“Antes, en menos de media hora teníamos pescado para comer con mi esposa y mis ocho hijos, hoy todo el día se puede perder y no se agarra nada porque los peces están muertos”, resume Polanco.
Se trata de un “ecocidio”, denuncia Héctor Aguirre, director de la Mancomunidad Trinacional Río Lempa, el principal ente autónomo que gestiona el río y que, junto a las autoridades de medio centenar de municipios de los tres países, lucha por mitigar la contaminación del estratégico afluente.
“Hago un urgente llamado a los ministros de Medio Ambiente de los tres países para que detengan este ecocidio”, manifestó Aguirre.
“Estamos nuevamente tristes y a la vez nos sentimos impotentes”, confiesa Edwin Padilla, de 29 años, un pequeño agricultor de Piñuelas que actúa como observador ambiental.
Al igual que Aguirre, Padilla pide a las autoridades que “no miren como poco lo que está sucediendo en el río Lempa, porque de él nos mantenemos muchas familias”.
Cuadro de muerte
El afluente del Lempa tiene un recorrido de 422 kilómetros que nace en Guatemala (31.4 km), sigue por Honduras (31.4 km) y desemboca en el Pacífico de El Salvador (360.3 km).
Es determinante para los tres países porque sirve para irrigar cultivos, alimenta plantas hidroeléctricas y abastece de agua de consumo a gran parte de El Salvador, donde está la mayor parte de su extensión.
Desde lo alto de un viejo puente colgante de madera en reparación, los habitantes de Piñuelas observan con tristeza cómo flotan los peces sin vida y las corrientes arremolinadas los arrastran aguas abajo, aunque muchos son impulsados por el viento a la orilla, donde quedan atrapados entre piedras.
El olor a muerte atrae a los zopilotes y otras aves rapaces que sobrevuelan para luego descender a las orillas y dejar entre la arena los espinozos esqueletos.
Los buitres “al menos ayudan a evitar la pestilencia de esta mortandad”, reflexiona Padilla.
A lo largo del Lempa, el temor al agua “envenenada” llevó a pequeños ganaderos a abstenerse de “aguar” a sus animales domésticos en el caudal.
En un recorrido por el afluente, se constató cómo ganaderos al cruzar el Lempa aceleran la marcha de pequeños hatos de vacas y terneros para evitar que tomen agua contaminada.
Agua residual del café
El principal factor de contaminación es el agua utilizada para despulpar y lavar el café en los beneficios procesadores que, por su composición química y su espesura, al entrar en contacto con aguas limpias de los ríos elimina el oxígeno, por lo que los peces mueren por asfixia.
Estudios de la Universidad San Carlos, en Guatemala, han demostrado que el Lempa está contaminado en forma permanente, pero el mayor impacto lo sufre durante la cosecha de café, destaca Aguirre.
“Últimamente la contaminación ha sido grande. Ya a mediados de abril son gusanos lo que hay en el agua”, advierte Otto Murcia, un pequeño caficultor, a la orilla del fronterizo y pestilente río guatemalteco Los Espinos, que desemboca en el Lempa, contaminado por las aguas mieles de beneficios de café de Esquipulas.
Con el fin de detener la contaminación, en diciembre pasado la Mancomunidad se reunió infructuosamente con los cafetaleros guatemaltecos de Esquipulas.
“La solución pasa por que los Estados apliquen la legislación y por que se apoye al sector privado de esta región para reconvertir la industria cafetalera mediante inversiones que le permitan seguir generando empleo y desarrollo sin contaminar”, resume Aguirre.
Hasta el momento, no se conoce una postura oficial del gobierno de Guatemala y tampoco del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales.
Plantas de tratamiento
El ministro de Ambiente y Recursos Naturales, Alfonso Alonzo, dijo que es posible que haya mayor contaminación, y que sería producto de la falta de plantas de tratamiento.
“Hay muy pocas plantas de las municipalidades, pero además de eso también los caficultores del país, hay algunos empresarios que no tienen plantas de tratamiento”, enfatizó.
Alonzo afirmó que los desechos de las aguas servidas es uno de los mayores contaminantes hacia los ríos. Pero reconoció que hay un equipo trabajando con la Asociación Nacional del Café (Anacafé), en Esquipulas, Chiquimula y una mesa técnica, para conocer el origen de la contaminación.
“Empezamos a trabajar desde el año pasado porque hay una gran ventaja, los caficultores pidieron hacer un proyecto y ellos están consiguiendo dinero internacional para edificar plantas de tratamiento. No va a ser una por empresa sino plantas de una envergadura importante y los estamos acompañando”, resaltó el funcionario.