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Asimismo desconocen si en los hospitales donde se atienden los casos de contagio cuentan con el equipo necesario para atenderlos en el momento que alguno de ellos requiera de esos servicios. Ponen como ejemplo los instrumentos, como los respiradores, para las personas de talla pequeña.
Personas que padecen alguna discapacidad también explican que no existe información suficiente y fácil para algunos sectores como los sordos y con discapacidad intelectual, quienes necesitan estar informados pero en plataformas amigas que les permita comprender lo que se vive.
Florinda Olivia Jerez, quien es sorda, contó a través del intérprete Mauricio Méndez de la Asociación de Sordos de Guatemala, que el problema mayor que viven es la ansiedad que les genera la zozobra de saber que existe un problema pero no conocer exactamente en qué consiste por la falta de información adecuada.
Ansiedad y zozobra
“Viven con gran duda de qué es lo que pasando, sobre todo los que no tienen ninguna formación escolar que les permita comprender la situación que causa el coronavirus, pero sobre todos los que viven en las comunidades más alejadas de los centros urbanos. El sordo que vive en su aldea no tiene acceso a ningún medio de comunicación adecuado a su discapacidad”, explicó Jerez.
Agregó que también le afecta el hecho de que no se puede comunicar con su familia, tanto con la vive y más aún con lo que vive en otros lugares. “Eso le causa ansiedad, desesperación y puede aumentar su aislamiento de la comunidad donde vive”.
Jerez contó que tiene a su cargo un grupo de personas sordas en Suchitepéquez a quien imparte talleres de manualidades con quienes no se ha podido reunir por las restricciones que existen. Esta prohibición también está repercutiendo en sus economías porque no pueden vender sus productos ni aprender cómo elaborar nuevos.
Dudas en relación a servicios adecuados
Jerez informó que muchas personas sordas venden productos en las paradas de los autobuses o en el interior de los autobuses pero como este servicio está suspendido no pueden salir a trabajar. “Y los que tienen trabajos en empresas privadas no saben si ya los despidieron, porque los jefes desconocen como comunicarse con ellos.
Juliana de Acajabón, quien se traslada en silla de ruedas, dice que el mayor inconveniente para los que tienen discapacidad física es que necesitan de otra persona que los apoye, pero que en estos días nadie lo hace por temor al contagio del coronavirus.
Al igual que Jerez, tiene duda en cuanto si tendrían acceso a los centros hospitalarios que atienden los casos de covid-19 en Villa Nueva y en el parque de la Industria. “Tengo duda donde nos atenderían a los que padecemos alguna discapacidad”.
Remarcó que la mayoría de las personas trabajan en la economía informal y que hasta el momento no se ha dicho nada al respecto, sin embargo, señalo que existen videos de cuando el presidente Giammattei “ofreció apoyar a las personas con discapacidad, pero nosotros no hemos visto nada en nuestro favor”.
Sebastián Toledo, expresidente del Conadi y quien es ciego, resaltó que las personas con discapacidad están en mayor vulnerabilidad, por “las recomendaciones de distanciamiento social porque la personas con discapacidad a como dé lugar siempre requerimos del apoyo de otra persona”.
“El ciego por ejemplo, requiere del apoyo de otra persona cuando se traslada en la vía pública, pero en la actualidad nadie lo hace por temor a contagiarse del coronavirus, por lo que sería bueno que las fuerzas de seguridad nos den ese apoyo”, comentó Toledo.
El expresidente del Conadi expresó que en los supermercados dejan ingresar a solo una persona por lo que están teniendo problema en el momento de las compras.
En el área rural vivimos olvidados
Pascual Laínez, quien reside en el paraje El Mirador, San Sebastián Huehuetenango, Huehuetenango, se moviliza en una silla de ruedas para efectuar sus trabajos de agricultura y carpintería, de los cuales depende para sobrevivir, no obstante, cuenta que ahora no puede viajar a la cabecera municipal o departamental porque “el toque de queda no le da tiempo de ir y regresar”.
“El problema que tenemos ahorita es económico, porque estamos encerrados y no podemos viajar a ningún lado para vender nuestras verduras y comprar maíz y frijol, así como encontrar trabajos de carpintería y hacer un negocio. “De salud estamos bien, pero de dinero, bien jodidos”, comentó.
El campesino informó que para viajar a la cabecera municipal debe avanzar ocho kilómetros de carretera de terracería donde solo transitan picops de doble transmisión; Sin embargo, resaltó que la parte más complicada es la vereda que conduce de su casa a la carretera, la cual tiene una extensión de un kilómetro.
Para recorrer este tramo un miembro de su familia deben cargarlo con un mecapal y otro la silla de ruedas. “Me cuesta movilizarme, pero ahora más porque si nos atrazamos nos puede caer la ley, entonces es mejor quedarse encerado en la casa”, comenta Laínez.
Al terminar la conversacion telefónica con Prensa Libre dijo: “soy fundador de la asociación de personas con discapacidad Bethel, y las personas que vivimos en la provincia estamos abandonados por lo que pido al presidente Giammattei, nos tome en cuenta. He escuchado que están dando apoyo a las personas vulnerables que viven en pobreza extrema, pero los alcaldes solo toman datos de la gente que los apoyo en la campaña”.