Zapata lamenta que las áreas rurales del país se encuentren en lo que considera, un completo abandono por parte del Estado y considera que la problemática rural es una bomba de tiempo que puede explotar y convertirse en una convulsión social.
¿Cómo se abordó el tema de la ruralidad en Guatemala durante 2022?
Absolutamente abandonado, no solo el año pasado, sino en todo este Gobierno, no está en sus prioridades y eso es lamentable. Regularmente las personas tienden a identificar la responsabilidad de un gobierno con el desarrollo rural a partir de lo que hace el Ministerio de Agricultura (Maga), pero el desarrollo rural es mucho más que eso. La agricultura es fundamental, pero no es todo, no agota el tema, hay que tener una visión integral que implica más que agricultura. En este gobierno el tema ha estado ausente, ni en la integralidad ni en lo específico el desarrollo rural ha estado en la agenda de este Gobierno.
¿Qué debemos entender por desarrollo rural integral?
Todo. Salud, educación, programas sociales, creación de infraestructura productiva, etc. En Guatemala se elaboró desde hace varios años una política nacional de desarrollo rural integral, durante el Gobierno de Álvaro Colom, después de ocho años de discutir su contenido con organizaciones de la sociedad civil. Esa política sigue vigente, aunque hay que actualizarla, pero solo existe en el papel, no en la práctica, en esa política se habla que el desarrollo rural es en esencia el desarrollo humano de quien habita los territorios rurales, si usted quiere saber si en determinado territorio hay desarrollo humano no se tiene que fijar solo en las fincas que hay ahí, o si hay carreteras, sino en la población que habita en esos territorios si alcanza el desarrollo humano al que tiene derecho.
¿Por qué es clave que se le ponga atención al desarrollo del campo?
No hay país en el mundo que se pueda desarrollar sin que sus territorios rurales hayan participado en ese desarrollo. Acá, donde todos los indicadores socioeconómicos están graves, son dramáticos en los territorios rurales, la desnutrición crónica, pobreza, exclusión, ausencia de caminos e infraestructura en general. La brecha entre lo rural y lo urbano es profunda. Por eso es por lo que no basta un planteamiento de desarrollo nacional, que está bien, pero hay que darle prioridad al desarrollo de los territorios rurales. No se puede pensar que habrá desarrollo general si no se les da prioridad fundamental a los territorios rurales, ahí habita casi la mitad de la población, y los indicadores socioeconómicos son los más bajos, cerrar la brecha es un requisito fundamental para pretender el desarrollo del país.
¿Por qué cree que históricamente se ha desatendido el problema del desarrollo rural?
No ha habido una política para impulsar el desarrollo del país en general, pero particularmente en relación a las áreas rurales, ahí existe un abandono profundo por parte del Estado y eso tiene que ver con la falta de voluntad política de los gobiernos para atender las necesidades de las personas que más requieren de políticas públicas que las favorezcan y los diferentes gobiernos que hemos tenido no han asumido la responsabilidad con la mayoría de los guatemaltecos que son pobres y excluidos y que están en la ruralidad, no están en su agenda, más bien hay otros propósitos relacionados con favorecer demandas de sectores empresariales y por mantener el estatus quo predominante. O sea, se ejerce el poder político del Estado, no en función de las mayorías pobres y excluidas, sino a favor de grupos mayoritarios empresariales o mafiosos.
¿Los elevados números de migración que vemos hoy en día son el reflejo de este abandono de las áreas rurales?
No sé si abandono sea el término, porque uno abandona lo que tiene y el problema es que —el Estado— nunca ha asumido su responsabilidad con los territorios rurales y si usted analiza de dónde provienen los migrantes es de los territorios rezagados y rurales, y no solo es pobreza individual la que hay porque incluso gente con algún nivel de preparación o educación tampoco encuentra oportunidades en sus territorios. Entonces, hay que entender que la migración es producto del rezago que hay en los territorios rurales ya que estos se convierten en expulsores de su población por falta de oportunidades y así lo demuestran las estadísticas de la gente que migra a EE. UU.
¿A menos de un mes de que se convoque a elecciones qué llamado se les puede hacer a los políticos que aspiren a ejercer el poder?
Algo muy directo, primero que tengan una plataforma programática y que, no importa de que partido o tendencia ideológica o política sean, que entiendan que el futuro del país pasa por el impulso de una política de desarrollo rural que atienda el tema de la pobreza, el hambre y la desnutrición en los territorios rurales. Que vean, incluso, que la estabilidad está relacionada con eso, y que entiendan que la integralidad del desarrollo rural no es solo agricultura, aunque es importante, no es solo tierra, aunque también sea importante, pero no es solo eso. Yo esperaría, ojalá, que en las ofertas programáticas que hagan los candidatos el tema de desarrollo rural tenga la prioridad que se merece para la estabilidad y el desarrollo nacional.
¿Quiere decir que el subdesarrollo de la ruralidad puede afectar, incluso, a las clases que siempre han sido favorecidas?
La conflictividad agraria es una bomba de tiempo porque está relacionada con temas estructurales, tierra pobreza, desnutrición, pero también con temas de exclusión particularmente los pueblos indígenas. Entonces, yo creo que seguir desatendiendo el tema es tener una bomba de tiempo que, conforme pasan los años, se vuelve más grande y la mecha más chiquita. Puede suceder una convulsión social si el punto de desesperación de la población rural llega a esos extremos, ojalá que no sea así, que la problemática del área rural no se solucione a través de una convulsión, pero se necesita una acción del Estado, porque esa convulsión no será perjudicial solo para lo que estén involucrados en ella, sino para todo el país. Los sectores empresariales dominantes deben entender que el futuro del país y lo que ellos puedan tener como empresarios, está relacionado con resolver este tipo de problemas. Esto es como un búmeran y ojalá lo entiendan.
Cada vez hay más guatemaltecos con hambre
Las estimaciones que periódicamente hacen agencias especializadas en seguridad alimentaria en el mundo revelan que el número de guatemaltecos en crisis y emergencia alimentaria se ha duplicado desde el 2018.
En noviembre de ese año, los cálculos referían que dos millones 115 mil personas en Guatemala estaban en crisis y emergencia alimentaria.
Para junio del 2019, este número se había elevado a tres millones 60 mil. En julio del 2020, la cifra bajó a 1.3 millones, aunque sin tomar en cuenta el impacto de las tormentas Eta e Iota, que golpearían al país en noviembre de ese año.
El cálculo para agosto del 2021, que ya incluía el impacto de dichos fenómenos climáticos, fue de tres millones 458 mil. Finalmente, la estimación para septiembre de este año aumentaban el número de personas en crisis y emergencia alimentaria a cuatro millones 600 mil.