El número poco a poco se acerca al registro previo a la pandemia. Un reporte de esta institución en 2019 refiere que de enero a agosto de ese año se contabilizaron 36 denuncias, mientras que el Ministerio de Educación registró 56 en todo el año.
Según la oficina de Comunicación Social de la institución, en enero de este año se recibió una denuncia, mientras que en febrero fueron siete, subió a 11 en marzo, y se registraron seis en abril. En mayo se ha recibido una más.
Por otro lado, la oenegé internacional Bullying sin fronteras tiene un informe más amplio, en el que refiere que entre enero del 2022 y abril del 2023 en Guatemala se registraron 21 mil 500 casos de acoso escolar. La información se recopiló con el apoyo de colaboradores de la entidad en cada uno de los sitios que se evaluaron.
Los tres primeros lugares del ranquin los ocupan México con 270 mil casos, Estados Unidos con 250 mil y España con 64 mil 554.
La Guía para la prevención del acoso escolar (bullying) del Ministerio de Educación -Mineduc-, califica a esta práctica como “la violencia repetida entre pares, compañeros, compañeras, en la que uno o más individuos tienen la intención de intimidar y hostigar a otros”. Con el regreso de los estudiantes a la presencialidad dicha conducta entre niños y jóvenes en edad escolar es latente.
Los casos reportados en el 2019, previo a la pandemia, muestran el riesgo. Ese año el Mineduc contabilizó 51 denuncias, y la PDH recibió 36.
Gabriela Castro, coordina de la Gran Campaña Nacional por la Educación, indica que el acoso escolar siempre ha estado en el ambiente escolar, pero el confinamiento al que obligó la emergencia sanitaria del covid-19 apaciguó el problema.
Agrega que ese distanciamiento pudo causar un estancamiento socioemocional en los estudiantes, y se les olvidó ser tolerantes o tener paciencia, debido a que estuvieron alejados de sus pares y circunscritos a tareas en casa.
“El acoso se está exacerbando o posiblemente se está viendo nuevamente porque están volviendo otra vez a compartir, a convivir”, dice Castro.
De esa cuenta indica que al regresar a la presencialidad tienen que darse un “reajuste” en las escuelas y atender el aspecto socioemocional, pues los estudiantes estuvieron confinados mucho tiempo, algunos pasaron de niños a adolescentes o de adolescentes a adultos, otros perdieron familiares, sus padres perdieron el trabajo y eso generó tensiones en el hogar.
Ambiente inseguro
El acoso escolar puede ser físico —como golpes, empujones, patadas—, verbal —insultos, apodos—, pero también psicológico —agresiones, amenazas, intimidación y exclusión que afectan el estado emocional del agredido—, como detalla la guía de prevención.
Agrega que el bullying afecta no solo a la víctima sino también daña el ambiente escolar, cuando el centro educativo debería ser un espacio en que el niño se sienta seguro.
En marzo del 2022 el Congreso de la República aprobó el decreto 19-2022 Ley Contra el Acoso Escolar que establece el 2 de mayo como Día Nacional contra esa práctica, y establece la obligatoriedad de adoptar medidas que tiendan a prevenir y erradicar el flagelo, incluido el ciberacoso.
La normativa establece que el Mineduc y los centros educativos de cualquier sector deben motivar acciones y actividades que concienticen, prevengan y erradiquen el acoso escolar, a través de textos, folletos, material didáctico, talleres y capacitaciones entre los miembros de la comunidad educativa.
En el ciberespacio
Dicha práctica puede trascender al ciberespacio, un modo en el que se utilizan medios como redes sociales, plataformas de mensajería o bien juegos en línea, para intimidar u hostigar a otros, y se le conoce como ciberbullying.
Camilo Gutiérrez Amaya, jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica, refiere que este se diferencia del acoso cara a cara porque ocurre desde el anonimato.
Con el tiempo que pasan los estudiantes en línea, y luego de un largo período de utilizar la virtualidad para estudiar, dicha práctica pudo incrementarse.
Amaya refiere que la educación es clave para ayudar a prevenir que los niños y los jóvenes se conviertan en víctimas o para intentar minimizar las consecuencias del acoso en cualquiera de sus manifestaciones.
Las señales a las que se debe poner atención para detectar que un estudiante es víctima de este flagelo son los cambios de comportamiento, que pierda el interés por cosas que disfrutaba hacer, no querer ir a estudiar e inventar excusas para no hacerlo, cambios de humor, falta de apetito y bajo rendimiento escolar. Otros signos de alerta es que pueden dejar de utilizar las redes sociales, también hay cambio en el contenido que pública.
Castro es de la opinión que en las aulas se debe hacer un “reajuste emocional” en los estudiantes a través de juegos, acciones, terapias o pláticas para apoyar a los niños y a los adolescentes. Agrega que es necesario también dar acompañamiento a los padres de familia para que puedan manejar la situación con sus hijos.
- Las denuncias de acoso escolar pueden hacerse a los teléfonos 1584 de la Procuraduría General de la Nación, 110 de la Policía Nacional Civil y al 2424-1717 de la PDH, también se puede acudir a la sede de la institución, en la 12 avenida 12-54, zona 1. El Mineduc recibe denuncias en línea en el sitio de internet de la cartera, en el apartado Sistema de quejas.