¿Qué estaban haciendo esas personas formando filas en plena madrugada, con una llovizna digna de quedarse en casa? La respuesta es simple, buscaban vacunarse contra el covid-19 en el centro de vacunación de la Ciudad Universitaria.
“Es complicado el tema de las vacunas porque uno no tiene la certeza de si esta espera valdrá la pena o no”, relató María Maquín, con un suéter encima y algunas almohadas dentro de su vehículo, mientras esperaba, con resignación, a que por fin se abrieran las puertas para empezar el proceso de vacunación.
A las 5:00 horas la fila de vehículos ya se formaba desde la 25 calle de La Reformita, hasta la entrada de la Usac.
La mayoría de las aspirantes a obtener una vacuna eran adultos de más de 50 años. El sueño era una tentación y a la vez no querían descuidarse de cualquier señal que indicara que la cola avanzaba por fin; sin embargo, el movimiento efectivo no ocurriría sino hasta horas después.
Roberto Rosales viajó junto a tres familiares, desde el departamento de Sacatepéquez, su lugar de origen, y ante la desesperación bajó de su auto para espantar el sueño. Decidió hacer la travesía y la larga espera porque cerca de su comunidad solamente aplican 200 vacunas diarias.
A ganarse la vida
Quienes no perdieron el tiempo fueron los vendedores ambulantes, muy veloces y sonriendo a la cámara de los periodistas. Desde las 5:30 horas, instalaron sus puestos de comida para ofrecer una bebida caliente a las personas, en medio de la lluviosa espera.
A las 6 horas, parecía que el tiempo se hubiese congelado. Los carros en largas filas y sus respectivos dueños no se movían. Un silencio extraño se apoderó del lugar. Un enorme congestionamiento sin bocinazos ni motores, detenido. Algunos solo bajaban un poco su ventana para dejar entrar aire fresco.
Minutos después, algunas almas atormentadas y aún sonámbulas, envueltas en ponchos, intentaban indagar con policías de tránsito, la hora exacta en que podrían ingresar al campus de la Usac, pero estos afirmaron no tener información alguna.
El letargo de cuatro horas fue interrumpido por las ambulancias y vehículos que transportaban al personal médico que se encargarían de aplicar 1 mil 500 dosis de la vacuna Sputnik V, de origen ruso. Al escuchar las sirenas la gente encendió los automotores para iniciar el avance colectivo.
Marisa, de 53 años, fue la primera en vacunarse, vive en Villa Nueva e hizo cinco horas de cola. Una vez con el pinchazo en el brazo aseguró que no importaba la espera, pues la esperanza que le traía la inmunización compensaba el desvelo.
Mario Bonilla, 51, dice que rara vez siente temor. Se aferró al brazo de su hija. La vio como quien ve una luz al final del túnel y con los ojos humedecidos se sentó en la silla para recibir la vacuna, con una esperanza más firme de poder vivir más allá de la pandemia.
“¿Será que me la pongo?”, expresó Bonilla con voz entre quebrada, a pocos metros del área de inyectado. Recibía palabras de ánimo de su hija y poco a poco sintió el pinchazo. Sus ojos vieron al cielo y se persignó dando gracias y pidiendo a Dios un milagro. Agradeció a la doctora, se levantó y se marchó.
Así transcurrieron varias horas, los paramédicos vacunaron a unas tres personas por vehículo en promedio. Una vez iniciada la jornada, el proceso fue rápido. Quizá demasiado, porque a eso de las 11 de la mañana, ya no había más dosis de la Sputnik V. Hasta mañana. Se cerraron las puertas de la Usac.
Quienes se quedaron afuera comenzaron a alzar la voz y a preguntar a qué centro podrían ir para poder recibir la dosis, pues unos aseguraron que llevaban más de tres días buscando vacunarse contra el covid-19 y no lo habían logrado. Quizá mañana.
La queja común es la falta de información, algo crucial en el proceso de vacunación. Si hubiera un mejor control de las dosis, si se programara mejor las citas, si avisaran a tiempo, si hubiera dosis disponibles en la provincia… y otros “si” condiconantes, no temerían recibir un “no” como respuesta, al momento de buscar una esperanza de vida.
El Ministerio de Salud Pública indicó que solo se atendería por cita, pese a que en días anteriores tal indicación quedó en duda.
La mayoría lo volverá a intentar mañana, despertarse antes, llegar más temprano, tal vez lo logren, aunque no debería ser así de aventurado.
La situación en otros centros de vacunación también es de escasez, mientras otros grupos poblacionales tendrán que esperar meses, quizá años para lograr una dosis. Mientras tanto, hay personas mayores de 65 años que han fallecido… quizá quisieron vacunarse, quizá no pudieron.