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Se graduó de Bachiller en Electricidad y laboró duranto ocho años como electricista. Es el menor de 5 hermanos.
El 5 de marzo de 2009, una bala perdida cambió su vida por completo. “Trabajaba de domingo a viernes. Llevaba una vida cotidiana, monótona. No era mala pero tampoco extraordinaria”, afirma.
Fue muy difícil, cuenta, cuando a su mamá le dijeron que ya no iba a caminar. “Por un momento le pedí a Dios que mejor me llevara. Tuve amigos a quienes conocí estando en silla de ruedas que los mató la depresión” añade.
Al salir del proceso de rehabilitación, buscó un nuevo trabajo. A pesar de calificar en muchas de las plazas, lo difícil era movilizarse hacia las entrevistas laborales, ya que los buses no querían llevarlo, y contratar taxi salía muy costoso.
Una vida de lucha
Dora Patricia Moreno López, quien padece de poliomielitis desde el primer año de vida, reconoce que también fue difícil, ya que sus compañeros de primaria se burlaban de ella, pero esto no la detuvo en su afán de superarse.
“Sufrí de burlas durante la primaria por ser la única persona con discapacidad, pero al llegar a básicos ya había más inclusión”, dice López.
Dora es graduada de modista en alta costura y hace un año recibió el título de perito contador.
Estudió danza durante 10 años con la fundación Artes Muy Especiales, que le brindaron la oportunidad de aprender y demostrar sus habilidades como bailarina.
Inclusión
Para Víctor, el problema está en la falta de sensibilización en la sociedad guatemalteca.
“Me daba cuenta que la vida para un discapacitado es difícil. Me preguntaba si realmente había inclusión porque veía que la mayor parte de pasarelas en la ciudad no tenían rampa. Las personas no ayudaban a levantarme cuando caía, me miraban subiendo una pendiente y no ofrecían empujarme”, añade.
Agradece la inclusión que ha recibido por parte del Ministerio de Cultura y Deportes.
Dora Patricia, coincide también en que la mayoría de lugares no cuenta con la infraestructura adecuada para personas con discapacidad.
Motivación Víctor comenta que su mayor temor cuando empezó a dar clases de baile, era el rechazo de la gente, pero también fue su mayor motivación. “Siempre fui el más molestón entre mis amigos, era el alma de la fiesta, y eso quise transmitir”.
Para Dora Patricia, lo que más la motiva a seguir adelante es su pasión por el baile y, demostrar que la discapacidad no es ninguna limitación para ejecutar ese hermoso trabajo.
Álvarez lleva cuatro años y medio trabajando con el Ministerio de Cultura y Deportes, impartiendo clases de baile latino y Zumba, con una asistencia de 70 personas por clase; mientras que López, a sus 45 años de edad, lleva cinco años con el MCD, impartiendo clases de danza contemporánea y danza clásica, a cada clase asiste un aproximado de 40 personas.
Ambos imparten sus clases dentro de las instalaciones del Centro Deportivo y Recreativo Parque Erick Bernabé Barrondo García, de lunes a viernes a partir de las 9 de la mañana.