Manolo Mazariegos, coordinador de la Unidad de micronutrientes del Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (Incap) habla del panorama de Guatemala ante esta problemática de salud, que tiene un alto impacto en el desarrollo del país, y que cada vez hace su aparición a más temprana edad entre la población. Atacar el problema desde la niñez, es prioridad.
¿Cuál es panorama de Guatemala en el tema nutricional?
Guatemala, como otros países en desarrollo, está atravesando cambios importantes, lo que se ha llamado transición nutricional, también hay una transición epidemiológica y demográfica. Todo eso está llevando a que nuestra población sea cada vez mayor en términos de edad, y enferme no solamente de infecciones como en el pasado. Estamos pasando de las deficiencias a los excesos y desbalances en macronutrientes y micronutrientes, lo que se conoce como malnutrición.
¿Cómo se evidencia esta condición en la población?
Se expresa como baja talla, que es el tema de la desnutrición crónica en los niños, un evento que se da en una etapa tempana de la vida -prenatal y postnatal-, en la cual no se logra completar la necesidad de nutrientes. Entonces, el niño desarrolla un tipo de respuesta adaptativa a ese ambiente y eso hace que su metabolismo se enfoque en sobrevivir entre la escasez y la falta de nutrientes. En ese proceso, deja de crecer, porque si crece mucho tendrá más requerimientos y eso puede traer complicaciones y llevarlo hasta la muerte.
Entonces, ¿sacrifica desarrollo de crecimiento por sobrevivencia?
El niño está preparado para vivir en ambientes de escasez, pero al entrar a un ambiente donde hay desbalances en la disponibilidad de alimentos, donde no hay alimentos saludables ni nutritivos, sino lo que ofrece el mercado -productos prácticos, rápidos y baratos-, su cuerpo que está preparado para manejarse y vivir en escasez, a la hora que enfrenta excesos o desbalances su metabolismo se altera.
El sobrepeso en los niños ya lo estamos viviendo, y los jóvenes cada vez más tempranamente están desarrollando diabetes, hipertensión. No es que de pronto aparezcan estas enfermedades, es parte de un continuo. Todo lo que hacemos en la parte de nutrición y salud en la etapa temprana, lo vemos en los adultos.
¿Cómo puede afectar esta situación a nivel de país?
Estamos enfrentando otra carga de morbilidad relacionada con las enfermedades crónicas y esto ocasiona discapacidad en la sociedad. Son millones de días productivos los que se pierden para un país pobre que necesita que su gente trabaje, y no solo no produce sino también se convierten en una carga, porque requieren atención médica, medicamentos caros, muchas veces de por vida. Los países pobres tendrán que dedicar mucho de su presupuesto a atender esas condiciones.
¿A eso nos estamos enfrentando?
Es un cuadro típico no solo de Guatemala sino de todos los países en desarrollo, están en esa transición.
Ya hay iniciativas importantes que están tratando de abordar este tema, pero lleva años tener un impacto. Hay una norma, una política del manejo de sobrepeso en la región centroamericana, pero que se implemente llevará tiempo. Todo parte de lo qué hacemos y dejamos de hacer en la etapa temprana.
¿Es un tema que afecta solo a la niñez?
El problema también se ve reflejado en las mujeres. Si una mujer es desnutrida, con baja estatura, es posible que su sistema reproductor no esté totalmente desarrollado y tenga niños pequeños.
Al entrar en ese ambiente alimentario influido no solo por el mercado sino por la inseguridad alimentaria, que no tiene acceso a alimentos saludables ni nutritivos sino a aquellos que son baratos, rápidos de usar y prácticos – como snacks y bebidas azucaradas-, y como es baja de estatura su requerimiento de energía es menor, allí ocurre el desbalance, porque ingiere más calorías de lo que necesita.
Al engordar comienza a desarrollar enfermedades crónicas, estamos viendo problema de diabetes, de hipertensión en mujeres jóvenes.
Según la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil 2014-2015 (ENSMI 2014-2015), hay más de 50% de obesidad en las mujeres. Cómo explicar que en un país donde se habla de supuesta escasez y donde abundan los reportes de hambruna millones en Guatemala tengan sobrepeso, ese es el problema.
Estamos en dos polos opuestos, por un lado, la desnutrición y por el otro, el sobrepeso.
Sí, y al mismo tiempo vemos que hay 32% de niños con anemia, en las mujeres es el 12% o 13%. En las embarazada hasta 25%. Esto se combina, y por eso se habla de la doble y hasta triple carga de la malnutrición.
La doble carga es cuando una persona coexiste con dos condiciones, por ejemplo, la mujer tiene secuelas de desnutrición crónica, porque es bajita y al mismo tiempo obesidad, y si tiene anemia, es triple carga.
Lo mismo pasa con los niños, son bajitos y con sobrepeso. Comparado con la región, la incidencia en Guatemala es menor. Somos el país con menos problemas de sobrepeso en niños pequeños, llegamos al 4.7%, Panamá tiene un 11%, pero la tendencia va para arriba.
¿Cómo ver la desnutrición?
El problema de salud pública y que debe ocupar la atención de manera preventiva es el tema de la desnutrición crónica -46.5% de niños menores de cinco años la padecen-.
La desnutrición aguda es un problema humanitario grave que se debe resolver, es lamentable que los niños lleguen a ese extremo y mueran. En Guatemala es un fenómeno estacional, y un problema más o menos focalizado en ciertos sectores.
No es un problema solo de alimentos, tiene que ver con otros factores, como saneamiento y agua segura, esos dos factores tienen un peso comparable con la falta de alimentos.
A los niños no solo basta darle alimento, porque si está contaminado, esos germenes llegan a su intestino, su cuerpo reacciona y dice: “voy a crecer o mejor me concentro en defenderme contra esa infección”. Monta todo un aparato de defensa que requiere energía, vitaminas, proteínas. Entonces, crecer es un lujo y la prioridad es sobrevivir.
¿Y qué decir de las enfermedades crónicas?
Nos está afectando. La cantidad de pacientes relacionados con enfermedades crónicas está consumiendo el presupuesto del IGSS, y en los hospitales y servicios de salud públicos las salas de encamamiento están llenas de pacientes con enfermedades crónicas que requieren cuidado intensivo, medicamentos caros y personal especializado.
No solo están apareciendo sino que lo hacen más temprano. Antes se hablaba de que alguien tenía diabetes a los 50 o 60 años, ahora lo vemos en personas de 20 años. ¿Cuánto afectará su vida productiva? ¿Cuánto tiempo tendrá que lidiando con la enfermedad?
Si la enfermedad aparece más temprano, los años de discapacidad serán más, porque estas enfermedades no se van, vienen con usted y se van con usted.
Cada vez tenemos una población más enferma.
Por eso es importante no solo el tema de la prevención sino también del abordaje de la nutrición temprana en la vida y la parte de educar a la población, sobre qué deben consumir. La persona debe ser responsable de su autocuidado, porque hemos descansado y queremos que el gobierno haga todo.
¿Educar a la población en temas de nutrición es necesario?
Falta mucha educación a nivel de los hogares, a nivel de las escuelas y a nivel de los profesionales de la salud que no tienen tiempo para educar a sus pacientes, y cuando los tienen que educar ya es muy tarde, porque los hábitos se establecen a temprana edad.
En las escuelas, entonces, se deben crear espacios para hablar del tema.
El sistema educativo tiene deficiencias, debería de tener un área fuerte del autocuidado, de ahí parte todo. La única manera que tenemos para defendernos de todo ese ambiente alimentario es la educación.
Venimos con esa predisposición, con el problema de tener una mala nutrición en la etapa temprana y entramos a ese ambiente y no estamos preparados, eso desencadena todas esas consecuencias que hay de mala nutrición.
El programa de alimentación escolar del Ministerio de Educación busca que los niños coman mejor.
Si el gobierno toma control de la alimentación y el niño llega a desayunar a la escuela y le dan alimentos saludables, sería un buen programa. Ahora, si ocurre que la gente que lo maneja no conoce los principios de nutrición y da al niño cualquier cosa, eso se convierte en otro factor que puede ayudarle a ingerir comida que no necesita.
El niño menor de cinco años tiene casi 5% de sobrepeso, pero en los escolares ya está llegando a 7% u 8%. Si estamos creando ese ambiente, sin tomar en cuenta esa tendencia, también puede desencadenar el problema.
¿Cuál debe ser el papel del gobierno ante esta situación?
Como ente rector de la Salud y de la Nutrición, tiene que seguir fortaleciendo todas las estrategias que ya hay para reducir la desnutrición, ya se sabe qué hacer, lo que hace falta es echarlas a andar y que funcionen bien, y ¿cómo se logra? teniendo a las personas correctas, que sepan qué es lo deben hacer, las inversiones que ocurran a tiempo, porque hay planes muy bonitos, pero están desfinanciados, intencionalmente o no, pero en la práctica los recursos no llegan.
Pero a veces se hace todo el trabajo, se hace la compra, por ejemplo, de micronutrientes en polvo, se hace la entrega pero en los hogares no los usan, también la población tiene que contribuir, puede ser por factores culturales, desconfianza, creencia, eso hace que la gente no se involucre y no tome el autocuidado, lamentablemente no aprovechan esas oportunidades que tienen de desarrollo.
-
Nutrición desde el aula
El Ministerio de Educación (Mineduc) implementa el programa de alimentación escolar en los establecimientos públicos con la finalidad de “promover la salud y fomentar la alimentación saludable de la población infantil” que asiste a las aulas, según establece la Ley de Alimentación escolar, Decreto 16-2017, para mermar el índice de desnutrición crónica que a nivel de país afecta a la mitad de la población menor de cinco años, condición que repercute en el desarrollo físico y cognitivo de la niñez.
El Cuarto Censo de Talla en Escolares de establecimientos públicos efectuado en el 2015 entre estudiantes de primaria refiere que tres de cada diez niños tenía problemas de crecimiento, con mayor prevalencia en el área rural. La baja talla es un signo de desnutrición crónica.
En el otro extremo, el sobrepeso aqueja también a tres de cada diez estudiantes, de acuerdo con la Encuesta de Salud Escolar Guatemala del 2015.
La desnutrición y el sobrepeso, entonces, son el reflejo de la malnutrición entre los guatemaltecos, y para contrarrestarla se requiere de practicas de alimentación saludable, lo que persigue la ley.
Según el Mineduc, se ha logrado establecer un menú escolar con pertinencia cultural que fue avalado por expertos en nutrición y está basado en las Guías Alimentarias para Guatemala establecidas por el Ministerio de Salud.
En la lista de productos que se deben incluir en la alimentación escolar hay alimentos fuentes de grasa como aceite, aguacate, carnaza de coco, chocolate, crema y semillas.
Alimentos reguladores (vitaminas y minerales),entre los que se incluye frutas, verduras y hierbas de colores intensos. Entre los alimentos constructores (proteínas) hay huevos, leche fluida o en polvo, harina de mezclas vegetales nutricionalmente mejoradas, carne vegetal, carnes de res, pescado, mariscos, entre otros productos.
De los alimentos energéticos (carbohidratos) se menciona azúcar, miel de abeja, panela, fécula de maíz, sémola de trigo, harina de maíz nixtamalizada, harina de trigo, maíz, frijol, entre otros.
También se puede optar por condimentos naturales como sal, pimienta, cilantro, canela, chile güaque, chile pasa, ajo, perejil, zamat, entre otros.
Contenido relacionado
> Desnutrición crónica se incrementó 6.9% en municipios del corredor seco
>Desnutrición en el país no se revertirá ni en 90 años, alerta la ONU
>Universitarios identifican sobrepeso en embarazadas y desnutrición en niños