años, se graduó de perito contador con orientación en computación en el 2017. Desde entonces se había dedicado a impartir clases en colegios de Comitancillo.
Además se ocupaba en otros oficios para sacar adelante a su familia. Esta fue la tercera vez que intentaba irse a Estados Unidos, pues desde hace años buscaba el sueño americano, pero no lo logró. Murió en el intento.
El profe Élfego estaba casado con Maricela López Temaj, 22, quien está embarazada, pero antes ya habían procreado dos niñas y un niño. El profe, como le llamaban, era parte del Consejo Comunitario de Desarrollo del caserío San Francisco, sector 3 de la aldea Tuichilupe.
Quienes lo conocían aseguran que siempre intentó luchar por el beneficio de la población, de su comunidad y su familia, pues lo que lo movía era salir de sus deudas. Además, tenía el sueño de sacar adelante a los pobladores.
Tenía cinco hermanos y era muy querido por los comunitarios. Su deseo desde hace algunos años era viajar a Estados Unidos, como lo han hecho amigos y familiares.
“Él se fue el 12 de enero, pero el miércoles 20 ya no supimos nada. Lo último que nos escribió fue que estaba a poco de llegar a los Estados Unidos. Que estaba en la frontera”, cerca de cumplir su sueño, refirió un familiar.