Pero lejos de que en realidad se trate de un disgusto del clima con los agricultores, expertos refieren que lo acontecido en los años recientes tiene que ver con el cambio climático y lo más preocupante, que estos escenarios climáticos serán cada vez más continuos.
“Este año fue peor que el año pasado, en San Pedro Pinula —Jalapa— Chiquimula, algunas partes de Zacapa y de El Progreso, ahí no lograron, pero ni una cosecha de maíz ni frijol”, expuso Adelso Ucelo, agricultor parte de la Organización Apoxex que funciona en Santa María Xalapán, Jalapa, que también sufrió los efectos de la sequía la primera parte del año.
Ucelo aseguró que en algunas regiones los agricultores perdieron hasta el 100 por ciento de las siembras de maíz y frijol, después de que en la primera parte del año apenas llovió “unos tres días” lo cual no es suficiente para garantizar el cultivo de alimentos.
Algunos campesinos, agregó, se atrevieron a hacer una segunda siembra en agosto, pero todo apunta a que podría perderse gran parte de esta porque en la segunda parte del año ha se registran en algunas áreas solo siete días de lluvia.
“La gente está preocupada porque hubo partes en que los ríos se secaron por completo y la poca lluvia que cayó la tierra al absorbió”, apuntó el agricultor, a la vez de indicar que hoy en día las familias sobreviven gracias a que hay gente que vive en EE. UU. y las remesas que envían dinamizan las economías de los municipios con lo cual se generan algunos empleos.
Pérdidas por sequía y por mucha lluvia
En Champerico, Retalhuleu, la situación está complicada. Esa área tiene años de padecer sequía al punto que sus pobladores lo consideran una especie de corredor seco en el sur del país.
En el 2018, Champerico fue una de las áreas más afectadas por la ausencia de lluvias. Este año la pérdida no fue absoluta, aunque sí lo suficiente para hacer perder hasta el 50% de las siembras en algunas comunidades porque la época lluviosa comenzó muy tarde, a mediados de junio.
Abelino Mejía, uno de los líderes de las 54 comunidades que integran ese municipio retalteco, expuso que, debido a las sequías, los agricultores se dedicaron a sembrar ajonjolí porque es un cultivo que requiere poca agua para desarrollarse.
Pero los agricultores no contaban con que septiembre traería lluvias torrenciales.
“Ahorita que nos llovió torrencialmente las plantaciones de ajonjolí se han perdido. Demasiada lluvia causa que la planta se muera porque se le forma un hongo”, explicó Mejía.
Precisó que aún no se ha cuantificado cuánto se ha perdido de ajonjolí porque eso se sabrá cuando hagan un censo que comenzarán a levantar esta semana; sin embargo, aseguró que, de acuerdo con representante de las comunidades “han reportado grandes cantidades perdidas”.
“La canícula fue prolongada”
51 días de canícula
La irregularidad del clima también afecto a los agricultores de las Verapaces.
Juan Antonio Guevara, integrante de la Asociación Corazón del Maíz que tiene acción en municipios de Baja Verapaz, comentó que la canícula de este año fue tan prolongada que afectó a una gran cantidad de agricultores, los de partes altas y medias perdieron hasta un 55% de sus cosechas, mientras que en las tierras bajas se reportan pérdidas de hasta el 90%.
Guevara añadió que en septiembre llovieron 11 días seguidos, pero ya las siembras que se hicieron en mayo se habían perdido, y en el departamento son pocas las familias que suelen hacer una segunda siembra.
Al consultarle qué harán los agricultores que perdieron el 90% de sus productos, el líder comunitario expuso que algunos cifran sus esperanzas en las fincas cafetaleras o azucareras; no obstante, asegura que la demanda laboral ha disminuido en los últimos años.
Además, otros también confían en que pueda llegarles ayuda del Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación (Maga) como el año pasado que les distribuyeron cupones para el canje de alimentos durante noviembre y diciembre.
Sin embargo, la ayuda pareciera incierta, a juzgar por las experiencias de otros departamentos.
Por ejemplo, Mejía, en Champerico, dice que el Maga nunca ha llegado a apoyar a los agricultores e ironiza al decir que en esas comunidades viven al mejor estilo de “sálvese quien pueda”.
“Incluso el 4 de septiembre solicitamos audiencia con el ministro —de Agricultura— y viajaron más de 44 cocodes, pero lamentablemente no quiso que ingresara la gente ni nos atendió. El Maga solo se hace presente para levantar listados y decir ‘fuimos’, pero una ayuda o proyecto no lo tenemos”, puntualizó.
Ucelo, en las regiones de Jalapa, coincide en afirmar que en Jalapa y otras áreas del oriente guatemalteco “el Maga no se movilizó para nada” y más bien solo se benefició a allegados a partidos políticos, algo que la institución niega.
“Quisiéramos propuestas para la gente, para los pequeños agricultores para familias que necesitan y que son bastantes porque aquí la crisis alimentaria es muy fuerte”, recalcó.
El clima ha cambiado
La irregularidad de las lluvias en ciertas partes del país, así como lo repentino y fuerte que cae en otras se ha convertido en una constante que podría ser parte del cambio climático que, según científicos, ocurre en todo el mundo.
Elmer Orrego, investigador del Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático (ICC), explicó que este año ocurrieron dos fenómenos peculiares. El primero, el tardío ingreso de la época de lluvias, algo que no había pasado desde hace 30 años y lo otro lo escaso de las precipitaciones en los primeros día de septiembre que le siguieron 10 días de intentos aguaceros.
En cuanto al fenómeno de la sequía, Orrego indicó que un factor que ha incidido en la pérdida de los cultivos es, no solo la irregularidad de las lluvias, sino el incremento de las temperaturas, que va de la mano con el calentamiento global.
Así, aunque es probable que en ciertas áreas del Corredor Seco haya llovido lo suficiente para que la siembras prosperaran, el elevado calor que pudo haber aumentado de 34 a 36 grados hizo que el agua que caía se evaporara más rápido y no permitiera que los suelos la absorbieran.
Lo peor, según advierte el experto, es que este tipo de escenarios serán cada vez más comunes con el pasar de los años, por lo cual urge el diseño de planes y políticas para los agricultores de subsistencia que terminan siendo los más afectados por este fenómeno.
En el otro extremo está el exceso de lluvias como las que causaron las pérdidas de cultivos en Champerico.
De acuerdo con Orrego, el cambio climático está ocasionando que ocurran fenómenos meteorológicos más intensos en tiempos más cortos.
En tal sentido, septiembre y octubre han si do un claro ejemplo de ello.
Según registros oficiales, el reporte de lluvias del mes detalla números similares a los últimos años, con la diferencia de que en los primeros 20 días fueron muy deficitarios, muy por debajo de lo que fue en los últimos 30 años, pero en los siguientes 10 e incluso los primeros de octubre las lluvias causaron destrozos.
“La atmósfera siempre trata de entrar en equilibrio y por eso tenemos muchos eventos extremos. La lluvia es un proceso en el cual se transfiere energía, desde que se evapora del suelo hasta que llega a la atmósfera y luego es liberada y esa transferencia es mucho más violenta porque hay energía acumuladas”, explica Orrego.
Contenido relacionado
Ola de frío ártico cubre de nieve Nueva York y clima afecta en otros 13 estados de EE. UU.
Cambio climático: la razón por la que se prevé migrarán millones de Centroamérica y México
Miles de jóvenes y líderes indígenas protestan contra el cambio climático en varias ciudades