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El período de hambre estacional es una amenaza y cada año se extiende más de lo previsto, por la pérdida de la producción de maíz y frijol para autoconsumo debido la escasa lluvia y a la baja posibilidad de la venta de mano de obra en la región.
Para los pobladores no hay más opción que comer cuando se puede, y lo que tienen a su alcance, pero cuando en la familia hay niños, el daño colateral es la desnutrición aguda.
El centro de salud de la localidad ya reporta 156 casos de niños menores de cinco años en riesgo nutricional, y se han detectado siete con desnutrición aguda moderada.
No son las únicas víctimas del flagelo, los ancianos también están desnutridos, la piel pegada a los huesos es la evidencia de que el hambre ronda.
Virus al acecho
La situación se complica en San Juan Ermita por la pandemia, dos personas originarias de la comunidad fueron diagnosticadas con el virus, ambas se contagiaron fuera del municipio. Una ya se recuperó, y la otra fue trasladada a la capital al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social para recibir tratamiento.
Hay cerca de 35 personas en cuarentena. Se han practicado siete pruebas en pacientes sospechosos, reporta el Laboratorio de datos GT.
Esto ha provocado temor entre los habitantes ante el posible contagio del covid-19, pero más les preocupa que debido a las medidas de confinamiento impuestas por el Gobierno no han podido salir a trabajar.
La principal fuente de ingresos para los pobladores está en el corte de productos agrícolas en fincas que están en otros municipios, pero en los últimos meses movilizarse es difícil, no hay transporte, y empleo para jornaleros temporales se ha escaseado, ya no tienen los Q30 que recibían al día.
“La gente ahorita está pasando por una situación difícil”, dice Miguel Ángel López, alcalde de San Juan Ermita. “El trabajo se ha escaseado, con el poco dinero que juntan logran comprar su maicito y frijol, acá es lo que más consume la gente”, agrega.
Con eso palean el hambre, otros se alimentan con caldo de chipilín, hierba mora, quilete y otras hierbas que encuentran en el campo.
“Las personas más pobres son las que están peor”, indica el jefe edil, y eso se refleja en los casos de desnutrición aguda, condición que hace más vulnerable a la población infantil ante el contagio del covid-19.
El virus puede ser bastante agresivo en el cuerpo de los niños que están débiles a consecuencia de una alimentación deficiente.
Hugo Icu, médico de la Asociación de Servicios Comunitarios de Salud (Asecsa), menciona que la desnutrición disminuye las defensas de los niños, y se dan las condiciones ideales para que la enfermedad se desarrolle con mayor rapidez e intensidad. “El pronostico puede ser de mayor fatalidad”, agrega.
De acuerdo con la Asociación Peruana de Terapia Nutricional, una persona que padece desnutrición aguda y además está infectada con covid-19, corre un riesgo alto de sufrir complicaciones, pues en menos de cuatro días la enfermedad consume la poca reserva nutricional de su cuerpo.
La pronta identificación de los casos y la oportuna intervención con tratamiento, pero también con programas de atención primaria en salud para garantizar su recuperación, es urgente antes de que el virus avance entre la población.
López menciona que las cajas de alimento que ha ofrecido el Gobierno no han llegado al municipio, con los poco recursos que tiene la alcaldía o con donaciones procuran asistir con víveres a los habitantes de San Juan Ermita. “Hemos tratado de ayudar a los pobladores, pero lamentablemente no contamos un presupuesto para esto”, indica.
La Municipalidad ha entregado mascarillas a las familias para que se protejan del contagio del virus, pero la pobreza en el municipio se agudiza con el paso de los días, y se requiere de medidas sostenidas en el tiempo para salir de esta crisis.
En medio de este drama, los pobladores ven una esperanza en la lluvia que ha caído en los últimos días, pues lograron sembrar un poco de semilla a la espera de que la milpa crezca.